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Pese a los vendavales, el GIFF sigue de pie y alista sus 25 años
Si bien la directora del encuentro reconoce mejoras en las convocatorias federales para beneficio de los encuentros fílmicos, lamenta que su publicación tardía desplace los grandes festivales hacia la segunda mitad del año y los obligue a disputarse las mismas cintas.
En julio próximo, el Festival Internacional de Cine de Guanajuato (GIFF) celebrará su aniversario de plata, la edición 25 que lo consolida como uno de los encuentros fílmicos de mayor longevidad, capacidad de convocatoria y, sin duda, capacidad de resiliencia.
Después de dos años de drásticas modificaciones al calendario y adaptaciones según las restricciones de la pandemia, el encuentro fílmico encabezado por Sarah Hoch volverá a ser ese festival de verano no solo exhibidor sino impulsor de nuevos talentos para nuestra cinematografía y ese encuentro con el ojo bien afinado para incluir en su programación joyas fílmicas que más tarde, un año sí y el otro también, resultan ganadoras de la temporada de premios.
El Economista conversa con la directora del encuentro a su regreso a México, después de haber hecho presencia en la edición 75 del Festival de Cannes, donde Hoch y su equipo presentaron 10 películas en la Short Film Corner y también llevaron consigo a cinco realizadores para promover sus proyectos fílmicos con distribuidores de todo el mundo. Asimismo, la directora del GIFF participó de las sesiones de mentoría para cineastas de todas las procedencias y firmó intercambios bilaterales de residencias artísticas con Florencia, Berlín y Países Bajos.
El trabajo que no se ve
El networking, señala, es la pulpa que no se visibiliza pero que resulta en la sustancia fecunda de un encuentro de este calibre. “El GIFF es una institución que trabaja los 365 días del año, es una institución de formación cinematográfica, de creación de nuevas historias y de nuevos talentos. Hay que recordar a todos los niveles de gobierno que el trabajo que se hace detrás finalmente ayuda al estado a cumplir metas tanto económicas como culturales”.
Hacer un festival de cine, afirma, no es poner una pantalla y pasar la película. “Es mucho más profundo, tiene una curaduría, recibe miles de cintas y hay que hacer revisión; tiene la obligación de reforzar el tejido cultural, artístico y cinematográfico del país y tiene una visión redonda para acompañar el recorrido de las películas desde su creación hasta su proyección en pantalla y su vida en plataformas. Es la relación con los cineastas y el respaldo de los más jóvenes cuando nadie más los apoya; es verlos volar”.
El buen ojo no es un asunto de suerte
Otro de los grandes aspectos del GIFF es el gran ojo que tiene su equipo para elegir cintas que después resultan laureadas en la temporada de premios. “GIFF siempre ha tomado riesgos y hemos tenido películas de qué platicar. Tenemos unos 20 años en los que muchas películas que tuvieron su premier mundial o latinoamericana en el festival terminan en los Oscar, los Ariel, los Goya, los Bafta”.
Por mencionar el ejemplo más reciente, en 2021 el encuentro presentó para América Latina el poderoso documental Summer of soul, dirigido por Ahmir Khalib Thompson, mismo que finalmente se llevó el Oscar a Mejor Largometraje Documental en marzo pasado.
Para presentar una curaduría tan refinada, los jurados, la dirección de Programación y la propia directora filtran alrededor de 4,000 películas. Hoch comparte que anualmente evalúa una lista ya depurada de al menos unos 700 trabajos, sin considerar aquellos que ella y su equipo pescan en los distintos festivales del mundo.
Retraso en apoyos aglutina festivales
La mandamás del festival guanajuatense prefiere no dar adelantos sobre la programación porque: “queremos dejar que Guadalajara tenga su festival (del 10 al 18 de junio), queremos disfrutarlo y luego nos tocará anunciar. Guadalajara nunca había estado tan cerca de nosotros y le estamos respetando su momento. A mí no me gusta pisar dedos”.
Prácticamente todos los festivales este año han tenido que aglutinarse hacia la segunda mitad del año. La razón de mayor peso es la tardía publicación de resultados del programa Apoyo a Festivales Culturales y Artísticos (Profest), en abril pasado, lo que dejó a los encuentros fílmicos en el aire al menos durante los primeros cuatro meses del año, sin poder concretar sus preparativos hasta no saber si fueron considerados para el subsidio federal, el cual este año entregó un tope máximo de 2.8 millones de pesos para aquellos festivales con más de 15 años de antigüedad.
“Este año hubo algunos cambios en las bases que favorecieron a los festivales de cine”, reconoce Hoch, “pero las cantidades siguen siendo muy bajas y no nos permiten expandirnos como lo hacíamos hace cuatro años. Estamos tocando las puertas del sector privado, pero los empresarios también están golpeados. Y la Federación casi no pinta”.
Hacen falta convocatorias más oportunas, sugiere, que permitan la operatividad de encuentros fílmicos durante todo el año: “convoquen en diciembre, den los resultados en enero y así podrán echarse a andar festivales de febrero en adelante, porque eso de convocar tarde y luego retrasar las fechas de anuncio, nos amontona al cierre del año y ahora todos tenemos que pelear por las mismas películas. Muchas veces tenemos que ser tan agradecidos por el apoyo que perdonamos la mala administración del presupuesto”, concluye.