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Arte e Ideas

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Sus lectores le decían Gabo...

De los tres Premios Nobel de Literatura latinoamericanos, el mexicano Octavio Paz, el peruano Mario Vargas Llosa y el colombiano Gabriel García Márquez, éste último ha sido el más querido.

De los tres Premios Nobel de Literatura latinoamericanos, el mexicano Octavio Paz, el peruano Mario Vargas Llosa y el colombiano Gabriel García Márquez, éste último ha sido el más querido.

Desde que se dijo que sus amigos lo llamaban Gabo, a la gente, sus lectores, les gustaba referirse al colombiano con este apodo, más por ser un gesto cariñoso que por ahorrarse un par de sílabas al llamarlo por sus apellidos (a los periodistas les vino bien, ahí sí, para ahorrarse espacio en los titulares).

Ha sido también y quizás ésta es la razón del aprecio, el de menos participación política y, en ese sentido, el menos polémico de los tres.

Paz, en sus últimos años, era el intelectual oficial de México, el que daba la cara por el país en los eventos internacionales. Vargas Llosa fue candidato presidencial en Perú y suele hacer declaraciones y textos sobre sus ideas políticas.

García Márquez, si bien no ocultaba sus preferencias por la izquierda y su fuerte amistad con el líder cubano Fidel Castro, mantenía esta relación en términos personales. La nuestra es una amistad intelectual, cuando estamos juntos hablamos de literatura , dijo un año antes de recibir el Premio Nobel. Vargas Llosa lo tachó de cortesano de Castro, pero García Márquez dijo alguna vez: Soy amigo de Fidel y no soy enemigo de la Revolución. Eso es todo .

Así, aunque tuviera casa en Cuba durante años y después fuera un visitante frecuente de Fidel, no expresaba en público sus ideas políticas ni su apoyo al régimen, sólo a la persona, lo que le permitió, por ejemplo, mediar entre Castro y Bill Clinton.

Con ello, casi no dio pie a que se dijera: Lo aprecio como literato pero no como persona , como sí les sucedió a los otros Nobel y a otros grandes literatos latinoamericanos más o menos contemporáneos suyos, como el argentino Jorge Luis Borges y el mexicano Carlos Fuentes, quienes no resistieron la tentación de identificarse con alguna posición política.

García Márquez supo hacerse a un lado, quizá por sus orígenes como reportero, oficio del que decía era el más noble. De ahí que, además de sus libros, su principal legado sea la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano.

POR PIONERO Y EMOTIVO

Como literato, García Márquez quizá no era el de mayor talento y sabiduría de los Nobel, ese sería Paz; ni el más concienzudo y trabajador, honor que correspondería a Vargas Llosa; pero sí el más emotivo. Además, fue el verdadero pionero de un movimiento con el cual se identificaría no sólo a su natal Colombia sino a toda Latinoamérica, el realismo mágico.

Porque Macondo, un reflejo fantástico de su natal Aracataca, estaba en medio de la selva colombiana, pero su ambiente, en el que la maravilla era parte intrínseca de la cotidianeidad, estaba por doquier en el subcontinente.

Esto hizo, además, que García Márquez fuera accesible para muchos más lectores que la mayoría de sus ilustres colegas, que pueden ser tachados de demasiado intelectuales .

manuel.lino@eleconomista.mx

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