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Arte e Ideas

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Vargas Llosa: al límite del tiempo

Autor irreprochable, Mario Vargas Llosa es un ejemplo de constancia literaria, se le puede juzgar con el rasero de las ideologías y colocarlo en el territorio de la derecha.

Autor irreprochable, Mario Vargas Llosa es un ejemplo de constancia literaria. Se le puede juzgar con el rasero de las ideologías y colocarlo en el territorio de la derecha. Algo que de ninguna manera le resta méritos a una escritura prodigiosa, en donde emerge una gran inteligencia y una sonada condición crítica.

Las catalogaciones son producto de las circunstancias y lo que en realidad queda es la trayectoria de los personajes. ¿Quién podría dudar que Vargas Llosa hubiera gobernado mejor que el corrupto Fujimori? Hombre de perfiles que retan, de pronto, al universo intelectual, el peruano a veces ha defendido la intromisión de Estados Unidos en Irak, o ha cuestionado con severidad necesaria a Cuba o a Venezuela, sin olvidar sus comentarios exactos sobre otras muchas cosas que en las coordenadas de la piel sensible de lo políticamente correcto suenan extrañas.

Ahora, al final del sexenio de Felipe Calderón, se le entrega el premio Carlos Fuentes, en su primera emisión. Desde luego que la distinción es adecuada para un talento superior como el del autor de Conversación en La Catedral, una novela de importancia suprema, a la luz de sus innovaciones en la técnica narrativa, en la forma de establecer las temporalidades y en todo lo que constituye el eje histórico en torno a las contingencias del Perú. Incluso puede pensarse que la idea de premiar a Vargas Llosa es un lujo del premio; luego de ganar el Nobel de Literatura, cualquier otro reconocimiento es pequeño. En este caso, adquiere sentido porque se trata, junto con Gabriel García Márquez, de la mayor personalidad dentro de las letras vivas de la lengua española. El galardón-homenaje instituido con el nombre del escritor mexicano le otorga un margen amplio y con resonancias indispensables al momento de recibirlo Mario Vargas Llosa, sobre todo luego del ridículo del premio internacional de la FIL al también andino Bryce Echenique.

Por otro lado, un proyecto deslumbrante es la Ciudad de los Libros, que conjunta los acervos de la Biblioteca de México con las colecciones librescas de Antonio Castro Leal, Alí Chumacero, Jaime García Terrés, José Luis Martínez y Carlos Monsiváis, además de un conjunto de obras plásticas encabezadas por la muy llamativa La hoja de tabaco , pieza monumental de Jan Hendrix, sin olvidar otras de Vicente Rojo, Francisco Toledo, Betsabé Romero y unas más. El trabajo arquitectónico logra dialogar entre las estructuras de los viejos edificios de la Ciudadela con las modificaciones contemporáneas sin que pierdan su carácter original.

Consuelo Sáizar, presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes , ha concretado un proyecto que es el más importante de su gestión. Con esta biblioteca deja atrás la pesadilla del elefante blanco foxista de la Vasconcelos. Espacio que se caía solo, que se inundaba y mostró el ánimo corrupto del gobierno del guanajuatense de las botas. Apoyar una iniciativa semejante le permitió a Calderón expresar, al menos en atisbo, un guiño de ojo a la cultura. Si por un lado están los miles y miles de muertos por la guerra inútil del narco, por otro estaría la luz al final del túnel de una obra magna que es digna de orgullo.

Además, conjuntar la entrega del premio Carlos Fuentes a Mario Vargas Llosa con la inauguración de la Ciudad de los Libros, en la Ciudadela, es un vértice que encuentra los cauces de algo que está en el horizonte nacional: pocos países de América le otorgan a la cultura los recursos que, pese a todo lo que se diga y comente, se le otorgan en México. Tradición que a veces se ve severamente afectada por crisis y problemas de toda índole; aún así, sólo naciones como Brasil pueden presumir de un intercambio semejante.

Ni lujo ni dádiva, la cultura requiere de todos los esfuerzos para que sobreviva de la mejor manera. De otra forma lo que reina es el espíritu lamentable de la tecnocracia y de los desalientos burocráticos. ¿Estrategia política de Calderón? Eso es seguro, lo importante es que las obras perduren y sean útiles a una nación golpeada que requiere algo de oxígeno en un tiempo nublado. La Ciudad de los Libros y el Premio Carlos Fuentes le dan, al menos, el optimismo, situación siempre ambigua, de la esperanza.

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