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Arte e Ideas

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Vigilancia global

Si piensas que no te concierne y es material para Hollywood y la TV, pongámoslo así: la ficción se quedó corta.

El periodista estadounidense Glenn Greenwald publicó hace unas semanas su libro sobre el caso Snowden: No place to hide: Edward Snowden, the NSA, and the U.S. Surveillance State (Metropolitan), en español: Snowden, sin un lugar donde esconderse (Ediciones B).

Hace poco más de un año, cuando se empezaron a hacer públicas las revelaciones del exfuncionario de los departamentos de seguridad de EU; la controversia pública se centraba en dos puntos: el alcance de la vigilancia que la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus sigla en inglés) tenía sobre sus propios ciudadanos y el resto del mundo; y el carácter del soplón. Si este debía considerarse héroe o criminal.

Naturalmente, la publicación que inició en The Guardian y después se extendió a otros diarios, provocó una tormenta en los países de los gobiernos aludidos, además de una andanada mediática mundial que sacudió el trasfondo de los temas en una marea turbia de información, desinformación, indignación, contradicciones y paranoia.

Sólo en los meses posteriores ha sido posible ir descubriendo las repercusiones de los secretos revelados. La herida en la credibilidad del discurso de libertad de un gobierno que dice públicamente defender valores que oblitera en las sombras de siniestros ministerios (como diría Fito Páez).

El libro de Greenwald aborda el tema en cinco capítulos. El primero relata una historia de espionaje y periodismo valiente. Tiene todos los elementos de un thriller, desde los acercamientos con la fuente, la discreción y precauciones, hasta el encuentro en Hong Kong y las maniobras periodísticas que llevaron a poder revelar los primeros documentos.

El siguiente se concentra en la información revelada. No obstante, lo que hayamos leído en medios, lo que aquí se detalla es brutal. Si piensas que no te concierne y es material para Hollywood y series de TV sobre paranoia ciberterrorista, pongámoslo así: la ficción se quedó corta.

De acuerdo a Snowden, la NSA recopila toda la información que es posible obtener, y la almacena en gigantescas instalaciones secretas. Cuando hablamos de toda la información , entramos al terreno pantanoso que nos concierne a todos.

Lo primero que almacena es eso que se conoce como metadatos: qué teléfonos marcaste, de quién, cuándo, dónde estabas, dónde estaba la otra persona, cuánto duró la llamada. Si eso no basta, también los contenidos, el audio, mensajes de texto, SMS, WhatsApp, lo que opinaste en Facebook, chats, publicaciones en redes sociales, tus correos electrónicos, enviados y recibidos, los forwards de tu tía, las cadenas religiosas, tus correos amorosos, los de negocios, los adjuntos que mandas y recibes, de dónde vienen, en qué computadora los miraste, qué páginas web visitaste, qué compraste, cuánto porno ves y dónde, qué contenido legal e ilegal descargas, las fotos de tus hijos en Facebook, las recetas de brownies, los contratos de tu compañía, etcétera. No importa si eres político, empresario, profesionista, ama de casa o estudiante. Todo se filtra, todo se almacena. Está ahí, disponible.

Es un capítulo árido y técnico. Explica detenidamente los distintos programas y cómo recopilan esta información. Para ejemplo pasmoso, reproduce SMS recuperados a celulares de Enrique Peña Nieto y sus más cercanos colaboradores durante la campaña electoral: Mi querido Alex el nuevo titular de Com. Social es Juan Ramon FLores su cel es *** el ID *** Nuevo Srio. Part. es Lic Miguel Angel Gonzalez, cel ***, el Nuevo ID de JORGE CORONA es *** un abrzo y seguimos en contacto avisame si llego el msj. por favor... (sic).

Pero no sólo es nuestro país, también se intervino a la primer ministro alemana, o a los socios y antagonistas comerciales. De acuerdo al libro, la NSA se vuelve un proveedor de datos para obtener ventajas comerciales, examinando las posturas de los otros antes de negociar, la situación real de las finanzas de una empresa o país, los trapitos sucios de quien se pueda ofrecer. Esto lo hace en colaboración con los gobiernos de Canadá, Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda.

Cuando los EU son capaces de conocer todo lo que todos están haciendo, diciendo, pensando y planeando - sus propios ciudadanos, poblaciones extranjeras, corporaciones internacionales, otros líderes de gobierno - su poder sobre esas facciones se maximiza. Esto es doblemente verdad si el gobierno opera en altos niveles de confidencialidad. El secreto se vuelve un espejo de un solo lado: el gobierno estadounidense ve lo que hace el resto del mundo, incluyendo su propia población, mientras nadie ve lo que ellos hacen. Es el desequilibrio perfecto, permite la más peligrosa de las condiciones humanas: el ejercicio de poder sin límites sin trasparencia o rendición de cuentas , se lee.

Greenwald dedica un capítulo analizar el efecto que provoca sobre los ciudadanos saberse vigilados a este extremo. Un efecto que se resume en pasividad, obediencia, complacencia e incómoda paranoia. Quizá por ello, las revelaciones no han sido respondidas con negativas por parte del gobierno, sino con persecución a los mensajeros. Una declaración de poder: no te quieres meter conmigo.

La parte final del libro es una condena a sus colegas mediáticos estadounidenses. Esos que fueron a la defensa de su gobierno sin tapujos. Los que vilipendiaron a Snowden y le desearon la muerte. Los que intentaron intimidar a propio autor con datos desenterrados de su vida personal.

La denuncia del libro es inquietante: un estado de vigilancia global, de represión a los que disienten (en Inglaterra, el gobierno supuestamente destruyó todos los discos duros de The Guardian para que no siguiera publicando secretos ). Peor aún, de su terrible ineficacia fuera del espionaje industrial, personal y comercial. Sentencia el autor: para todo lo que se almacena y analiza, ni un solo acto terrorista ha sido impedido por la NSA: ni las bombas en Boston, las matanzas masivas de Aurora o Sandy Hook, ni los otros planes de violencia exitosa o frustrada.

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