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Arte e Ideas

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Ya es navidá

Ya pasaron los muertos, ya es navidá. Recuerdo?esa frase de una ?columna de Germán Dehesa:? si ya pasaron los muertos, ora sí deme para mi navidá , le pedía un chamaco chamagoso en la calle.

Ya pasaron los muertos, ya es navidá. Recuerdo?esa frase de una ?columna de Germán Dehesa:? si ya pasaron los muertos, ora sí deme para mi navidá , le pedía un chamaco chamagoso en la calle.

No soy gran amante de la Navidad. Sin embargo, los adornos navideños me recuerdan mi infancia suburbana. El olor plástico de la escarcha y el papel fantasía para envolver regalos me regresa a la primaria.

También los adornos en los centros comerciales y los supermercados. Dice el antropólogo francés Marc Augé que ambos, los malls y los súper, son no lugares, es decir, espacios sin historia, sin personalidad hechos iguales uno tras otro. Es interesante esa teoría de Augé. Nosotros los suburbanos, tan posmodernos, vivimos rodeados de no lugares: lugares de comida rápida, cafeterías de cadena, cines multiplex, hasta las tienditas de la esquina son Oxxos, no tienditas de doña Mari. De acuerdo a Augé esos espacios no pueden hacerse?personales del mismo modo?que se hacía con viejos sitios como los mercados tradicionales, los cines viejos o lugares de oración. Desde el advenimiento de la cultura de masas, después de la primera Revolución?Industrial, los no lugares comenzaron a surgir como hongos tras la lluvia, listos para ser consumidos por la clase obrera que, por primera vez en la historia, podía gozar del dolce farniente: del tiempo libre antes sólo disfrutado por las clases dominantes. La revolución industrial trajo una nueva forma de esclavitud: la del consumo. ¿Recuerdan la tienda de raya de la época apenas anterior a nuestra revolución? En forma y con otro nombre se desarrolló en diversas zonas de producción. Se inventaron diversas razones para hacer gastar dinero a los trabajadores. Con el tiempo se crearon fechas específicas para gastar. Los siglos XIX y XX fueron el boom de los días festivos. Así la creación de la navidá tal como la conocemos hoy en día, una fiesta que, siguiendo con Augé, es el mejor ejemplo de un no lugar pero en la dimensión temporal. ¿Una no fecha?

Augé tiene varios libros. Todos son más o menos fáciles de conseguir en francés y en inglés, en español se esconden un poco más (¡hasta las librerías son ahora de cadena!), pero se consiguen si le echan ganas. Yo he leído Los no lugares: una ?introducción a la antropología de la supermodernidad (Gedisa) y el fantástico y divertidísimo ensayo In the metro (University of Minnesota Press), donde el antropólogo viaja por el metro de París. El metro es un lugar ambiguo para la teoría del no lugar: ¿es un espacio con personalidad e historia o es un espacio masivo sin rituales, sin recuerdos? Augé, en un acto de honestidad intelectual, analiza el metro y nos lleva por la entraña de París y también nos cuenta su propia narrativa personalísima con el metro. Dijo?Nietzsche que la filosofía era mera biografía. En In the metro, Augé abraza la premisa abiertamente. Nos cuenta su historia para que entendamos su teoría.

En fin. Tendrá razón Augé con respecto a los malls como no lugares pero yo tengo grandes recuerdos en centros comerciales, especialmente en Navidad.

Está la vez que mi mamá nos compró una pelota gigante que estalló nomás llegamos al carro. Está la vez que, a los cinco años, me perdí en Plaza Galerías ( la plaza de las estrellas ) y acabé, por suerte, de la mano de un policía al que le conté?toda mi vida. No lloraba, lloré?cuando vi a mi mamá bañada en llanto: solo así me di cuenta de que algo malo había pasado. También fue en un centro comercial donde recibí mi primer beso de amor, afuera de la plaza (¿no les encanta cómo le aplicamos un nombre histórico a este no lugar? Toma eso, Augé) en lo que aquel primer novio me dejaba para que me recogieran mis papás.

Bueno, ya es navidá. Hagan?su guardadito de lana para comprar todas las películas y libros que recomendaremos en su oportunidad aquí en Arte, ideas y gente. Son imperdibles nuestras recomendaciones de fin de año, casi quiero llorar de ternura cada vez que las leo.

concepcion.moreno@eleconomista.mx

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