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América y la conquista del medio campo
Antonio Mohamed apostó por el 4-1-3-2, estrategia que pobló la media cancha, en donde el parado de Tuca Ferreti no pudo hacerle frente.
Antonio Mohamed se va del América, pero no sin dejar un título como herencia y dar una cátedra táctica de la mano de una formación 4-1-3-2, estrategia con la que pobló la media cancha y que le ganó la partida a Ricardo Ferretti, quien apostó por arrancar con un 5-1-2-2, que de repente se convertía en 5-3-2, pero siempre en desventaja en la zona media del terreno de juego, en donde América tuvo mayoría de elementos y gestó el doceavo título del club azulcrema, ahora el más ganador del balompié nacional.
El Turco, quien anoche consiguió su segundo trofeo en la Liga MX como entrenador, utilizó esta formación por quinta ocasión en la campaña, quizá influenciado por quien fue su maestro en Toros Neza: Enrique Meza, estratega del cual aprendió mucho de lo que hoy sabe para obtener éxitos en el banquillo, y que hace seis meses fue finalista con Pachuca con un parado casi idéntico: 4-2-3-1, sacrificando un atacante, pero siempre con la media cancha bien poblada, para dificultar el tránsito de la pelota de los futbolistas rivales y tener acompañamiento para buscar hacer daño.
Pero en el caso específico de la final entre América y Tigres, las Águilas abrieron la puerta hacia el campeonato al colocar a Jesús Molina como medio de contención y una línea de tres volantes delante de él: Michael Arroyo por izquierda, Rubens Sambueza por el centro, pero siempre con libertad de moverse hacia cualquier costado, y Miguel Layún por derecha.
Todos estos mediocampistas estuvieron en ventaja contra los volantes de Tigres, ya que Egidio Arévalo siempre estaba retrasado, y los hombres que se encontraban delante sólo eran dos y estaban abiertos (Damián Álvarez y Gerardo Lugo o Guido Pizarro, ya que los segundos intercambiaban posiciones). Así es que con esta disposición táctica, los del Turco Mohamed siempre tenían un elemento más en esa zona del terreno de juego.
Fue por esto que pudo caer el primer gol, cuando en la salida de Tigres, poco antes de la media cancha, José Francisco Torres mandó una pelota comprometida a Egidio, quien sólo en ese sector, no tuvo quien lo ayudara a evitar que Arroyo le arrebatara la pelota, enfilara al área y decretara el empate.
Pero la apuesta de Tony no dio buenos resultados únicamente en la mitad de la cancha, porque cuando sus volantes se animaban a incorporarse al ataque y/o a pasar por las espaldas de sus compañeros para jalar marca, en ocasiones provocaban que los cinco zagueros visitantes quedaran mano a mano con Oribe, Zúñiga, Arroyo, Layún y Sambueza, provocando constantes faltas, vía que los ahora campeones aprovecharon para conseguir el segundo de la noche.
La apuesta de Mohamed por poblar la media cancha, tapar las vías de acceso de sus rivales y agruparse para ir al frente, siempre acompañado en bloque, no es una estrategia que tenga poco tiempo de emplearse en nuestro balompié.
Y es que del Apertura 2011 (cuando Tigres se coronó con Ferretti) a la fecha, es decir, las últimas siete finales, incluyendo cinco de ellas se apostó por tácticas que implican tener mayoría de elementos en el medio terreno con el 4-2-3-1 y ahora el 4-1-3-2.
Si bien El Turco no es el primero en emplearla, hay que aplaudirle que anoche arriesgó con Molina como único contención y puso delante de él a Sambueza, con obligación de meterse a ayudarle a recuperar, pero con toda la libertad de desprenderse hacia el frente y los costados, situación que desquició al equipo de Ricardo Ferretti, que de un segundo a otro veía cómo los dos delanteros azulcremas se convertían en cuatro o cinco, con la incorporación del mismo Rubens, Arroyo y Layún.
Antonio Mohamed se despidió anoche de América, pero su título y la manera en que movió sus piezas con ese 4-1-3-2 nunca serán olvidados y muy probablemente sí imitados.