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Victoria de Johnson, oxígeno para la economía británica
Expertos destacan que no habrá una marea de inversiones; la actividad seguirá en la trayectoria de crecimiento lento.
La contundente victoria de Boris Johnson en las elecciones legislativas británicas permitirá el Brexit a finales de enero y será un balón de oxígeno para la economía británica, la quinta del mundo, aunque el futuro cercano está también inundado de incertidumbre.
A corto plazo, los inversionistas parecían contentos. La Bolsa recibía los resultados electorales con euforia, con el índice FTSE 250, representativo de la economía británica, disparándose 4%, hasta llegar a récords históricos.
La libra, barómetro de los mercados sobre el Brexit, superó 1.35 dólares y alcanzó sus mejores niveles en 18 meses. Frente al euro, la divisa británica se situó brevemente al nivel de julio del 2016, poco después del referéndum sobre la salida de la Unión Europea (UE).
Inyectar millones de libras
Aunque un gran número de empresarios votó contra la salida de la UE, la mayoría pedía desde hacía meses que se disiparan las dudas político-económicas que lastraban el crecimiento, hoy en punto muerto.
Carolyn Fairbairn, directora general del CBI, la principal organización patronal británica, pidió a Boris Johnson “utilizar su sólido mandato para reconstruir la confianza y poner fin a un ciclo de incertidumbre” sobre el Brexit.
Más allá del Brexit, el nuevo gobierno debería marcar “el fin de una década de austeridad, y la economía debería pronto beneficiarse de un gran estímulo presupuestario”, destacó Ruth Gregory, de Capital Economics.
Los conservadores prometieron inyectar cientos de millones de libras en hospitales y transportes, en lo que llaman una “revolución de infraestructuras”, aunque esto pueda suponer aumentar la deuda y los déficits.
Entre las reacciones del viernes, la Federación de las Cámaras de Comercio pedía “reformar el impuesto sobre los locales comerciales”, una de las promesas de campaña del primer ministro.
Respecto al compromiso del Reino Unido para alcanzar la neutralidad de carbono en el 2050, los conservadores se muestran mucho menos ambiciosos que los laboristas, que habían prometido un green deal y colosales inversiones en la transición energética.
Crecimiento lento
Jonathan Portes, economista del centro de reflexión sobre el Brexit The UK in a Changing Europe, no espera grandes mejoras. No habrá una “marea de inversiones”, como auguró Boris Johnson, y si “hay quizás una mejora en el consumo será modesta”, agregó.
Según él, “la economía británica seguirá en una trayectoria de crecimiento lento”, especialmente porque el aumento de los gastos gubernamentales no será suficiente para “contrarrestar los daños en los servicios públicos” causados por una década de austeridad.
Con el acuerdo negociado por Boris Johnson, Reino Unido, incluyendo Irlanda del Norte, saldrá de la UE tras un periodo de transición de uno a tres años.
El verdadero desafío será el futuro tratado comercial de Reino Unido con el bloque europeo, ya que determinará las relaciones del país con su principal socio económico para las próximas décadas.
El centro de reflexión The UK in a Changing Europe prevé que el acuerdo defendido por Johnson podría hacer “reducir el Producto Interno Bruto por habitante del Reino Unido de 2.3 a 7%, en comparación con si se hubiera quedado en la UE”, en un plazo de 10 años.
Este dato se acerca a las previsiones que el gobierno británico había adelantado en un informe hace un año.
Según Portes, incluso si el futuro acuerdo comercial se apoya en la UE en términos de reglamentación, con aranceles mínimos o nulos, y sin cupos entre las transacciones UE-Reino Unido, el impacto económico no podrá ser totalmente neutralizado.