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Joaquín Lichtle, destacado compositor y director de orquesta mexicano, comparte sus experiencias de liderazgo y cumplimiento de metas
* En una orquesta se busca que los miembros sean proactivos en lugar de dependientes. Esto genera una sensación de valor en el individuo. Su lealtad y esfuerzo están garantizadas hacia el grupo.
No quiero explicar el liderazgo como muchos grandes ya lo han hecho antes. Mi intención es compartir mis experiencias como director del grupo Audire Soundtrack Choir & Orchestra mientras estudiaba en Berklee College of Music. De igual forma mis vivencias en Hollywood y más específicamente en la empresa de Hans Zimmer Bleeding Fingers Music.
Culturalmente he podido observar cómo nos enseñan que los lideres deben ser superiores, con uso de poder sobre los otros. Aunque es importante tomar las riendas de un proyecto en mi experiencia lo que realmente crea unidad es la sencillez y entrega a los demás. Es un ejercicio difícil pues poner el poder al servicio de la comunidad crea inseguridad de perder el control. Sin embargo, en una orquesta se busca que los miembros sean proactivos en lugar de ser dependientes. Esto surge del sentirse parte importante de la organización, sentirse que su colaboración tiene un impacto y esto genera una sensación de valor en el individuo. Por tanto, su lealtad y esfuerzo están garantizadas hacia el grupo.
Como líder uno de los retos más importantes es tener la credibilidad y la confianza de los miembros de un equipo. En cualquier organización, incluyendo una orquesta, este factor se logra a través del ejemplo y mostrando el conocimiento adquirido. Es un balance pues aun siendo la cabeza se necesita escuchar y aprender de los otros para corregir el rumbo si es necesario. Pude apreciar que la suma de estos factores llevaron a Audire Soundtrack Choir & Orchestra al éxito pues no solo daba lo mejor de mí y mi continua preparación sino también tomaba en cuenta las fortalezas de los miembros. De esta forma todos se sentían valorados y motivados a dar lo mejor de sí mismos pues entendían el impacto que generaban en los otros y la dirección del proyecto.
Cuando inicié mi trayectoria como director me faltaba práctica y me basaba en la experiencia de los miembros para guiar nuestros proyectos. Sin saberlo, esto resulto en miembros que fueron incondicionales en el grupo. Sabían lo relevantes que eran y por otro lado reconocían mi capacidad de liderazgo, de mirar las habilidades de cada uno y transformarlas en el mejor uso para el equipo.
No obstante, existen individuos que no tuvieron confianza en la visión y dirección del equipo. Hubo ocasiones en las que fui puesto a prueba, en particular al querer lograr la presentación más grande en la historia del grupo. El proyecto consistía en hacer una presentación en el Auditorio Kresge del Massachussets Institute Of Technology (MIT). Tuve la oportunidad de producir el concierto y también dirigir a más de 60 músicos de más de 15 países.
Durante esos años era el único director Latinoamericano de Berklee que dirigía fuera del aula y eso percibí generaba cierta desconfianza. En estos momentos de duda un líder autoritario generaría aún más inseguridad e inconformidad pues en su rigidez los miembros no encontrarían un punto de empatía y credibilidad, no se sentirían vistos y por tanto percibirían que el líder ha perdido la dirección. En el caso de Audire, mi acercamiento fue platicarlo con el equipo. Incluirlos en las dudas y las crisis explicando la visión y los planes que tenía y porque creía que el proyecto era exitoso. Los llevaba por escenarios de retos y los pasos a seguir para sobrellevarlos como grupo. Al explicar esto y por la inquietud de superarse hubo miembros que ofrecieron su ayuda sin necesidad de pedirla. Este enfoque generó invariablemente miembros proactivos que estarían dispuestos a sacrificar su tiempo y esfuerzo por el éxito común. A través del diálogo se pusieron las dudas y retos en claro y abrió las puertas a metas y recompensas tangibles.
Mas adelante hubo miembros que se confiaron de nuestros logros y por un momento bajaron la guardia en su exigencia. Con los cimientos que ya se habían sembrado fue mucho más sencillo ayudarles a retomar el esfuerzo y disciplina necesarios para lograr nuestros objetivos. La dinámica era a través del método socrático ¿Qué opinan de la ejecución de esta pieza? ¿Cómo podríamos mejorar? ¿Cómo podemos acercarnos mejor a nuestras metas? Generalmente el grupo es consciente de sus errores y saben como corregirlo. Con sus propias respuestas y reforzados con planeación de ensayos se creaban estrategias para lograr una mejor ejecución.
Hay lideres que dan particular énfasis a los errores y olvidan los éxitos. Aunque esta filosofía es efectiva, en mi experiencia, apuntar los éxitos con mayor frecuencia alimenta la motivación y dinámica del grupo. También generan comprensión de su avance, lo que hace falta y hacia donde van. Solo apuntar el fracaso genera desconfianza en las habilidades de los miembros, y aunque hay personas que tengan la firmeza y seguridad de salir adelante, incluso ellos perciben un juicio en su forma de actuar. Por tanto, aunque la exigencia puede ser muy elevada el éxito es igual de importante de apuntalar como las áreas de oportunidad. No con la intención de elevar nuestro ego y generar conformismo sino por el contrario para alimentar nuestra motivación, disciplina y mayor disposición para crecer. En este caso sería labor del líder mostrar esta ética de trabajo, que a su vez genera mayor satisfacción personal y por tanto mayor sentido de comunidad.
Pude ver los beneficios de mis vivencias como director al involucrarme en la industria de música para cine en Hollywood y particularmente trabajando para Bleeding Fingers, empresa liderada por Hans Zimmer y Russell Emmanuel. Ser parte de un equipo que satisface las necesidades musicales de proyectos de alcance mundial me hizo ver y analizar las dinámicas personales y de grupo. Con lo que aprendí dirigiendo a más de 60 músicos para mí fue una transición intuitiva.
En una industria donde la demanda es muy grande y los tiempos de entrega son cortos, la organización, planeación y trabajo en equipo son claves para lograrlo. En proyectos como Earth At Night: In Color (Apple TV) y Around The World In 80 Days (PBS) tuve el honor de ser el brazo derecho de Christian Lundberg (uno de los principales compositores del corporativo). Para lograrlos fué esencial contar con un sistema eficiente en donde se pudieran cumplir los tiempos de entrega y mantener la excelencia que se espera. El tener experiencia en áreas como compositor, orquestador, productor, director, soporte técnico y cierta práctica en edición de música me permitió ser un miembro critico en el equipo. Tuve el privilegio de contar con la confianza de Christian y Russell Emmanuel en Around The World In 80 Days al sugerir mejorías en el flujo de trabajo y entregas y, a su vez, en entrenar a los miembros del equipo a cumplir con los estándares de calidad. En el curso de ese y otros proyectos fue necesario que todos tuviéramos una preparación, profesionalismo y flexibilidad para que la oferta de los nuevos sistemas fuera tangible y viable. También tuve la oportunidad de aplicar lo aprendido cuando contribuí música original para canales de televisión tales como History Channel, A&E y FOX. En otras palabras, fui testigo de cómo las habilidades creativas y técnicas se nutrían entre sí para brindar un producto de alta calidad.
Hubo ciertos prejuicios que llegue a vivir al iniciar mi vida profesional en Hollywood. Lamentablemente y por la imagen que dan las noticias de nuestro querido México lo primero con lo que nos relacionan es con las partes más oscuras de nuestro país. Aun así, decidí colocar las metas antes que los estereotipos, y poco a poco fui demostrando quien realmente era. Las personas y equipos al ver los resultados estuvieron en disposición de tomarme en cuenta y abiertos a ver más allá de sus propias definiciones. Pude ver que mi preparación, ética de trabajo, y actitud de servicio generaron una perspectiva diferente de mí y, a su vez, mayores resultados para todos. Con esta actitud por delante y siendo el único mexicano en Bleeding Fingers siempre me sentí valorado. Me siento agradecido y orgulloso de poder decir que entre mis colegas soy visto con mucho respeto y reconocido como artista. Lo que aprendí de esta situación es que la excelencia puede derribar cualquier prejuicio y permitirnos alcanzar los objetivos que nos planteemos. Mas aún, que con este acercamiento y con la música siendo un lenguaje universal hay mayor posibilidad de empatizar y lograr una mayor integración como humanidad.
Hoy en día, con la oportunidad de seguir escribiendo música para proyectos en Estados Unidos y México, me veo en la posibilidad de aplicar todas estas vivencias y adaptarme a las necesidades cambiantes de los clientes y la industria. De esta forma, tengo la oportunidad de contribuir a la comunidad donde me encuentre. Invito a los jóvenes emprendedores de proyectos a no perder enfoque a pesar de los prejuicios, dudas, definiciones culturales y estereotipos. En especial a que sigan sus ideales y confíen en su preparación con firmeza, seguridad, sin perder su flexibilidad y servicio a los demás.
Joaquín Lichtle
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