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La planeación y corrección de errores
Le atribuyen a Albert Einstein la frase referente a que “la señal de la locura es pensar que se van a obtener mejores resultados haciendo lo mismo”. Lo he buscado y no he encontrado dicha referencia, aún cuando tendría mucho sentido que él lo hubiera dicho.
Lo anterior lo traigo a colación por que como resultado de la pandemia, ha habido muchas voces de que las cosas se pudieron hacer diferentes y se hubieran obtenido mejores resultados. El gran problema, no es que las personas encargadas de dirigir y administrar las entidades públicas y privadas se hayan equivocado, ya que nos enfrentamos a circunstancias que no se habían vivido. El verdadero problema es el no reconocer los errores, ya que haciéndolo podremos corregir el rumbo y obtener los resultados diferentes que queremos.
En artículos anteriores hemos discutido el tema de la planeación desde diferentes ángulos y que cualquier persona o empresario que es considerado exitoso, en gran medida, le debe el éxito a todos los errores y fracasos que incurrió antes de tener éxito, y que cada uno de ellos se convirtió en aprendizaje.
Existe otro dicho popular que versa que “nadie aprende en cabeza ajena”, aún que esto se cumple constantemente, no es totalmente cierto, de otra manera, la humanidad no hubiera progresado al estatus en el que estamos. El proceso de aprendizaje requiere que estudiemos todos aquellos conocimientos que la experiencia humana ha acumulado a través de prueba y error, o aplicando el método científico, que es pasar por el proceso de hipótesis, estudio, teoría, experimentación, y determinación de ley científica.
El director y administrador de cualquier entidad, tiene la obligación de aplicar los mejores y comprobados conocimientos en el proceso de planeación, analizando las alternativas y determinando cuáles de estas aplican mejor a las circunstancias. Todo lo anterior, debe ser reevaluado constantemente comparando los resultados obtenidos con lo esperado y verificar si después es necesario modificar o cambiar cualquier solución que la experiencia haya determinado como inadecuada y sustituirla con otra opción.
La existencia de cualquier entidad está ligada a sus objetivos y si estos no son cumplidos de la mejor manera posible, la entidad no tiene razón de ser. Los objetivos se van cumpliendo a partir de estrategias y planes de acción que a su vez están compuestas de metas específicas que se logran a través de tareas puntuales con fines definidos y metodologías específicas.
La función del administrador es verificar que todas las metodologías que son aplicadas a las tareas que cada integrante de la organización dentro de la entidad sean las adecuadas al cumplimiento de los fines de cada tarea para lograr que las metas sean cumplidas y por lo tanto, la entidad alcance sus objetivos.
Cualquier tarea que no cumpla con un fin alineado con las metas y objetivos, es una tarea que ya sea que está mal definida o simplemente es innecesaria. Por lo que el administrador será el máximo responsable si dichas tareas resultan ser inadecuadas, mal definidas o simplemente mal ejecutadas.