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El Empresario

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Niños olvidan los juguetes tradicionales

Publicidad, violencia y cambios culturales afectan el mercado.

En la carpintería de Pablo Mendoza se fabrican camiones, trenes, aviones y muñecos de madera que esperan despertar el 6 de enero bajo algún árbol de Navidad, a lado de una cama o en los brazos de algún pequeño.

“Hago juguetes desde hace 30 años, siempre de madera porque es con lo único que sé trabajar”, externó Pablo, entrevistado en su carpintería, ubicada cerca de la estación Guelatao del Metro, en el oriente de la ciudad de México.

“Luego me mandan a hacer mesas, sillas o roperos, pero prefiero hacer casitas de muñecas o un pelotón de soldados”, refirió.

Hasta hace algunos años, comentó, los niños todavía le pedían a los Reyes Magos juguetes como yoyos, baleros o camiones de madera, pero con el paso del tiempo han preferido dejarlos en el cajón del olvido y reemplazarlos por pistolas de dardos, lentes con visión de rayos X o videojuegos.

Influencia de la publicidad

Pablo Mendoza consideró que otro motivo por el que los niños no desean aprender trucos con el yoyo, es el fuerte bombardeo de anuncios comerciales sobre monstruos, muñecas y automóviles de carreras.

“Algunas personas dicen que mis juguetes son caros y que a los niños ni les van a gustar, yo les respondo que sólo se les cobra el material, la mano de obra y la creatividad”, comentó el artesano.

Como ejemplo mencionó que un carrito de bomberos cuesta 180 pesos; un avión, 200, y un muñeco parecido al personaje que le crece la nariz, 320 pesos.

El carpintero expresó que le da gusto que los pequeños conserven la tradición de enviarle cartas a los Reyes Magos, aunque reconoció que escuchó a un nieto decir que ahora se les mandan correos electrónicos.

“Me gusta ver cómo en las escuelas les piden los globos inflados con helio, que les amarren las cartas y que al subir el globo los chamacos le digan adiós”, manifestó.

Juguetes que juegan

Sobre el tema, el director del Museo del Juguete Antiguo México (Mujam), Roberto Shimizu, coincidió con la opinión de Pablo Mendoza, pues según su experiencia “la niñez ya no tiene juguetes para jugar, sino ahora los juguetes juegan con el niño”.

“Es algo que no entiendo, cómo cambió el ritmo social tan rápido. Antes con un patín del diablo jugaban hasta 12 personas, hoy los niños se la pasan sentados jugando en la computadora”, comentó.

Shimizu, habitante de la colonia Roma, recordó que cuando era pequeño sus padres atendían una dulcería que también ofertaba regalos, por lo que tenía la oportunidad de conocer algunos juguetes antes que los demás niños.

En este contexto, opinó que es comprensible el auge de los juegos de video ante el balero o el trompo, pues los padres ya no tienen tiempo de cuidar a los hijos, de enseñarles a girar el trompo o de patear una pelota.

Los factores

“La inseguridad es un factor importante en este cambio, los jefes de familia ya no dejan salir a la calle a los niños, no les gusta que entren extraños a su casa. Tal vez por eso les compren accesorios para un juego individual a los chiquillos”, expresó el responsable del Mujam.

Pese al olvido que sufren los trenes, aviones, barcos de madera y muñecas de trapo, Roberto Shimizu admitió que él no está en contra de los avances tecnológicos, pues es parte del ser humano evolucionar y cambiar.

“A mis hijos los eduqué tanto con juguetes como con videojuegos, un poco de todo. Es importante tener de todo un poco para probar y saber qué nos agrada, pero en exceso nada es bueno”, finalizó el arquitecto.

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