Buscar
Empresas

Lectura 5:00 min

Gas natural licuado: el guiño de la 4T a la EU

En medio de las tensiones con EU por el estatismo energético obradorista, se abre un área de diálogo con las empresas de ese país para que México se convierta en una plataforma para la exportación de gas natural licuado con destino hacia Asia.

Foto: A pesar de las confrontaciones que se viven en otros ámbitos, avanzan los proyectos para enviar GNL estadounidense desde México. Foto: Cuartoscuro.

Foto: A pesar de las confrontaciones que se viven en otros ámbitos, avanzan los proyectos para enviar GNL estadounidense desde México. Foto: Cuartoscuro.

El gas natural licuado (GNL) que se obtiene luego del proceso de congelamiento del hidrocarburo para pasarlo de su estado natural al líquido comprimido que al llegar a su destino se calienta y vuelve a su volumen gaseoso, es la única forma de obtener gas natural en la mayor parte de Europa y Asia, oportunidad que no dejarán pasar los sectores público y privado de México y Estados Unidos, por lo que a pesar de las confrontaciones que se viven en otros ámbitos, avanzan en los proyectos para enviar GNL estadounidense desde México.

Y es que la coyuntura no puede desperdiciarse: Rusia y los países asiáticos que conformaban la URSS no recuperarían los costos de construir gasoductos hacia Japón, Corea y Taiwan, que son los mayores consumidores de gas, además de que otros como Singapur y Vietnam piden el hidrocarburo. Hacia Europa, Rusia también ha restringido sus envíos porque la invasión a Ucrania va contra de los tratados de paz de la región. Así que el GNL que reciben cuesta como mínimo 60% más de lo que cuesta en el mercado local americano el gas spot Henry Hub, aunque puede costar hasta el triple.

Así lo explicó a El Economista, Eduardo Prud’homme, quien fuera titular de la Unidad de Gestión Técnica y Planeación del Centro Nacional de Control de Gas Natural (Cenagas), hoy consultor de asuntos energéticos en Gadex, quien recordó que la normativa ambiental de California es demasiado rígida y tomaría demasiado construir una instalación para comprimir el gas shale del cual Estados Unidos es superavitario. Pero como se han dado cuenta que existe la misma distancia entre el hub de Waha y el Golfo que los ductos transfronterizos de Sásabe en Sonora, vale la pena llevar el gas al Pacífico y luego transportarlo por ducto a México.

Estos ductos son parte del sistema North Baja, de TC Energía (TransCanadá) y no del Sistema Nacional de Transporte de Gas Natural (Sistrangas) así que no estarán obligados a comprar el hidrocarburo a Petróleos Mexicanos o a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) como lo exige la nueva directiva de la Secretaría de Energía.

Así que, el proyecto más avanzado es el de Sempra entre Rosarito y Ensenada, Baja California, denominado Energía Costa Azul, que en sus orígenes fue apalancado para proveer de gas a la Península, pero al cual se le realiza una reconversión para que también reciba gas por ducto, lo licúe y exporte por el Pacífico, ahorrando hasta ocho días de transporte en comparación con las rutas del Ártico o el Atlántico.

“¿Qué deja esto a México? Desarrollo regional, disponibilidad de gas, empleo y la integración que se necesita en la frontera, que no se puede deshacer ni decretar, que funciona así porque es eficiente para todos”, dijo el experto, quien recordó otro proyecto de Sempra: mediante los ductos Sásabe-Guaymas, se puede llevar el gas a Puerto Libertad y ahí comprimirlo para transportarlo como GNL por el Pacífico.

Además, recordó que la razón de la directiva de la Secretaría de Energía para que se le compre el gas como intermediario sobre todo a la CFE es el volumen de gas que tiene reservado la empresa en ductos de ambos países, apalancados con sus inversiones. Por lo que también hay otros proyectos que muy posiblemente arranquen en esta administración, como el de Topolobampo, Sinaloa, que utilizará el gas texano para llevarlo también a Asia por el Pacífico.

El director de la CFE, Manuel Bartlett, dijo que la que fuera únicamente trader de gas, New Fortress, adquirió a la empresa Golar y se asociará con la CFE con una inversión de 2,200 millones de dólares con el fin de fortalecer su posición en los mercados internacionales al convertirse en socio hasta llegar a 20% de participación en un proyecto en Baja California Sur, cerca de La Paz para resolver el suministro de gas natural en la entidad, pero en un año buscará tener condiciones para exportar el GNL.

Efraín Téllez, socio de Enix, especialista en mercados y regulación del sector energético y quien fuera director de Análisis Económico de la CRE, explicó a El Economista que además están los proyectos en los que se involucra al Golfo de México, como la terminal de recepción de Altamira, Tamaulipas, con la que la CFE recibe el gas y puede utilizar excedentes para su reexportación.Pero también hay otros como el transporte del gas desde el ducto marino Texas Tuxpan hacia el Istmo, con el fin de llevarlo a Salina Cruz y de ahí iniciar su reexportación.

“Son proyectos rentables y atractivos de la CFE y son benéficos siempre y cuando no intenten con ello obstruir el trabajo de sus competidores”, dijo Efraín Téllez.

Así, los proyectos a la vista son: Energía Costa Azul, en Baja California Norte; Sásabe-Guaymas-Puerto Libertad en Sonora; Topolobampo, en Sinaloa; La Paz, Baja California Sur; Salina Cruz, Oaxaca; y Altamira, Tamaulipas.

 

 

México –que realiza casi 100% de sus importaciones desde Estados Unidos por ducto– se mantiene como el principal cliente de su país vecino, pero ha perdido terreno a medida que Estados Unidos eleva sus envíos de gas natural licuado a mercados como el europeo.

El auge de las exportaciones estadounidenses de gas natural licuado ha venido de la mano de su mayor precio, en medio de la escasez provocada por el conflicto ruso-ucraniano.

karol.garcia@eleconomista.mx

Temas relacionados

Karol García es reportera de Empresas y Negocios.

Únete infórmate descubre

Suscríbete a nuestros
Newsletters

Ve a nuestros Newslettersregístrate aquí

Últimas noticias

Noticias Recomendadas

Suscríbete