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Los tribunales especializados validan y ponen el punto final en telecomunicaciones: Clara Luz Álvarez
La excomisionada de Cofetel habla sobre los resultados de su primera investigación al trabajo de los tribunales especializados en telecomunicaciones, radiodifusión y competencia económica, a siete años de su creación con la reforma sectorial de 2013.
Clara Luz Álvarez es uno de los personajes más queridos y respetados en la industria mexicana de telecomunicaciones por su constante investigación del sector. Se licenció en derecho en la Universidad de las Américas y luego se hizo maestra y doctora en materia jurídica en New York University y la Universidad Panamericana. Ha sido docente, conferencista y hasta periodista.
Se le recuerda mucho también por su paso hace quince años en la entonces Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel), después a la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) y luego como parte del consejo consultivo del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT). Ha escrito media docena de libros y el más reciente es “Tribunales Especializados en Telecomunicaciones, experiencias y estadísticas”, que presentará por Internet en la tarde del martes 18 de agosto y del que cuenta un poco aquí.
—¿Está contenta con su libro, Clara Luz? ¿Qué tendrá este título: “Tribunales Especializados en Telecomunicaciones, experiencias y estadísticas”, que ahora mismo tiene 300 favoritos en Twitter?
—Sinceramente estoy muy contenta, tardé más de un año en llegar a este punto. El eco que ha tenido el libro en redes me sorprendió. Normalmente en Twitter me darán un retuit o dos. Pero este ha tenido un fuerte revuelo de quienes están en la industria y eso me causa sorpresa por la atención que ha despertado. Yo sólo espero que sea considerado como lo que es, una investigación, y que sea de utilidad para quienes gusten leerlo, sea de nuestro sector o del público en general.
—En mí despierta una atención porque, creo, nadie ha escrito todavía nada sobre los tribunales especializados, porque son recientes y además me causa, permítame decirlo así, un cierto morbo telecom…
—La idea es de mucho antes y un poco respondiendo ese punto, está comentado por personas que hacen esta industria; algunas, sí, muy reconocidas. La investigación duró un poco más de un año. Lo que ustedes leerán en el libro es lo que se llevó un año. Esta investigación fue hecha gracias al fondo de investigación de la Universidad Panamericana (UP). Es uno de los proyectos de investigación que está apoyando la UP.
Ya desde hace mucho tiempo quería investigar esto y la gente que podría apoyarme, me decía: “nosotros participamos, hazlo”, pero de alguna manera podrían ser ellos juez y parte y entonces mejor busqué que fuera una investigación independiente. Porque la Universidad Panamericana no tiene un interés en las telecomunicaciones; ni en el regulador, ni en el sistema judicial y menos es agente regulado. Todo eso me permitió sacar una investigación limpia, porque la UP crea un ambiente de imparcialidad al momento de la realización de la investigación. Este libro es resultado de ese auspicio de la Universidad Panamericana.
Son 200 ejemplares físicos que se imprimieron, más la versión en Kindle y habrá algunas versiones electrónicas en la biblioteca de la Universidad Panamericana.
—¿De qué más trata el libro en sí? ¿De jueces, amparos, tribunales o juzgados o casos emblemáticos del sector? Disculpe de antemano si patino con los términos jurídicos.
—Este libro le puede interesar a cualquier persona que esté en el medio de telecomunicaciones, radiodifusión o competencia económica, porque los tribunales son los que ponen el punto final en los temas de telecomunicaciones y radiodifusión, que luego a muchos se nos olvida. Recoge mucho trabajo ya hecho para reconocerse y otras cuestiones que tendrían que mejorarse, como es el caso de las periciales.
Cuando hablamos de temas de telecomunicaciones existen muchos aspectos técnicos, económicos o de política pública y todo esto es lo que resuelve el regulador, y cuando finalmente por alguna razón llega a estos tribunales, ellos son lo que tendrán que resolver.
La intención de crear los tribunales especializados era para que los que llevan la justicia tuvieran una comprensión no sólo del derecho, porque eso los magistrados y los jueces ya lo conocían, sino para que también pudieran tener ese conocimiento técnico y económico que está dentro de los asuntos que van a resolver. Cuando hay un aspecto netamente técnico o netamente económico, muchas veces las partes ofrecen periciales para que sea un experto en el tema para que se pronuncie, por ejemplo, en un aspecto de frecuencia, en un aspecto de los modelos de costos, etcétera.
Entonces, en el libro van a encontrar cuáles fueron las opiniones de estos actores relevantes, por ejemplo, respecto a las periciales. También encontrarán porqué algunos actores del sector consideran que el estándar de revisión se ha vuelto mucho más profundo y más elevado en estos tribunales especializados, que en los tribunales administrativos generales. Y luego, si nos enfocamos a la parte de estadística y que además es otra metodología distinta a la que recogió la experiencia de los actores relevantes, podrán encontrar, por ejemplo, la duración promedio de los asuntos netamente de telecomunicaciones.
—¿Cree usted que siete años de existencia que tienen los tribunales especializados son suficientes para hallar experiencia suficiente como para hacer un buen diagnóstico de lo que hacen estos organismos?
—Los tribunales especializados en telecomunicaciones y competencia económica se crearon a partir de la reforma constitucional de 2013. Ellos son un caso emblemático, porque nacían a un sector con litigios excesivos y no sólo eso, sino los que jueces y tribunales otorgaban la suspensión de los actos de los reguladores. En ese contexto es cuando surgen estos tribunales especializados y han sido, digamos, por una parte muy aplaudidos y por otra muy criticados. La crítica principal ha sido en opinión de muchos actores, que los tribunales han dado mucho la razón, en concreto, al Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) y es justamente donde surge la inquietud de hacer una investigación que tuviera por objeto recoger la experiencia de los actores relevantes en la justicia especializada y con distintas perspectivas.
Este libro plasma esas experiencias, tanto de jueces, magistrados, el IFT o de litigantes del sector y de los preponderantes o la experiencia de los concesionarios de uso social indígena. De alguna manera se buscó que se retomara esa experiencia. Aquí, el objetivo no era sacar una calificación a estos tribunales, sino saber esas distintas perspectivas.
Estos tribunales, respecto a otros, son muy recientes, sí que tienen siete años de haberse creado. Pero en siete años tienen camino andado y han sentado criterios aplaudidos y criticados. Después de recoger las experiencias de actores relevantes en el sector, la mayoría opina que ha sido positiva por varias razones, porque existe profundidad a la hora de analizar las demandas y las pretensiones de las partes y porque también ha habido una clara disminución de los tiempos. Hay que también decir que algunos actores relevantes consideraron que estos tribunales no deberían existir y que la experiencia, en opinión de estas personas, había sido negativa.
Lo que van a encontrar en la parte de investigación de experiencias es que va estar temáticamente dividido en balance de este tiempo, el tema de periciales, selección de juzgadores y además hago citas textuales de lo que refirieron las distintas personas entrevistadas para que el lector pueda leer tal cuál se expresaron y cómo se expresaron los entrevistados en cada uno de los temas.
—Mencionaba que buscó el apoyo de la Universidad Panamericana por un tema de imparcialidad. En una pregunta similar, ¿cuál es la razón de que no se conozcan las identidades de quienes comentan su libro?
—Como parte de la metodología de la investigación, es confidencial la lista de las personas que entrevisté. Cuando lean el libro, notarán que no escribo el nombre de las personas ni elementos que permitan identificar cuál es el rol que ocupan esas personas, porque si no, por su grado de relevancia, los lectores van llegar a saber quién dijo tal cosa. Lo que busqué fue que pudieran ser lo más auténticos en sus opiniones, sabiendo que existe confidencialidad en todo lo que dijeron y que no se revelaría la identidad de las personas que han participado.
La mayoría de los entrevistados tienen mucho más de veinte años de experiencia y tienen conocimiento en litigio antes como después de la creación de los tribunales especializados. Es decir, todos tenían experiencia en asuntos de telecomunicaciones y de competencia económica antes de la creación de los tribunales y después, y esto da una rica experiencia, porque les tocó una gran etapa entre vivir lo de antes y vivir lo actual. Lo que puedo decir es que comenta gente que ha resuelto temas sensibles.
—¿Qué casos emblemáticos podría adelantar que se citarán como ejemplos en su libro? En lo particular se me ocurren temas como la tarifa cero de Telmex, el poder sustancial de Televisa en televisión y el efecto club de Telcel que en algún momento pasaron por los tribunales especializados.
—Uno de los casos que menciono es el tema de la Licitación 20 y 21, porque muchas veces en los tribunales se les otorgaba la suspensión a los concesionarios y entonces quedaba parada el actuar del regulador. Antes de la reforma constitucional, dependiendo de la estrategia de litigio, se podían ir a un recurso de revisión con la propia autoridad administrativa, después seguir un juicio de nulidad, para terminar luego en un juicio de amparo. O bien, podían irse al amparo directo y luego un recurso ante el propio poder judicial federal. Era todo muy complicado para el regulador y además no tenía un apoyo como pudieran ser ahora los tribunales.
Cuando viene la reforma sectorial se dicen básicamente dos cosas en esta materia, primero, como medio de defensa será el amparo indirecto y segundo, no se van a otorgar suspensiones a los actos ni a las normas que emita el IFT. Entonces esto viene a cambiar la dinámica. No hay suspensión y todo lo que haga o deje de hacer el IFT seguirá su curso hasta que defina el tribunal en última instancia.
Antes un litigio y el caso emblemático aquí que también está en el libro, fue cuando la extinta Comisión Federal de Competencia determinó que Telmex era dominante y el litigio duró años, hasta que diez años después se decidió cerrar el expediente. Ese tipo de casos suspendía el actuar de las autoridades. Litigio tras litigio que duraba seis, siete u ocho años en resolverse. Ahora, adelanto de las cosas que vienen en el libro, digamos que en promedio los juicios en telecomunicaciones, de principio a fin, tardan un año con un mes, en promedio.
Habrá algunos que se van a la Suprema Corte, como la tarifa cero y tardan más tiempo. Y habrá algunos casos de mayor complejidad, que requieren más estudio, y por tanto se llevarán más tiempo. Estamos hablando de todas maneras de plazos más reducidos de los que existían antes. Es otro factor positivo de estos tribunales.
De los primeros asuntos también de mayor relevancia, fue cuando se confirmó la determinación del IFT sobre quiénes formaban el grupo económico del preponderante de radiodifusión. Este fue un asunto que se determinó en los tribunales especializados.
—Hablando del regulador, coincidirá que el IFT es de reconocimiento internacional y tiene mucho trabajo impecable hecho. Pero aun siendo el hijo bonito de la reforma, siempre está siendo apaleado. ¿Cómo calificaría a los tribunales especializados?
—Estos para nada son el hermano feo. Son los que ayudan al IFT con la carga de propiciar un ambiente equilibrado. Tienen una importancia, no digo que mayor al regulador, pero sí similar a la que tiene el regulador. Pueden ser un respaldo o pueden ser un rechazo. Allí es donde viene la importancia de estos tribunales, porque el regulador puede emitir una norma o puede emitir un acto de autoridad que diga “vamos con esto” y los tribunales al momento de analizar pueden decir no, que ese acto violenta los derechos humanos o que ese acto es contrario a los derechos fundamentales y por tanto, pueden tumbar la resolución del regulador.
Los tribunales especializados deben considerarse parte de toda la cadena de la política regulatoria y política pública de telecomunicaciones y no sólo considerar al IFT como quien forma esto. Yo sé que cuando hablamos de tribunales suena que solamente es un ámbito de los abogados, pero realmente no es así. Cualquier interesado en el sector de telecomunicaciones debe tener un interés en estos tribunales, porque ellos son quienes validan y no las resoluciones del IFT; quienes abren y cierran la puerta, quienes ponen el candado. Son los que escriben punto el final de los temas de telecomunicaciones.