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Tirasavia, una experiencia de sabores mezclados con vino y culturas

Los suscriptores de Club El Economista se dieron cita en Tirasavia, ubicado en el número 108 de la avenida Bucareli donde tuvieron la oportunidad de degustar antes que nadie el nuevo menú de otoño.

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La noche del lunes 27 de agosto, los suscriptores de Club El Economista asistieron a la experiencia ofrecida por el restaurante Tirasavia, ubicado en el número 108 de la Avenida Bucareli, donde se puso a prueba su paladar con una experiencia protagonizada por cuatro vinos espumosos, tres platillos elaborados con la fusión de varias cocinas del mundo y un postre.

Tirasavia (cuyo nombre evoca la rama de una planta cortada que vuelve a crecer) abrió sus puertas en septiembre de 2023, fundado por el chef mexicano Allan Feldman que, después de egresar del Culinary Institute of America y hacer una larga carrera culinaria en Nueva York, regresó a Ciudad de México para desarrollar la propuesta de una cocina sencilla, honesta e internacional, con influencias desde Marruecos, hasta Italia y Alemania.

“Surge del concepto de la granja a la mesa, debido a que en la Ciudad de México no había restaurantes con ese concepto, por ello surge Tirasavia. El menú está basado en todos los lugares donde he vivido, desde Estados Unidos, Medio Oriente, China, México, etc. y con base en esto logré crear el menú y el concepto de Tirasavia”, dijo Allan Feldman, chef y fundador de Tirasavia.

Los platillos y los vinos en cuatro tiempos

La experiencia hosteada por Allan Feldman dio inicio con la degustación del primer vino llamado Sisquella, originario de España, un vino blanco con una base de garnacha blanca y notas frutales, cítricos, miel y almendras. La degustación fue guiada por el sommelier Christopher Plascencia, encargado de la compañía de importaciones Cantabria.

“Se dice que hay vinos que le gustan a la gente y vinos que no le gustan, pero un buen vino es el que a ti te gusta. Obviamente hay calidades de vino, vinos que son de base, vinos con características que los vuelven más complejos”, afirmó Christopher Plascencia, sommelier encargado de la experiencia.

Posteriormente, el primer platillo servido a los suscriptores fue un Crudo de kampachi, hecho con base en kampachi (pescado japonés), limón persa, limón sin semilla, tomatillo y jengibre, acompañado con guarniciones de aguacate, chile serrano, cilantro y aceite de tres chiles secos. Se trata de una técnica japonesa con ingredientes de las recetas originales e ingredientes mexicanos.

Para el segundo tiempo, se les sirvió a los asistentes un vino blanco de la denominación de origen controlada Vinho Verde en Portugal llamado Superior, con notas cítricas, flores como jazmín y rosas blancas, posteriormente, se les sirvió un plato de arroz negro frito que comienza con un arroz negro español con el cual se hace un yakimeshi, terminado con un alioli de ajo rostizado con una salsa con base en pimientos romescos, calamar salteado con aceite de olivo, limón, tinta de calamar, terminado con ralladura de limón persa.

En el tercer tiempo, el vino dado a los presentes fue un vino tinto originario de España llamado La Cueva Colorá, elaborado con una variedad de uva conocida como cencibel o tempranillo, con un sabor de frutalidad otorgado por ciruela negra, ciruela pasa y arándanos, así como café.

Este vino es ideal para acompañarse con carne, por ello, el tercer plato consistió en un Short ribs angus, que fue braseado por 12 horas con un puré de papas de dos cocciones, la primera fue rostizada para sacar lo dulce de la papa y la segunda preparada en olla con queso mascarpone para darle una textura cremosa.

Por último, el cuarto vino fue un espumoso llamado Flocs, un cava tradicional superior compuesto por diversas uvas como charelo, macabeo, parellada y chardonnay, desprendiendo aromas de flores blancas, manzana y cítricos, con una burbuja fina y bien integrada con una acidez refrescante.  

Este burbujeante vino se acompañó de un postre conformado por un merengue con frutos rojos y helado de vainilla Pavlova deconstruido preparado con merengue hecho en casa, que se rompe sobre el plato y se acompaña con helado de vainilla y salsa de frutos rojos (mora azul y fresa).

Los cuatro vinos que consintieron el paladar de los suscriptores de Club El Economista, fueron provistos por la tienda Mercado Gama, dirigida por María José Abascal Miguel, que ofrece una amplia selección de productos y vinos de alta calidad, adaptados a diferentes públicos y estilos.

La experiencia de los suscriptores de Club El Economista

Para Liliana Martínez, suscriptora de Club El Economista, la experiencia fue increíble por todos los platillos que le parecieron deliciosos, además se mostró impresionada por el curriculum del chef Allan Feldman.

Por su parte, Víctor Hugo Fonseca, suscriptor desde hace un año, afirmó que la velada fue magnifica, siendo el vino Superior de Portugal el que más le gustó, junto con el platillo compuesto por arroz negro.

Así mismo, Gabriel Estrada, suscriptor desde hace 10 años, aseguró que el vino Superior de Portugal le pareció fascinante por su frescura, mientras que la carne con puré de papas al ser un platillo que se derrite en la boca.

Si quieres ser parte de este tipo de experiencias únicas e increíbles, suscríbete a Club El Economista.

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