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Empresas frente al reto ESG: estrategia y no una opción
La sostenibilidad es esencial para la competitividad empresarial, implicando integración estratégica y financiamiento verde.

DoGood People traduce los objetivos ESG empresariales en acciones concretas y medibles, asignadas según el rol de cada empleado. Foto: Shutterstock
La sostenibilidad dejó de ser una elección para las empresas. Hoy, se ha convertido en una necesidad estratégica para mantenerse competitivas, atraer inversión y responder a una sociedad más informada y exigente. Así lo afirma Virginia García Aragón, directora y fundadora de DoGood People en México, quien compartió su visión sobre las principales tendencias en torno a los criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza).
Uno de los grandes movimientos que ha impactado en la forma en que las compañías abordan la sostenibilidad es la reciente aprobación de la ley Omnibus en Estados Unidos. Aunque su origen es europeo, esta legislación ha comenzado a tener eco a nivel global. Según García Aragón, esta ley promueve una menor carga de reporteo en sostenibilidad, lo que podría traducirse en más flexibilidad, pero también en nuevos desafíos: “Las empresas ya no tienen tan claro cómo integrar transversalmente la sostenibilidad en sus operaciones, desde los proveedores hasta los consumidores”.
Muchas compañías enfrentan un problema estructural: no saben cómo convertir la sostenibilidad en una práctica operativa diaria. Las estrategias no siempre bajan del discurso a la ejecución. De ahí que las soluciones tecnológicas estén tomando fuerza. “Las empresas necesitan herramientas que no solo les digan en qué punto están, sino que les indiquen qué hacer, cómo y en qué momento”, explica.
Uno de los conceptos clave que comienza a ganar terreno es la vinculación de la retribución económica de los altos directivos con objetivos sostenibles. Ya no basta con tener iniciativas aisladas como voluntariados o campañas ambientales; ahora, los bonos y recompensas comienzan a depender de logros concretos: reducir la huella hídrica, disminuir el uso de papel o implementar prácticas sostenibles en la cadena de valor. Esto, asegura García Aragón, “ha funcionado como una palanca poderosa para escalar los compromisos ambientales y sociales dentro de las organizaciones”.
Otra tendencia que cobra relevancia es el financiamiento verde. Cada vez más inversionistas buscan colocar su capital en proyectos que no solo prometen rentabilidad económica, sino también impacto positivo en lo social y ambiental. Las empresas que no se alinean a estos principios no solo pierden atractivo para los consumidores, también pierden acceso a beneficios financieros. “Hay bancos que ajustan las tasas de interés en función de las calificaciones ESG que recibe una empresa”, advierte.
En ese sentido, el nearshoring también ha puesto presión sobre las empresas mexicanas. Para que el país pueda ser parte activa de esta reconfiguración de las cadenas globales de suministro, es indispensable que sus compañías cumplan con estándares de sostenibilidad. De lo contrario, no podrán formar parte de cadenas de valor internacionales más exigentes.
Respecto a las pymes, García Aragón asegura que también pueden adoptar prácticas sostenibles sin incurrir en altos costos. A inicios de este año entraron en vigor las NIS (Normas de Información de la Sostenibilidad), diseñadas especialmente para las pymes. Estas normas permiten integrar los criterios ESG en las operaciones diarias, sin necesidad de grandes presupuestos.
El principal reto sigue siendo cultural. Muchas organizaciones aún consideran la sostenibilidad como un accesorio, cuando en realidad debe convertirse en parte del núcleo estratégico. Para ello, García Aragón recomienda realizar un estudio de materialidad que permita identificar los objetivos más relevantes para cada empresa, trazar un plan de acción y apoyarse en herramientas digitales para medir avances.
“Ya no es un tema de marketing, ni un ‘plus’ que las empresas puedan usar a conveniencia. No adaptarse a estas nuevas dinámicas implica quedarse fuera de la competencia”, concluye.