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Finanzas Personales

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Codicia y riesgo en la toma de decisiones financieras

Toda medida que compromete el patrimonio debe ser tomada, ante todo, con prudencia.

La codicia es el pozo sin fondo, en el que la persona se agota en el esfuerzo infinito de satisfacer una necesidad, sin alcanzar jamás la satisfacción.

Erich Fromm, psicólogo y filósofo alemán

A partir de la crisis financiera del 2008, la mayoría de las economías del mundo recurrieron a la disminución de las tasas de referencia como mecanismo orientado a apoyar la reactivación económica. Por ello y por una persistente caída de la inflación en economías como la mexicana, el nivel de rendimiento disminuyó significativamente. Por primera vez en mucho tiempo, instrumentos gubernamentales como los Cetes presentaron rendimientos reales negativos, es decir, inferiores al nivel de la inflación.

Particularmente, en los instrumentos que están al alcance de los ahorradores promedio del país, los rendimientos presentaron disminuciones significativas, acentuándose la tendencia a que la mayoría de estos activos sea incluso inferior a la inflación.

Pero además del problema evidente de que el ahorro de las personas presenta un rendimiento reducido, en muchos casos inferior a la inflación; con el consecuente deterioro de la capacidad de compra de los recursos ahorrados; se presenta un problema adicional que puede provocar efectos negativos más profundos para las familias ahorradoras.

En este entorno, se hace propicio el surgimiento de ofertas financieras que de forma en muchas ocasiones poco clara, en otras, evidentemente distorsionando la realidad y en todas ellas apelando a un factor de conducta financiera buscan atraer nuevos clientes con la promesa de rendimientos exageradamente altos en el entorno de tasas bajas ya descrito.

Lo anterior es posible porque un factor presente en la conducta económica de las personas es la codicia; elemento central en muchos de los modelos económicos existentes.

El problema central en este caso particular es que la codicia se conjunta con la falta de información financiera adecuada y ello lleva a tomar decisiones no sólo incorrectas, sino gravemente perjudiciales para las familias ahorradoras.

En México, es posible encontrar productos financieros que presentan las que aparentemente son extraordinarias posibilidades de retorno basadas en supuestos frágiles y, en muchos casos, falsos.

Algunos vehículos financieros, que operan bajo distintas figuras autorizadas en el sistema financiero nacional, presentan a los potenciales consumidores la oferta de rendimientos garantizados de niveles superiores a 8% anual, desde cualquier cantidad que se ahorre.

Es fundamental recordar que los rendimientos en una economía son determinados por muchos elementos, pero dos fundamentales para entender un nivel de rendimiento posible son: por un lado, la inflación (a partir del cual un ahorro no perdería capacidad de compra); siendo el segundo la premisa básica de que el rendimiento responde al riesgo financiero de la inversión.

En inversiones para ahorradores promedio, es deseable obtener un rendimiento que sea superior a la inflación, pero en la medida que el objetivo del rendimiento crece, lo hace en igual medida el riesgo implícito la inversión. Un producto financiero que hoy ofreciera un rendimiento garantizado de 9% (considerando una inflación anualizada de menos de 3%) implicaría que el rendimiento esperado es de tres veces el nivel del inflación, por lo que el riesgo asociado a esa inversión es significativamente mayor al de una inversión que pague como retorno la inflación.

Algunos de estos instrumentos basan su rendimiento en que los recursos captados son prestados a tasas sumamente elevadas (superiores a 100% anual) y a personas de calidad crediticia inferior. El riesgo estriba precisamente en que esa cartera de mala calidad y con intereses excesivos deje de pagar y, entonces, no sólo estará comprometido el rendimiento ofrecido, sino incluso la recuperación del capital inicial ahorrado.

Toda decisión financiera que compromete el patrimonio y el ahorro de las familias debe ser tomada ante todo con prudencia y limitando el sentido de codicia que puede llevar a tomar decisiones equivocadas cuyas consecuencias no tienen solución posible.

Desafortunadamente, en la historia reciente de nuestro país, existen experiencias similares sin que a la fecha hayamos podido crear las condiciones (regulatorias y de educación financiera) necesarias para evitar que más familias comprometan el patrimonio presente y futuro de sus familias.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM y Director General de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.

Síguelo en Twitter @martinezsolares.

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