Bloque conservador lidera las elecciones de Noruega

El bloque conservador gobernante de Noruega, dirigido por la primera ministra saliente, Erna Solberg, lideraba por un escaso margen las elecciones legislativas organizadas este lunes en el rico país nórdico.

Según las proyecciones oficiales realizadas tras el recuento del 45% de los votos, que todavía podrían variar, el partido conservador y lo populistas moderados del Partido del Progreso (antiinmigración) obtendrían, junto a dos formaciones de centro-derecha, una mayoría de 89 escaños, del total de 169 del Parlamento.

Una victoria final dependerá de la capacidad de los partidos de centro-derecha, los liberales y los democratacristianos, de superar el umbral del 4% necesario para encadenar otro mandato, una cifra que rondaban ambas formaciones al inicio del recuento.

Los resultados provisionales, que deberían irse precisando a lo largo de la noche, confirmarían las previsiones del "thriller electoral" que habían avanzado los comentaristas basándose en los sondeos, que estas últimas semanas vaticinaban unos resultados muy ajustados.

A la oposición de izquierda liderada por el laborista Jonas Gahr Støre y los ecologistas, independientes de los dos bloques pero opuestos a un Gobierno que incluya a los populistas, se le atribuían 83 escaños.

Si se confirmaran estos resultados, sería la primera vez que un jefe de gobierno conservador logra dos mandatos consecutivos en más de 30 años en el reino, de 5.3 millones de habitantes.

Un sondeo realizado a pie de urna y divulgado por el diario Verdens Gang, así como proyecciones de la cadena TV2, también daban una leve ventaja a la derecha.

"Estoy preparada para otros cuatro años más", había asegurado antes Solberg, de 56 años y muy popular entre su electorado, tras haber votado en una escuela de su ciudad natal, Bergen (oeste). "Queda por ver si el pueblo noruego está preparado para cuatro años más conmigo", señaló con cierta ironía.

Tranquilizadora continuidad

En el poder desde 2013, el gobierno actual, que agrupa a conservadores y a grupos populistas moderados, como el Partido del Progreso, que destaca por sus posturas contrarias a la inmigración, hizo campaña prometiendo continuidad.

A su favor, el Gobierno saliente cuenta con la gestión de la crisis petrolera (Noruega es el mayor productor de hidrocarburos de Europa occidental, el mayor motor de su economía), afectado por la brutal caída de los precios del crudo -la mayor en 30 años-, a partir de mediados de 2014. Asimismo, supo lidiar en 2015 con la crisis de migrantes, con 31,000 solicitantes de asilo en el país.

El gobierno de derecha impulsó el crecimiento gracias a la reducción de la presión impositiva y al frecuente recurso al fondo soberano de cerca de un billón de dólares.

Para Støre, un millonario diplomado en Ciencias Políticas en París, la fórmula es otra. Un alza de impuesto para los "más ricos" para poder consolidar el Estado del bienestar, tan apreciado por los noruegos, y poder combatir de este modo las desigualdades.

"Necesitamos un cambio ahora, porque estamos alejándonos los unos de los otros", dijo el domingo el candidato laborista, de 57 años, después de votar junto a su mujer en una escuela de un barrio del oeste de Oslo, un distrito mayoritariamente conservador.

Conservadores y laboristas concuerdan sin embargo en muchos temas: las actividades petroleras en el Ártico, una política de inmigración severa y la importancia de mantener una relación estrecha con la Unión Europea (UE), de la cual el reino escandinavo no forma parte.

Los ecologistas, a quienes los sondeos otorgaban potencialmente una posición de fuerza a la hora de formar gobierno, parecían estar bajo el umbral del 4%, para probable alivio de la industria petrolera.

Ese partido reclamaba el fin inmediato de cualquier prospección de hidrocarburos y el fin de la producción petrolera en un plazo de 15 años.

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