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Geopolítica

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El Estado Islámico no solo mató y esclavizó minorías iraquíes: también borró su patrimonio

Mujeres yazidíes iraquíes lloran mientras sostienen fotografías de víctimas y familiares desaparecidos durante una ceremonia celebrada en la región iraquí del Kurdistán para conmemorar el 10º aniversario del genocidio yazidí. Ismael Adnan/SOPA Images/LightRocket via Getty Images

Mujeres yazidíes iraquíes lloran mientras sostienen fotografías de víctimas y familiares desaparecidos durante una ceremonia celebrada en la región iraquí del Kurdistán para conmemorar el 10º aniversario del genocidio yazidí. Ismael Adnan/SOPA Images/LightRocket via Getty Images

En agosto de 2024 se cumplen diez años del genocidio que el Estado Islámico perpetró contra miles de personas de las comunidades marginadas de Irak. Yazidíes, cristianos y musulmanes chiíes fueron asesinados en Mosul –la segunda ciudad más grande de Irak– y sus alrededores.

Los yazidíes siguen una religión monoteísta: el Ángel del Pavo Real es el principal de siete seres divinos. Han sido perseguidos periódicamente en el pasado, y entre 2014 y 2017, al menos 5 000 fueron brutalmente asesinados, y 6 000 mujeres y niños fueron convertidos en esclavos. Cientos de miles fueron desplazados de Sinjar y las llanuras de Nínive, cerca de Mosul.

Los cristianos asirios de Irak, que pertenecen a una comunidad nativa de Mesopotamia formada por los primeros conversos a una forma de cristianismo oriental siriaca (variedad antigua del arameo) también sufrieron bajo el Estado Islámico. En Mosul, marcó los hogares cristianos y les obligó a pagar la jizya (un impuesto que históricamente se cobraba a los no musulmanes), a marcharse o a morir.

Incluso los musulmanes, en particular los chiíes, a quienes el Estado Islámico consideraba herejes por su adhesión a formas de islam que iban más allá de la estrecha versión del islam suní que el grupo propugnaba, fueron asesinados. Aunque los musulmanes chiíes son mayoría en Irak, son minoría en Mosul y en el norte, donde predominan los musulmanes suníes.

Se pierden oraciones, canciones y relatos históricos

Irak es la tierra donde nací. Durante una visita en el verano de 2016, pude ver miembros del Estado Islámico desde un antiguo monasterio en lo alto de una montaña cerca de Mosul, lo que me preocupó enormemente. Aunque este Estado fue derrotado en su mayor parte por las fuerzas iraquíes, en combinación con una coalición internacional más amplia liderada por Estados Unidos, las consecuencias de la violencia genocida que perpetró continúan.

En particular, los yazidíes y los cristianos siguen sufriendo marginación, las regiones que habitan siguen siendo inestables y su patrimonio es objeto de destrucción continua. Como estudiosa de Irak, me preocupa especialmente la pérdida del patrimonio inmaterial: las oraciones, canciones y relatos históricos sobre los que ahora trabajo para preservar.

Importancia histórica

Desde la invasión de Irak liderada por Estados Unidos en 2003, los partidos políticos en el poder han actuado sobre una base sectaria para marginar a minorías como los cristianos y los yazidíes.

El número de cristianos en esta zona ha disminuido de 1,5 millones en 2003 a unos cientos de miles en la actualidad. Otros grupos fundamentalistas islámicos, como Al Qaeda, también atacaron a los cristianos antes de que lo hiciera el EI. La Alianza para las Minorías Iraquíes, una organización sin ánimo de lucro con sede en Irak, informó de que 1 200 cristianos fueron asesinados entre 2003 y 2014.

Parte del motivo de su sufrimiento es que la región que han ocupado históricamente, especialmente las llanuras de Nínive, es codiciada por sus recursos. Es rica en petróleo y también alberga parte del patrimonio más significativo de las primeras culturas preislámicas de Irak.

Pero también tiene un valor especial para los cristianos asirios de Irak. En Nínive y sus alrededores, como Nimrud y Alqosh, existen importantes artefactos, monasterios y complejos eclesiásticos que datan de los primeros periodos del cristianismo. Estas zonas formaron parte de Mesopotamia, crisol de la civilizaciones, y contienen un rico legado de literatura medieval, conservado en valiosos manuscritos que se remontan al siglo V.

También adyacente a las llanuras de Nínive se encuentra Lalish, el santuario más sagrado de los yazidíes. En él se encuentra el santuario del jeque Adi, del siglo XII, venerado como figura sagrada influyente en la fe yazidí.

Estas comunidades extraen su identidad cultural de esta historia. Para los cristianos asirios, la antigua herencia mesopotámica, incluido el cristianismo, se entrelaza con un patrimonio oral único que incluye canciones, cuentos populares, recetas y herramientas para la artesanía conservadas durante siglos por los aldeanos locales como parte de su lengua y cultura arameas, ahora en peligro de extinción.

La lengua agrícola utilizada por estas comunidades conserva algunas influencias de la lengua acadia utilizada por los antiguos imperios mesopotámicos. Por ejemplo, en el dialecto de la ciudad de Baghdeda, en las llanuras de Nínive, la palabra para almacén de granos es “bakhshima” en arameo, descendiente cercana del “bet hashiimi” en acadio para granero.

Conservación del patrimonio

Incluso antes de la aparición del Estado Islámico, las comunidades rurales y etnorreligiosas que no ocupaban una posición central de poder sufrían la negligencia del Estado y la conservación inadecuada de su patrimonio. En concreto, gobiernos nacionalistas árabes como el Baaz, que ocupó el poder en Irak de 1968 a 2003, destruyeron las aldeas de los cristianos asirios, forzando su desplazamiento a los grandes centros urbanos de Irak. Con los yazidíes ocurrió lo mismo.

A lo largo del siglo XX, las bibliotecas y museos nacionales iraquíes han mostrado escaso interés por representar el patrimonio de las comunidades provinciales y rurales.

El EI trajo más destrucción. El Estado Islámico destruyó iglesias y santuarios, instituciones culturales y patrimonio antiguo, incluida la ciudad de Nimrod. Los encargados de preservar el patrimonio, junto con otros miembros de la comunidad, fueron desplazados de sus ciudades y pueblos o asesinados. Unos 400 000 yazidíes y unos 200 000 cristianos fueron expulsados de la región entre 2014 y 2017.

En el proceso, el EI también borró los recuerdos de las comunidades que se transmitirían a las generaciones futuras. El daño fue especialmente grave para la comunidad yazidí, ya que carece de escrituras textuales; y para ambas comunidades muchas tradiciones fueron transmitidas oralmente por hombres y mujeres -a menudo ellos mismos analfabetos- en los numerosos idiomas de la región.

El objetivo del EI, como comprobamos mis colegas y yo, era borrar no sólo a estas comunidades, sino también las formas de coexistencia intercomunitaria que habían caracterizado históricamente al norte de Irak. Muchos de los lugares religiosos atacados por el EI eran venerados por múltiples religiones. Por ejemplo, la mezquita de Nabi Yunis de Mosul se construyó en el emplazamiento de una iglesia cristiana que se creía era el santuario del profeta bíblico Jonás. Según la Biblia, Dios ordenó a Jonás que salvara a los ninivitas. La destrucción de este lugar por el EI reveló un palacio asirio debajo de la iglesia convertida en mezquita, que estaba dedicado a Jonás.

El camino a seguir

Nuestro proyecto actual documenta el patrimonio inmaterial y textual tanto de yazidíes como de cristianos. El patrimonio oral a menudo utiliza lenguas y dialectos antiguos, especialmente los dialectos neoarameos de Oriente Próximo en peligro de extinción que hablan los cristianos. También documentamos la versión kurmanji del kurdo que hablan los yazidíes.

Los recuerdos y relatos son significativos no sólo para yazidíes y cristianos, sino para la historia plural de la región septentrional y de Irak en su conjunto. Un ejemplo es Dazike Batzmie, o la “bendición de la cuerda”, una cuerda sagrada blanca y roja hilada con lana que los yazidíes usan para tener buena suerte.

Otro es el pokhin, una mezcla de siete granos y sal que se come al final de la “rogación de los ninivitas”, un ayuno de los cristianos asirios en recuerdo de Jonás y su arrepentimiento ante Dios. Se cree que quienes ayunan tendrán sueños proféticos, y la mezcla salada de pokhin ayudará a los solteros sedientos a soñar con sus futuras almas gemelas.

Estos rituales se transmiten de generación en generación y se asocian a las tierras a las que están vinculadas estas comunidades.

Hoy, estas comunidades siguen dispersas y su sufrimiento continúa. Muchos de los lugareños que participan en nuestro proyecto, incluidos los colegas que han actuado como defensores de su cultura, se han dado por vencidos, a menudo abandonando la región y prefiriendo convertirse en refugiados en tierras desconocidas con un futuro desconocido. Es posible que las generaciones más jóvenes no aprecien la profundidad de las conexiones entre las prácticas religiosas y las leyendas de la comunidad que enlaza la historia oral.

Las intensas presiones políticas y económicas y la inseguridad que siguen sintiendo están detrás de sus motivos para marcharse. Pero como alguien que conoce la región en profundidad, creo que preservar la continuidad de las tradiciones y la diversidad cultural de la región puede dar esperanza y proporcionar un camino hacia el futuro.

Alda Benjamen, Assistant Professor of Middle East History, University of Dayton

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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