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Político gay reinventa la primavera en Polonia
Cuando el polaco de izquierda Robert Biedron celebró a finales del año pasado 10% de los votos obtenidos por su partido, aún su figura no era tan conocida como lo es hoy.
Szczecin. Cuando el polaco de izquierda Robert Biedron celebró a finales del año pasado 10% de los votos obtenidos por su partido, aún su figura no era tan conocida como lo es hoy.
A dos años de que se lleven a cabo las elecciones presidenciales, sin poseer un nombre de marca política conocida ni tener una agenda abultada, Robert Biedron no sabía que se estaba embarcando en un viaje por toda Polonia para sembrar esperanzas entre los ciudadanos.
Biedron visitó centros comerciales y centros comunitarios para hablar en forma directa con la gente; de 42 años de edad fue recibido con ánimo por la mayoría de las demografías urbanas y jóvenes, quienes aplaudieron su promesa de separar a la iglesia y al estado, eliminar el carbón y mejorar los derechos de las mujeres y las personas pertenecientes al grupo LGBT.
El domingo, el abiertamente gay y exactivista de los derechos LGBT finalmente anunció el nombre de su nuevo partido, Wiosna (Primavera).
“No hay lugar para el odio; hemos llegado al límite”, dijo Biedron en Varsovia el domingo, hablando ante miles de partidarios. Su discurso presentó similitudes con el programa electoral del francés Emmanuel Macron. En particular, en los rasgos que lo presentaban como un candidato fuera de los partidos tradicionales.
Pero Polonia no es Francia, como Biedron reconoció en una entrevista con The Washington Post en noviembre. Dijo que se había inspirado en Macron y en Bernie Sanders, pero sostuvo que “Polonia es distinta”.
Biedron se unió al Parlamento en el 2011, antes de desempeñarse como alcalde de la ciudad de Slupsk, en el norte de Polonia, donde rápidamente ganó popularidad.
“Necesitamos políticos para el siglo XXI”, expresó en noviembre, diferenciándose de los actuales gobernantes “medievales”.
Muchos polacos parecen estar de acuerdo con que les gusta Biedron, según encuestas de popularidad.
Pero la pregunta es si un número suficiente de votantes en un país con algunas de las leyes de aborto más restrictivas de Europa, una iglesia católica fuerte y una fuerte dependencia del carbón compartirán su visión progresista del país.