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Ruiz Massieu llegó a la SRE para aspirar a la presidencia
El azar quiso que dos apellidos se cruzaran en el camino de Miguel Basáñez: Salinas de Gortari y el de la actual secretaria ejecutiva del PRI.
Miguel Basáñez fue embajador de México en Estados Unidos entre agosto del 2015 y abril del 2016. Como él mismo lo dice, fue culpable de haber iniciado las encuestas de opinión pública en 1988. Recibe a El Economista en sus oficinas de la colonia Condesa, en la ciudad de México.
—¿Cómo te avisó el presidente Peña de tu salida de la embajada mexicana en Estados Unidos?
Fue muy cariñoso. Me dijo: “Me apena horrible tomar estas decisiones como presidente”.
“Ni me expliques, no hay nada que hacer”, le respondí.
“Por favor, acepta la embajada de Reino Unido o la de España”, me comentó.
“Tú sabes, estoy muy contento en la universidad, por lo que ir a Inglaterra o España me aleja de la tarea que estaba realizando (desde la embajada) de empoderar a la comunidad mexicana”.
—¿Cuál fue el motivo de tu salida de la embajada?
Son dos avenidas que van a confluir mi salida. La primera: el canciller (José Antonio) Meade es una gente extraordinaria; realmente es un cuate que te hace crecer. Pero me duró tres semanas (Meade dejó la SRE el 27 de agosto del 2015 para asumir la cartera de la Sedesol, mientras que Basáñez fue ratificado por el Senado mexicano el 12 de agosto). Entonces, nombraron a Claudia (Ruiz Massieu), que la conozco desde que nació; sus padres (Francisco Ruiz Massieu y Adriana Salinas de Gortari) eran amigos míos.
A mí me toca introducir las encuestas de opinión pública en México, en la época de (Carlos) Salinas de Gortari. En esa época, yo tenía más relación con (su hermana) Adriana y entonces hubo un choque porque a Salinas no le gustaba que yo hiciera encuestas.
También, yo había sido parte del equipo de (Alfredo) del Mazo que contendió con Salinas por la presidencia (en 1988).
Entonces, cuando el presidente Peña nombró a Claudia (como secretaria de Relaciones Exteriores), me percaté desde el primer momento que, más allá de ir a la secretaría, ella iba a prepararse para ser candidata (a la presidencia). Yo creo que me vio como un obstáculo para esos propósitos.
Le dije a Claudia: “Yo vengo con un compromiso para defender a México y al presidente”, y claro, después vino mi salida de la embajada.
—¿Cuál fue la otra razón de tu salida?
Cuando Paul Manafort entra a la campaña de Trump, empieza a haber un contexto de riesgos para el candidato, pues es evidente que, para Trump, la comunidad latina representaba un riesgo enorme; estábamos apoyándola para empoderarla. ¿Y quién la apoyaba? Pues el embajador de México. Y entonces, lo primero que hace (Ruiz Massieu) es remover a 35 de los 50 cónsules. Estaban trabajando de manera excelente, apoyando a la comunidad. Cuando llegan los nuevos, mientras conocen los temas, se acabó la campaña (de Estados Unidos y gana Trump).
—¿Cómo te sentiste tras tu salida de la embajada?
Bueno, me hubiera encantado seguir; me encontraba en el apogeo de la relación con la comunidad.
El azar hizo que el binomio Ruiz Massieu y Salinas se cruzaran en tu camino
Yo le había dicho al presidente Peña que tengo una excelente relación con toda la familias, con todas, excepto con Ruiz Massieu y Salinas.
La diplomacia en la era Trump
—¿Existen herramientas diplomáticas para negociar con el presidente Trump?
Obviamente, no tiene ninguna formación diplomática, gubernamental y aparte, aunque él ha sido un empresario, realmente es un heredero.
—¿Te parece que Trump ha elegido la peor de las guerras, contra las agencias de inteligencia?
Realmente le hace un enorme daño a la democracia americana, a la estabilidad y a la paz mundial y, por supuesto, con México ha sido muy humillante.
Sin embargo, se enfrenta a un sistema democrático donde opera la división de poderes
Cada vez se acerca más al impeachment, seguramente terminará con una renuncia.
—¿Es necesaria una reunión entre Trump y Peña?
No la creo necesaria.
—¿Fue difícil la salida de Roberta Jacobson de la embajada de EU en México?
La verdad es que me sorprende que no la haya sacado antes. Roberta es una mujer extraordinaria. Con ella he tenido un gran aprendizaje. Muy entrona, muy derecha. Quiere a México.