Buscar
Geopolítica

Lectura 6:00 min

Tsunami llega a Japón, Rusia y Hawai

Los daños fueron menores aunque algunos muelles quedaron inundados por un rato mientras cientos de miles de personas abandonaron las costas luego que el Centro de Alertas de Tsunami del Pacífico advirtió a 53 países.

Tokio.- El tsunami desatado por el terremoto de la víspera en Chile llegó el domingo a Japón y las costas de Rusia, pero las olas eran menores de lo esperado y llevaron a cancelar un alerta generalizado en varias regiones del Pacífico.

Hawai y varias islas del Pacífico no sufrieron daños.

Cientos de miles de personas abandonaron las costas luego que el Centro de Alertas de Tsunami del Pacífico advirtió a 53 países y regiones que el sismo de magnitud 8,8 había generado un tsunami. El centro retiró el alerta el domingo, pero algunas naciones en Asia y Oceanía mantenían vigentes sus propios avisos como precaución.

En Japón, la ola más grande causada por el sismo, de 1,2 metros (cuatro pies), llegó a la isla norteña de Hokkaido. No había información sobre daños en lo inmediato, aunque algunos muelles quedaron inundados por un rato.

A su paso por el Pacífico, el tsunami sólo impactó ligeramente las zonas más pobladas, incluido Hawai, pero inundó el archipiélago chileno de Juan Fernández, donde mató al menos a cinco personas y dejó 11 desaparecidos.

En un principio, el tsunami generó temor de que habría olas como las que mataron a 230.000 personas en el Océano Indico en diciembre de 2004. Durante ese tsunami, no hubo alertas y sí mucha confusión sobre las olas que se aproximaban a las costas.

En este caso, dijeron los funcionarios, ocurrió lo contrario: el tamaño de las olas y el riesgo no fueron tan grandes como se había pronosticado.

``Esperábamos que las olas fueran más grandes en Hawai, quizás un 50% más grandes de lo que fueron en realidad'', dijo Gerard Fryer, un geofísico del Centro de Alertas. ``Vamos a estudiar eso''.

En Japón, se temió que el tsunami pudiera ganar fuerza a medida que se aproximara. Las autoridades pusieron bajo alerta de maremoto a la costa este y ordenaron que cientos de miles de residentes buscaran refugio en zonas de mayor altura, mientras las olas avanzaban a cientos de kilómetros por hora.

Japón es particularmente propenso a la amenaza de tsunamis.

En 1960 un sismo en Chile creó un tsunami que mató a 140 personas en Japón y en 1993 murieron más de 200 personas por un maremoto creado por un temblor en la costa japonesa del norte.

Las poblaciones en la costa norte emitieron órdenes de evacuación para 400.000 residentes, informó la red de radio y televisión japonesa NHK. Esta cambió a un estado de emergencia, en el que transmitía mapas con las zonas que corrían mayor peligro y efectuaba constantes pedidos de precaución.

Mientras el tsunami continuaba su avance, la Agencia Meteorológica de Japón dijo que podrían llegar olas de hasta tres metros en las prefecturas (estados) de Aomori, Iwate y Miyagi, aunque fueron mucho menores.

En Kesennuma, al norte de Japón, el mar inundó las calles costeras por unas cuatro horas antes de retirarse, pero los habitantes no sufrieron mayores consecuencias.

En la mayoría de los lugares afectados, el tsunami no fue grave. El fenómeno llegó a Hawai 16 horas después del temblor en Chile, cuando las autoridades había pasado toda la mañana haciendo sonar sirenas de emergencia y ordenando a los residentes que dejaran las zonas bajas desde aviones con altavoces.

La marina estadounidense sacó a media docena de barcos de Pearl Harbor y un crucero de la base naval de San Diego para evitar el posible aumento de las olas.

Las playas se vaciaron, los pobladores evacuaron sus mansiones, las tiendas de Waikiki cerraron y los habitantes salieron a comprar provisiones y combustible, pero por la tarde las islas volvieron a ser un paraíso.

Las olas llegaron a California, pero casi no hicieron diferencia en medio de una tormenta. En San Diego, se realizó un torneo de surf como estaba previsto.

En Tonga, donde 50.000 personas se trasladaron a zonas altas ante la llegada del tsunami, la Oficina de Desastres Nacionales reportó que una ola de dos metros llegó a una pequeña isla norteña, dijo el subdirector Mali'u Takai. No había reportes de daños.

Nueve personas murieron en septiembre en Tonga por un tsunami proveniente de Samoa que barrió con gran parte de una población.

En Samoa murieron 183 personas en ese maremoto y miles de personas se mantenían en las colinas el domingo por la mañana en la isla de Upolu, pero la policía dijo que no había reportes de olas o aumento en el nivel del mar.

Al menos 20.000 personas abandonaron sus hogares en el sureste de Filipinas y se refugiaron en edificios del gobierno o escaparon a las montañas, pero el alerta fue retirado la tarde del domingo.

Indonesia, el país más afectado por el tsunami de 2004, era parte de la zona de alerta el sábado pero la Agencia de Meteorología y Geofísica dijo el domingo que no había riesgo.

En las islas Chatham de Nueva Zelanda, las autoridades reportaron una ola de dos metros (6,6 pies). Cientos de personas fueron evacuadas en las ciudades costeras de Gisborne y Napier. Los residentes de zonas de poca elevación en la península de Banks, de las islas del sur del país, fueron avisadas de que se preparasen para evacuar.

Las aguas en Tutukaka, una zona de buceo cerca de la punta de la Isla Norte, parecían estar en una cazuela hirviendo, con el fondo de barro agitándose a medida que las olas aumentaban durante la mañana, absorbiendo el nivel del mar por debajo de las marcas de agua antes de hacerlo aumentar de nuevo.

En Australia, la agencia meteorológica canceló el alerta de tsunami el domingo por la noche.

``Las principales olas de tsunami ya han pasado en el territorio australiano'', dijo la agencia que no reportó daños.

El ministerio de Defensa Civil y Manejo de Emergencias redujo la alerta de tsunami a estatus de aviso, el cual planeaba mantener durante la noche.

abp

Únete infórmate descubre

Suscríbete a nuestros
Newsletters

Ve a nuestros Newslettersregístrate aquí

Últimas noticias

Noticias Recomendadas

Suscríbete