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Crisis en serio

Sin lugar a dudas, el mundo y nuestro país están pasando por una situación económica muy complicada que se ve reflejada en la volatilidad de los mercados financieros, particularmente en el mercado bursátil y cambiario.

Sin lugar a dudas, el mundo y nuestro país están pasando por una situación económica muy complicada que se ve reflejada en la volatilidad de los mercados financieros, particularmente en el mercado bursátil y cambiario; no obstante, uno de los aspectos en el que es importante insistir es en que ésta es la primera crisis en décadas que no tiene su origen en nuestro país; es decir, la que actualmente estamos padeciendo nos vino del exterior

La crisis hipotecaria que inició en Estados Unidos se propagó rápidamente a otras economías, principalmente a Europa, toda vez que los bancos de esa región eran tenedores de bonos estadounidenses respaldados por hipotecas.

A pesar de una condición económica mundial de alta vulnerabilidad, habrá que tener presente que México pudo transitar por la crisis económica más profunda de los últimos 80 años sin mayores sobresaltos, gracias a que desde 1995 se empezaron a reestablecer y a consolidar los principales equilibrios macroeconómicos.

Sin tratar de minimizar los retos que tiene la economía de nuestro país, vale la pena recordar el escenario de algunas de las crisis más traumáticas por las que ha atravesado México y que nos tocó vivir a quienes hemos acumulado varias horas de vuelo.

Quizá una de las crisis más dramática fue la de 1982, misma que tuvo un origen multifactorial y que se agravó por una situación doméstica caracterizada por profundos desequilibrios.

El Banco de México indica en el informe anual de dicho periodo, que desde 1979 en la mayoría de los países industrializados la política económica se encaminó a contener las presiones sobre los precios, de manera tal que la estrategia antiinflacionaria se basó fundamentalmente en el establecimiento de una política monetaria altamente restrictiva, con resultados mixtos: por un lado, se tuvo éxito en el control de la inflación pero se acentuó la debilidad de la actividad económica mundial.

En este sentido, es de destacarse que el ritmo de crecimiento de los países desarrollados se colapsó de manera significativa ante el mencionado incremento de las tasas de interés. Así, la expansión del PIB que fue de 4.1% en promedio durante el periodo 1976-1979, se redujo a 1.2% en 1980 y 1981, y para 1982 incluso fue negativo (0.3%), escenario que perfilaba ya un impacto altamente desfavorable para nuestro país, que en ese entonces contaba con una economía prácticamente monoexportadora, basada en las ventas externas de petróleo.

En esta coyuntura global, los problemas locales se magnificaron. La inflación anual fue de 98.8% y el PIB se contrajo 0.2 por ciento. El crédito externo se colapsó y se presentó una furiosa fuga de capitales, disminuyendo la capacidad de la economía para adquirir bienes y servicios del exterior, al tiempo que se mermaron las reservas internacionales.

Banxico estableció en su informe una conclusión lapidaria respecto de la situación de nuestro país en 1982: El ajuste sufrido por la actividad económica fue de una severidad tal, que sólo es comparable al experimentado durante el periodo de recesión mundial de fines de los 20 y principios de los 30 .

Como se mencionó anteriormente, la mayoría de los países desarrollados centró su estrategia antiinflacionaria en políticas monetarias y crediticias altamente restrictivas, más que en el fomento de estrategias de austeridad fiscal. De forma tal que la tasa de los bancos estadounidenses se ubicó en 20% en 1981, lo que empezó a menguar el estado de las finanzas públicas de México, ya que en el periodo del auge petrolero se había incurrido en un fuerte endeudamiento de la economía. Así, una mayor deuda y crecientes tasas de interés derivaron en un incremento extraordinario de las erogaciones del gobierno federal por concepto del servicio de la deuda. Para 1981, el déficit financiero del sector público como proporción del PIB se ubicó en 15 por ciento.

Los problemas en el sector externo originaron que el 1 de septiembre de 1981 se decretara el establecimiento del control de cambios, que tuvo una vigencia inicial de tres meses, toda vez que el 20 de diciembre se modificó nuevamente el esquema cambiario para adoptarse uno de doble paridad o doble mercado.

El decreto sobre el control de cambios prohibía la importación y exportación de divisas, excepto las realizadas por el Banco de México, o por cuenta y orden del mismo, y establecía dos tipos de cambio que serían determinados por el instituto central: uno preferencial para aplicarse a transacciones prioritarias y otro ordinario que comprendería el resto de las operaciones autorizadas. De esta forma se estableció un tipo de cambio preferencial en 50 pd y el ordinario en 70 pd .

Habrá que decir que los problemas de balanza de pagos fueron de tal magnitud que derivaron en el ajuste continuo del esquema cambiario del país. De hecho, el Banco de México expuso que la crisis cambiaria de 1982 fue un factor determinante de la nacionalización de la banca mexicana que se dispuso junto con las medidas de control de cambios adoptadas el 1 de septiembre.

Mencionamos anteriormente que el PIB de México se contrajo 0.2% en 1982, mientras que la expansión promedio en 1980 y 1981 fue de 7.9%, situación que impactó directamente la capacidad de la economía para generar nuevos empleos. Efectivamente, el proceso de generación de nuevas plazas que se observó en los años anteriores (5.4%) no sólo se frenó, sino que se revirtió al registrarse una contracción de 1% en 1982.

Menores empleos y una inflación anual de 98.8% en 1982 hundieron la masa salarial del país. De acuerdo con el Banco de México, en 1982 el consumo privado registró un incremento de 1.5%, mientras que en 1981 su crecimiento fue de 7.3 por ciento. De esta forma, la demanda interna y externa disminuyó drásticamente, agravando las rigideces del crecimiento económico.

El sector externo, agobiado por la caída de las exportaciones petroleras y la cuantiosa salida de divisas, registró un saldo negativo. Las reservas internacionales al cierre de 1982 se ubicaron en 1,832 millones de dólares (md), lo que representó una drástica caída frente al monto de 1981, cuando fueron de 3,203 md.

Hoy el país es otro, ninguno de los desequilibrios que hemos expuesto como detonadores internos de la crisis en otros tiempos están presentes actualmente. Todo lo contrario, se han preservado los equilibrios macroeconómicos.

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