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El renacido... temor
Todo el año pasado, a la luz de la devaluación casi continua del tipo de cambio, las discusiones en los comités de inversión, al menos en los que un servidor participa, contaban con dos bandos: los que anticipaban un disparo de la inflación por el simple hecho de apelar a un costo del dólar mucho mayor y los escépticos que, con argumentos de corte temporal, no se atrevían más que a señalar la realidad que demostraba lo contrario
Todo el año pasado, a la luz de la devaluación casi continua del tipo de cambio, las discusiones en los comités de inversión, al menos en los que un servidor participa, contaban con dos bandos: los que anticipaban un disparo de la inflación por el simple hecho de apelar a un costo del dólar mucho mayor y los escépticos que, con argumentos de corte temporal, no se atrevían más que a señalar la realidad que demostraba lo contrario
Hacía el cierre del año, la percepción se recargó del lado de los segundos. A pesar del consenso de que la inflación subiría debido a la base de comparación provocada por las bajas del año anterior, el abatimiento de los precios de bienes básicos en semanas recientes y el anuncio hecho por las autoridades de reducir los precios de la gasolina y la electricidad, convencieron a la mayoría de esperar un escenario de inflación estable.
Sin embargo, el tipo de cambio ha tenido una racha sumamente veloz al alza. El valor del dólar ha subido dos pesos desde principios de diciembre. En el año acumula una devaluación (adicional a la que ya registró en el 2015) de 7.8% aproximadamente. Es mucho.
El temor relacionado a un aumento más visible en la inflación ha renacido. El causante es el testimonio de que las estrategias de contención implementadas por las autoridades parecen poco útiles. La venta diaria de dólares, aunque su propósito no es establecer un nivel específico del tipo de cambio, tampoco ha sido efectiva para reducir su volatilidad, al menos en lo que va de enero.
La estrategia de política monetaria de incrementar las tasas de interés en sincronía con la FED, que pretendía contener los movimientos de flujos de dinero cuando la Reserva Federal subiera las tasas, no parece representar una señal que reprima al mercado cambiario.
¿Dónde vemos reflejado tal temor? Éste se ve muy claro en dos variables en específico: Uno, en el aumento del diferencial de las tasas nominales de largo plazo con respecto a las de Estados Unidos. En las últimas semanas, incluso en los primeros días del año, esta diferencia era de aproximadamente 380 puntos base. En esta semana súbitamente aumentó a un nivel superior a los 400 puntos base; ello porque las tasas de largo plazo en México no descendieron en concordancia con la baja que registraron las tasas de los bonos del tesoro norteamericano, que se ubicaron en un nivel inferior a 2.0% para un plazo de 10 años.
Dos, en las cotizaciones de los bonos que pagan una tasa real, los Udibonos. Una buena parte del año pasado, en especial durante la segunda mitad, en momentos en que los inversionistas se convencieron de que la inflación sería históricamente baja, decidieron vender los Udibonos (éstos son títulos que pagan una tasa de interés por encima de la inflación) ante la expectativa de recibir pagos de intereses bajos. Esta venta provocó un aumento de la sobretasa que pagan dichos títulos. Curiosamente, en las últimas dos semanas el nivel de las sobretasas en los Udibonos estableció un techo y muestra pequeños descensos, lo que podría indicar que hay inversionistas interesados en comprar papeles que paguen una tasa por encima de la inflación.
En mi opinión, es probable que no veamos aún la aparición de un rebote en la inflación que desestabilice más la curva de tasas. El crecimiento sigue siendo flaco y la holgura de la economía es todavía amplia. Sin embargo, tanto un escenario de intensificación de la situación actual y, por ende, un tipo de cambio aún mayor (sí, leyó bien), como uno en donde los precios de los bienes básicos reboten de manera brusca incidirán sobre las expectativas de inflación.
Tampoco pienso que el Banco de México tiene prisa para romper con su postura y adelantar un aumento en las tasas de interés, con tal de defender más el tipo de cambio y evitar un contagio. Primero, porque sigue sin haber evidencia de éste; segundo, porque la Junta de Gobierno no ha caído en la tentación de intervenir de más ante movimientos que en el corto plazo parecen muy violentos.
Vamos a ver una ratificación del esquema diario de venta de dólares y probablemente un aumento en los montos establecidos. Ésa seguramente será la siguiente medida. Por ahora, a menos que tenga argumentos para esperar un regreso del tipo de cambio de al menos la mitad del movimiento que hemos presenciado, no parece buena idea apostar a la curva de tasas de interés.
*Rodolfo Campuzano Meza es director de Estrategia y Gestión de Portafolios de INVEX. Cualquier pregunta o comentario puede ser enviado al correo: