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Fortaleza laboral

Sin lugar a dudas, una de las mejores noticias para los estadounidenses es que su mercado laboral se fortalece cada día más, lo que abre nuevas oportunidades y mejora las condiciones de vida.

De acuerdo con las cifras dadas a conocer recientemente, aunque la creación de empleos fue inferior a la estimada (la nómina no agrícola aumentó 173,000 contra un estimado de 217,000), la tasa de desempleo bajó de 5.3% en julio a 5.1% en agosto.

Aunque la creación de empleos fue relativamente modesta respecto a las cifras observadas previamente, esto se vio compensado por una revisión al alza del cálculo de los meses de junio y julio, atribuyéndoseles ahora 44,000 plazas adicionales respecto a las reportadas anteriormente, de manera tal que el efecto neto fue el de ubicar a la tasa de desempleo en 5.1%, su nivel más bajo desde abril del 2008.

Efectivamente, de acuerdo con el Departamento de Trabajo de los Estados Unidos, con las nuevas revisiones la creación de empleos en junio fue de 245,000 nuevas plazas que antes se habían calculado en 215,000 y 245,000 en junio, frente a los 231,000 reportados inicialmente.

Estas cifras arrojan que en los últimos doce meses la tasa de desempleo en Estados Unidos se ha reducido en un punto porcentual, lo que habla de un impacto altamente positivo de la política fiscal y monetaria sobre el desempeño de la economía, toda vez que en el último año la actividad productiva pudo absorber a más de 1 millón y medio de personas, mientras que en los últimos tres años la economía estadounidense ha creado 8 millones de nuevos puestos de trabajo.

El desempleo es quizá el resultado más lacerante de toda crisis económica y constituye un problema social importante. La gente que no puede encontrar trabajo experimenta una reducción en su nivel de vida y en muchos casos no se vuelve a recuperar dicho estado incluso cuando ha pasado la etapa recesiva de la economía.

De acuerdo con algunas teorías económicas, el desempleo se convierte en un problema social y político cuando sobrepasa 10%, lo que no ha sido extraño incluso en países avanzados como Estados Unidos, en donde las crisis económicas también han sido profundas, aunque no tan recurrentes como en los países emergentes.

En la época de la posguerra, la economía de Estados Unidos ha tenido periodos complicados en términos de desempleo. Efectivamente, en enero de 1949 se alcanzó una tasa de desempleo de 8% para después disminuir hasta 3.5% en enero de 1971. Después de este año, la economía estadounidense entró en una etapa de pérdida crónica de empleos que se prolongó por más de una década.

Para 1972, la tasa de desempleo había aumentado a 6%, en 1975 escaló a 9% y en enero de 1983 se ubicó por encima de 11%. Sin lugar a dudas, la pérdida en términos de generación de empleos fue uno de los factores que incidieron de manera directa en la derrota de Jimmy Carter en las elecciones presidenciales de 1980 frente Ronald Reagan, quien asumió el poder en enero de 1981.

Cuando Reagan dejó la presidencia en enero de 1989 se había logrado abatir la tasa de desempleo a 5%. Más adelante, durante los mandatos de George Bush (1989-1993) y Bill Clinton (1993-2001) continuó el saneamiento de la economía, de manera que la tasa de desempleo profundizó su trayectoria descendente hasta ubicarse en niveles de 3.7% al finalizar el mandato del presidente Clinton.

Antes de la época de la posguerra, la economía de Estados Unidos vivió sus días más amargos en términos de desempleo durante la Gran Recesión. Cuando la crisis del 29 tocó fondo en 1933, la tasa de desempleo fue cercana a 25%. Si bien los esfuerzos para apuntalar el sector bancario, bursátil e industrial tuvieron resultados relativamente positivos, en 1938 la economía estadounidense experimentó una inesperada recaída que duró prácticamente hasta el inicio de la segunda guerra mundial.

En este periodo, conocido como La recesión dentro de la depresión , se observó un repunte importante en el paro de estadounidenses luego de que en la primera etapa del presidente Roosevelt se había logrado abatir el desempleo de 25% en 1933 a 14.3% en 1937. De esta forma, la tasa de desempleo rebotó a 19% en 1938, lo que obligó a la administración de Roosevelt a adoptar nuevas medidas antimonopólicas y de gasto público para enfrentar la recaída de la producción.

Una vez estallada la crisis hipotecaria en Estados Unidos en el 2008, se registró un deterioro continuo de las condiciones del mercado laboral que se materializó en pérdidas de más de 600,000 puestos de trabajo al mes, lo que llevó a que la tasa de desempleo alcanzara un nivel máximo de 10% en octubre del 2009.

Ahora las cosas son diferentes, las medidas macroeconómicas instrumentadas por el gobierno de Estados Unidos han permitido consolidar el proceso de recuperación de la actividad productiva y fortalecer el mercado laboral, a un punto tal que la tasa de desempleo de agosto (5.1%) se ubica ya dentro del rango estimado por la Reserva Federal (Fed) de entre 5 y 5.2% como la tasa de desempleo de pleno empleo o nivel de desempleo de equilibrio de largo plazo.

Este indicador por sí solo parecería ser de una gran relevancia para la propia Fed que en su reunión del 17 de septiembre podría incrementar la tasa de interés ante la evidencia de un crecimiento económico saludable y una gran fortaleza del mercado laboral. Sin embargo, existen dos factores que podrían retrasar el momento en el que el banco central de Estados Unidos pudiera dar inicio al incremento en las tasas de interés: a) la inflación que aún se encuentra muy lejos de la meta de 2%, y b) la desaceleración de china que ha causado una gran turbulencia en los mercados financieros internacionales.

Lo que queda claro es que Estados Unidos ha dejado atrás la crisis. El PIB se expandió 3.7% en el segundo trimestre y la economía se encuentra en pleno empleo, lo que augura que más pronto que tarde veremos mayores tasas de interés.

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