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La rebelión de las tasas
Ya habíamos mencionado hace algunas colaboraciones que el lugar en donde curiosamente veríamos menos volatilidad sería en los niveles de tasas de interés.
Hace dos semanas, el presidente del Banco Central Europeo insistió en que podría acrecentar el estímulo monetario ante la amenaza de una situación deflacionaria y la pobre respuesta que hasta ahora hay en la actividad económica de la región. Ello entusiasmó en un inicio a los inversionistas y provocó una baja de los intereses que pagan los bonos de largo plazo, en especial en Alemania.
La semana pasada le tocó el turno al Banco Central de Japón. Éste decidió aplicar un interés negativo, es decir cobrar por recibir dinero en los depósitos de referencia. Resultó ser una medida sorpresiva pero lógica si creemos en la determinación de las autoridades para reforzar el incentivo al gasto y la persecución de un objetivo de inflación que aún luce lejano.
Aunque la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) se manifestó la semana pasada y arguyó que debía esperar a observar la evolución de las cosas para decidir otra alza en las tasas a un día, la información económica que seguimos conociendo en los últimos días más bien genera mucha preocupación con relación a la tendencia de crecimiento.
En especial, el reporte de la percepción de los gerentes de compras en el sector de servicios registró una baja importante por cuarto mes consecutivo. La alarma es que la caída de la producción no sólo se limita al sector manufacturero, afectado por el elevado valor del dólar, sino también al sector de servicios.
Todos estos sucesos han desplomado a las tasas de interés. La tasa del bono del Tesoro estadounidense a 10 años rebasó a la baja de nuevo el nivel de 2.0 por ciento. Desde que la Fed subió la tasa de referencia, dicho nivel ha descendido 42 puntos base, paga 1.88%; es una baja enorme e implica que quienes lo poseen han ganado mucho dinero después de tal evento.
En Europa, el bono de 10 años del gobierno alemán descendió 32 puntos base y se vuelve a ubicar en un nivel de apenas 0.27 por ciento. El bono a dos años paga una tasa negativa.
En México, sorpréndase, las tasas también han disminuido. El bono M a 10 años ha registrado un descenso en su tasa de rendimiento de 35 puntos base desde diciembre. Lo anterior, con todo y el movimiento del tipo de cambio al alza, la debilidad aparente de las finanzas públicas, el temor no correspondido de un aumento en la inflación, etcétera.
Tenga cuidado al juzgar. Este fenómeno no es una distorsión particular de nuestro mercado, sino de una estructura distorsionada por las políticas monetarias expansivas e inversionistas que, al ver los acontecimientos, no creen que la tasa de interés pueda subir más, aunque la Fed tenga deseos de hacerlo.
¿Es cuestionable lo que hacen los bancos centrales? Desde luego.
El famoso y otrora exitoso manejador de fondos de deuda Bill Gross afirmaba que al parecer los banqueros centrales en el mundo creen que habrá un nivel de tasas lo suficientemente bajo que hará que las cosas se reviertan, algo que no ha sucedido ya en más de siete años.
El fenómeno de descenso de las tasas no significa buenas noticias. Describe un escenario de bajo crecimiento y de poca credibilidad en lo que los bancos centrales hacen, al mismo tiempo que inversionistas aprovechan esta situación. No piense en rendimientos elevados este año, hay ganancias en los bonos de largo plazo por ahora, pero en los últimos siete meses la oscilación de las tasas ha sido muy relevante. ¿Usted a que apostaría? A que se quedarán en los actuales niveles o a que habrá noticias que las hagan subir de nuevo.
*Rodolfo Campuzano Meza es director de Estrategia y Gestión de Portafolios de Invex. Cualquier pregunta o comentario puede ser enviado al correo: