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Merkel intenta hacer reaccionar al euro

Los mercados de divisas normalmente reaccionan con mucha rapidez a cualquier cosa que afecte a la economía. Sin embargo, el euro no parece inmutarse. El letargo del euro en los últimos días resulta, en cierto modo, desconcertante.

Los mercados de divisas normalmente reaccionan con mucha rapidez a cualquier cosa que afecte a la economía.

Sin embargo, últimamente, el euro no parece inmutarse por nada. La canciller alemana Angela Merkel ha dado a los inversionistas una visión global de la situación. El letargo del euro en los últimos días resulta, en cierto modo, desconcertante. La noticia que se conoció el jueves de que las conversaciones entre el Fondo Monetario Internacional (FMI) y Grecia se habían roto tuvo un efecto instantáneo en los mercados de valores, al evaporarse la mitad de las ganancias del día en el Stoxx Europe 600. Sin embargo, las consecuencias del cambio del euro frente al dólar fueron prácticamente nulas.

A nivel más global, los datos más sólidos de Estados Unidos, que van desde el informe de empleo de mayo hasta los datos de consumo publicados a finales de semana y que han vuelto a reavivar el debate sobre el aumento de tipos de la Reserva Federal (Fed), tampoco han generado oscilaciones en el euro. Al cambiarse a casi 1.12 dólares, la moneda se encuentra en mitad de la franja sobre la que ha oscilado desde principios de mayo.

Resulta más fácil explicar la falta de reacción del euro al tira y afloja de Grecia. Incluso en plena crisis de deuda de la eurozona, cuando la salida de Grecia hubiera provocado un efecto dominó en todo el sur de Europa, el euro no fue el vehículo para expresar los temores y las esperanzas de la supervivencia de la eurozona. Es probable que se acuse al mercado de ser demasiado complaciente sobre el riesgo de una salida de Grecia, que, al menos al principio, sería un gran golpe para el euro. Pero, hay una sensación de fatiga que se está instalando. Si se alcanza un acuerdo, seguramente la trayectoria del euro no cambiaría demasiado. Un hecho que influiría más en la moneda única sería un aumento de las diferencias entre Estados Unidos y la eurozona.

Parece que los inversionistas no lo tienen demasiado claro, pero la economía de la eurozona registró unos buenos resultados en el primer trimestre, lo que contrasta con los de Estados Unidos. No obstante, se necesita mucha perspectiva. La eurozona en su conjunto acaba de empezar a salir de un largo periodo de ralentización; de hecho, el nivel de PIB real todavía no ha alcanzado los niveles anteriores a la crisis. En este sentido, un crecimiento por encima de la media es una excelente noticia. Pero, a más largo plazo, la economía estadounidense va muy por delante: sólo hace falta mirar a los datos del desempleo.

Si los datos del país norteamericano se mantienen, el euro tendrá que prestar atención al despegue de la Fed. Merkel advirtió el viernes que un euro demasiado fuerte impedía a algunos países poner en práctica de las reformas tan necesarias. Dado que una intervención de este tipo desde Alemania no es nada habitual, el euro acabó perdiendo posiciones frente al dólar. Europa quiere un euro más débil, y Estados Unidos, por su parte, recela de un dólar más fuerte. Sin embargo, si los datos llevan a la Fed a subir los tipos, Estados Unidos tendrá que aprender a vivir con ello.

Contenido de la Red Iberoamericana de Prensa Económica

fondos@eleconomista.com.mx

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