Buscar
Mercados

Lectura 5:00 min

Paso firme

Desde el 11 de febrero, cuando la Secretaría de Hacienda y el Banco de México dieron a conocer una estrategia conjunta para apuntalar los equilibrios macroeconómicos del país, el tipo de cambio se ha apreciado 13%, en un entorno global caracterizado por una profunda incertidumbre sobre la verdadera capacidad de recuperación de algunas regiones y la sombra de la recesión en países como Brasil y Rusia

Desde el 11 de febrero, cuando la Secretaría de Hacienda y el Banco de México dieron a conocer una estrategia conjunta para apuntalar los equilibrios macroeconómicos del país, el tipo de cambio se ha apreciado 13%, en un entorno global caracterizado por una profunda incertidumbre sobre la verdadera capacidad de recuperación de algunas regiones y la sombra de la recesión en países como Brasil y Rusia

En este contexto, muchos inversionistas se preguntan hasta dónde puede llegar el peso y si es verdaderamente creíble la fortaleza que ha mostrado, incluso frente a otras divisas de países emergentes. El escepticismo ha llevado a mucha gente a perder dinero en el mercado cambiario, pensando que al aprovechar los momentos de fortaleza les puede redituar ganancias ante el inicio de una tendencia alcista. Salvo en ciertos repuntes, esto no se ha cumplido.

Me parece que es importante tener presentes algunos elementos antes de tomar posiciones cambiarias direccionales. Por un lado, desde el año pasado se estableció una correlación muy estrecha entre el precio de petróleo y el tipo de cambio.

Esta correlación no es casual y tiene un sentido fundamental, es decir, la caída en el precio del petróleo se ha presentado en el marco de una desaceleración económica global, principalmente en los países emergentes, destacando el caso de China y una sobreoferta que no se ha podido corregir a pesar de múltiples esfuerzos por parte de los principales productores de crudo.

De esta forma, el ajuste en el precio del crudo es visto como reflejo de que la demanda agregada mundial es débil, lo que impacta de manera negativa el sector exportador de México y compromete la posición neta en dólares del país. En este escenario, el incremento reciente de los petroprecios actúa en sentido contrario y ha propiciado y apoyado la apreciación del peso mexicano.

A pesar de este movimiento de apreciación, el peso sigue subvaluado en virtud de la solidez de los fundamentos macroeconómicos. Recientemente, se dio conocer que el PIB de México en el primer trimestre del año se expandió a una tasa anual de 2.7%, frente a un estimado por los analistas de 2.5% y superando la cifra del trimestre anterior de 2.5 por ciento.

Sin ser un crecimiento espectacular, claramente la actividad productiva de México se está acelerando, lo que nos pone en una dimensión diferente al resto de los países emergentes. Adicionalmente, hay que recordar que este primer trimestre se vio afectado por el efecto estacional de la Semana Santa, de manera tal que si se corrige dicha estacionalidad, el crecimiento de la economía mexicana en los primeros tres meses del año sería de 2.9 por ciento.

Otro tema interesante es que el mercado doméstico sigue siendo el principal detonante de la actividad económica de México, ya que los servicios fueron el principal elemento catalizador del PIB. Esto, a su vez, es reflejo del poder adquisitivo de los hogares mexicanos debido a las bajas tasas de inflación que se han registrado en el país y los crecientes niveles de empleo.

De esta forma, las mejores perspectivas de crecimiento que se abren para México y el efecto positivo y creciente de las reformas estructurales apoyan la visión de que el ritmo de incremento del país se mantendrá durante el resto del año, apoyado de manera incipiente pero constante del sector manufacturero que hasta ahora se ha mantenido postrado ante el estancamiento de la producción industrial en Estados Unidos. No obstante, no hay que perder de vista el fuerte ritmo de expansión del sector automotriz de nuestro país, que seguramente compensará el menor ritmo de crecimiento de las manufacturas en Estados Unidos.

Esta posición fundamental seguramente tendrá un efecto positivo en el redireccionamiento de los flujos de capital, ya que, en contraste con lo que sucede en otras economías, favorecerá la salida de países percibidos como riesgosos hacia destinos considerados como más seguros, como el caso de México.

No se puede dejar de reconocer que existen riesgos importantes en el horizonte que pueden tener repercusiones adversas sobre la cotización del peso. Días en los que se presenta un combo negativo de indicadores, se presentarán a lo largo del año y presionarán al peso.

Las decepcionantes cifras del PMI manufacturero en China y Reino Unido, los malos resultados de los bancos en Europa y el temor por la sobreoferta de petróleo alimentaron la desconfianza de los inversionistas en el mundo, lo que se reflejó en un fuerte sentimiento de aversión al riesgo y en la pérdida de valor de las monedas emergentes.

No obstante, más allá de los escenarios de corto plazo, es altamente probable que la condición fundamental de la economía mexicana propicie que el peso se fortalezca en lo que resta del año. Aunque los episodios de volatilidad se verán reflejados en mayores cotizaciones, me parece que en el segundo semestre veremos que el peso rompe la barrera de los 17 pesos por dólar para alcanzar incluso un nivel cercano a los 16.5 pesos.

Con esta perspectiva, es muy peligroso apostar en contra del peso, sobre todo si se considera que, a diferencia de lo acontecido en el pasado, hoy las presiones sobre la moneda son resultado de un proceso global de aversión al riesgo, y no de un fenómeno de fuga de capitales que desequilibre la balanza de pagos.

*Manuel Guzmán Moreno es director de Asset Management en Monex Grupo Financiero.

mguzmanm@monex.com.mx

Únete infórmate descubre

Suscríbete a nuestros
Newsletters

Ve a nuestros Newslettersregístrate aquí

Noticias Recomendadas

Suscríbete