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Peligro en Grecia

Las cosas se siguen complicando para Grecia y para el gobierno de Alexis Tsipras que, aparentemente, está viendo sus últimos días, después de haber metido a la eurozona y al mundo entero en un verdadero laberinto sin salida.

Las cosas se siguen complicando para Grecia y para el gobierno de Alexis Tsipras que, aparentemente, está viendo sus últimos días, después de haber metido a la eurozona y al mundo entero en un verdadero laberinto sin salida

Aunque el escenario base sigue siendo que Grecia no dejará el euro, antes de llegar a una solución viable seguiremos viendo rispideces importantes entre Grecia y el grupo de países acreedores. De hecho, el pasado fin de semana la situación llegó al límite, luego de que el Eurogrupo anunciara su intención de no conceder una nueva prórroga a Grecia para su programa de rescate, y aunque el Banco Central Europeo decidió mantener las líneas de liquidez de emergencia para los bancos, lo cierto es que no las incrementó, como había sido práctica en el pasado.

Además del estancamiento en las negociaciones entre Grecia y sus acreedores, el pasado viernes el Parlamento griego aprobó la realización de un referéndum el próximo 5 de julio que someterá a votación popular la aprobación de las medidas de ajuste propuestas por la Troika y que es una condición para liberar los recursos del segundo paquete de rescate.

El referéndum es un verdadero sinsentido, toda vez que introduce una nueva variable de riesgo al ya de por sí complicado escenario que enfrenta el gobierno heleno. Según los últimos sondeos, cerca de 70% de la población griega está a favor de que el país continúe siendo parte de la zona euro, pero ¿y si llegara a ganar el no?

El famoso Grexit sería una verdadera catástrofe para Grecia, ya que perdería todos los apoyos y subsidios con los que cuenta por ser parte del selecto grupo de países que conforman la zona euro. Las medidas de control de capital decretadas recientemente por el gobierno y que implican que los bancos permanezcan cerrados por cinco días, así como el retiro limitado de efectivo, serían permanentes o de largo plazo en caso de que Grecia dejara la zona euro, lo que colapsaría el poder de compra de los ciudadanos.

Evidentemente, en este escenario tendrían que abandonar el uso del euro y adoptar nuevamente el uso del dracma, que fue la moneda de curso legal desde el 8 de febrero de 1833, e instrumentar de nueva cuenta el funcionamiento del banco central. Lo curioso de esto, es que la crisis se agravaría aún más y la solución tendría que venir por los mecanismos de mercado, es decir, una fuerte devaluación de la moneda, incremento de la inflación, una elevación infinita de las tasas de interés y una drástica contracción de la demanda.

En este contexto, la contracción del PIb obligaría al gobierno a instrumentar un programa de ajuste fiscal de proporciones mayúsculas para hacer frente a la profunda crisis económica. Es decir que, estando dentro o fuera del Eurogrupo, Grecia tiene que hacer un ajuste importante, sólo que con el auspicio y bajo el cobijo de los países de la zona euro dicho ajuste sería menos oneroso que si lo tuviera que hacer sola.

Adicionalmente, la salida de Grecia del euro tendría conceptualmente un impacto serio sobre la supuesta fortaleza e irreversibilidad de la moneda única. Esto es que la conformación de la zona euro nunca vislumbró la posibilidad de que alguno de sus miembros pudiera abandonarla por problemas de solvencia financiera, lo que eventualmente podría poner en tela de juicio la viabilidad futura de la unión.

Sin duda, este contexto es el que ha dado origen a la negativa del grupo de países acreedores para flexibilizar los términos del rescate de Grecia, ya que el hacerlo sentaría un precedente que se tendría que seguir en caso de que algún otro país con problemas financieros, como podrían ser Italia o Portugal, requiriera un apoyo similar. De esta forma, el esfuerzo de convergencia tendrá que venir de Grecia.

Si éste fuera el caso y la votación del referéndum fuera a favor de adoptar el paquete de medidas exigidas por la Troika, esto implicaría un duro revés al gobierno radical de Alexis Tsipras. Si se llegaran a materializar las demandas de los acreedores como resultado del referéndum es altamente probable que el primer ministro tuviera que dejar el cargo y llamar a nuevas elecciones, para dar paso a una coalición más moderada. De esta forma, el premier Tsipras no sólo habrá organizado una votación en torno a un programa de rescate, sino también de su permanencia en el poder.

Habrá que destacar que una eventual salida de Grecia de la zona euro ocasionaría un contagio en los mercados financieros, no sólo de los países de la zona euro, sino de todo el mundo, destacando la afectación sobre los países emergentes. El extremo en que se ha venido ubicando el caso de Grecia es un juego en el que todos pierden, por lo que es imprescindible encontrar una solución cuanto antes, toda vez que las fechas críticas están muy cerca.

Por lo pronto, el vencimiento que tenía Grecia con el FMI por 1,600 millones de euros, no se cubrió, con lo cual el organismo internacional bloqueará el acceso de Grecia a los fondos que la institución le venía proveyendo. El gobierno griego expuso que ha solicitado un paquete de rescate con una duración de dos años por parte del Mecanismo de Estabilidad Europeo para hacer frente a las obligaciones financieras que el país tiene en ese lapso, así como la instrumentación de la reestructura de su deuda. La viabilidad de estas demandas dependerá, por supuesto, de los resultados del referéndum.

La fecha crítica, sin embargo, es el próximo lunes 20 de julio, cuando Grecia tendrá que hacer frente a un vencimiento de 3,500 millones de euros con el Banco Central Europeo. De no cumplir con este pago, se complicaría la permanencia de Grecia en la zona euro.

La buena noticia es que, en caso de que el resultado del referéndum sea a favor de aceptar las demandas de los acreedores, quedarían dos semanas para construir un programa de ajuste que dé acceso a Grecia a los fondos necesarios para cumplir con sus obligaciones financieras y le dé viabilidad a la menguada economía.

Si prevalecen la razón y la lógica económicas, el próximo domingo se dará un paso importante para que Grecia llegue a un acuerdo con la Troika, con lo que empezará un largo y sinuoso camino hacia la recuperación, despejándose así las dudas sobre el futuro del euro.

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