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¿Por qué no puede bajar más el tipo de cambio?

Insistiremos en las premisas que hemos sostenido desde hace mucho tiempo: los principales determinantes del nivel del tipo de cambio peso–dólar son la trayectoria de crecimiento en los Estados Unidos y México, así como el grado de estabilidad en los mercados globales.

Insistiremos en las premisas que hemos sostenido desde hace mucho tiempo: los principales determinantes del nivel del tipo de cambio peso–dólar son la trayectoria de crecimiento en los Estados Unidos y México, así como el grado de estabilidad en los mercados globales. Al evaluarlas nos parece muy complicado que se observe una tendencia de baja de la cotización

La economía de Estados Unidos y la de México presentan en días recientes signos de una recuperación que se puede concretar en el segundo semestre del año. En Norteamérica, hay datos de mejoría en el empleo e indicios de que a principios de julio veremos información favorable en el sector industrial. El sector inmobiliario también se recupera con relación al pasado reciente.

En México, conocimos que persiste la recuperación en el Indicador Global de Actividad Económica que publica el Inegi; para este dato, que es una proxy del comportamiento del PIB mensual, la serie original ajustada por efectos de calendario creció 2.4%, por encima del crecimiento de 2.2% en marzo, lo que sugiere una mejor tracción en la actividad económica. Además, la variación mensual ajustada por estacionalidad mostró un crecimiento de 0.7%, la mayor expansión desde mayo del 2013. Si a esta señal le acumulamos información sobre las ventas de autos, las ventas de tiendas departamentales y de autoservicios, el tráfico de pasajeros o las remesas provenientes del exterior, tal parece que la información de crecimiento en el segundo trimestre presentará una mejora.

De acuerdo con la primera parte de nuestra premisa, hay motivos para pensar en un peso fuerte. Sin embargo, en tiempos recientes el tipo de cambio se ha vuelto vulnerable debido a los violentos movimientos relativos entre las distintas monedas; éstos son provocados por la fuerte distorsión que generan las políticas monetarias de ultrarelajación que aplican los grandes bancos centrales.

El año pasado, presenciamos una rápida, y en algún momento sostenida, revaluación del dólar contra la mayoría de las monedas en el mundo. El principal factor que provocó este fenómeno fue la percepción de que en Estados Unidos la Reserva Federal se encuentra próxima a iniciar un proceso de alza de tasas, algo que se mantiene vigente en la mente de los inversionistas desde hace tiempo.

Asimismo, esta percepción coincidió con la puesta en marcha de medidas adicionales de relajación, en especial por parte del Banco Central Europeo. Una lógica muy simple relacionada con flujos financieros fue la que imperó: si en Estados Unidos las tasas suben y en Europa, Japón y China bajan, los inversionistas prefirieron invertir en activos en dólares y abandonar los activos en monedas locales.

Al devaluarse el Euro, automáticamente se restringen flujos a otros países. Muchos de éstos deben ver cómo sus propias monedas se devalúan, incluso en mayor proporción, contra el billete verde. En varios casos, los mismos bancos centrales redujeron sus tasas para evitar perder mercados. En otros casos, la necesidad de mantener el acceso a un financiamiento de corto plazo en dólares y la preocupación por evitar la contaminación de las devaluaciones sobre las inflaciones locales provocó aumentos las tasas de interés (Brasil y Rusia).

Todo esto en un entorno de mercados de capitales y de deuda que se han mantenido en niveles máximos de valuación. No cabe duda, los mercados globales en este año han sido todo menos estables.

Y la moneda sigue en el aire. La Fed aún no decide aumentar las tasas de interés de referencia, pero la simple especulación al respecto ha hecho que las tasas de largo plazo presentan vaivenes poco usuales y denoten incertidumbre. En Europa esta situación se adereza con el riesgo de un posible default de Grecia.

No en balde el Banco de México ha tenido que decidir relacionar explícitamente sus movimientos de tasa a lo que suceda con la Fed. Si ésta decide aumentar los réditos, las presiones en los mercados cambiarios y de tasas de interés se intensificarán y es esperable una mayor volatilidad en nuestro tipo de cambio. No se ve que los mercados reduzcan su nivel de incertidumbre y se estabilicen en los siguientes meses, ello representa implícitamente mucha inestabilidad en el tipo de cambio y tal vez un piso elevado.

*Rodolfo Campuzano Meza es director de Estrategia y Gestión de Portafolios de INVEX. Cualquier pregunta o comentario puede ser enviado al correo:

perspectivas@invex.com

Twitter: @invexbanco

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