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Opinión

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Administrar el deporte en finanzas, no en una competencia

Respirar profundamente antes de levantar el revólver, apretar el abdomen mientras se apunta a la diana, colocar el diafragma para un mejor centro de gravedad, liberar 50% del aire inspirado, situar la vista en la zona de apuntado, contener la respiración hasta después de la suelta. Respirar cada cuatro brazadas durante un segundo, soltar el aire debajo del agua durante tres. Inclinar el cuerpo a 45 grados en el arranque, apoyarse con los metatarsos, utilizar el brazo contrario a la pierna que da el primer paso, incrementar la longitud de la zancada lo antes posible. Respirar por la nariz, soltar el aire por la boca. Tensar los músculos para compactar el cuerpo. Apretar las piernas y la cadera tres trancos antes del obstáculo, ceder levemente la rienda al saltar, dejar que las patas traseras del caballo crucen el obstáculo y sentarse con los codos pegados al cuerpo. Así es como se llega a los Juegos Olímpicos, cuidando hasta el más mínimo detalle.

Efectivamente, los deportistas somos administradores natos. Invertimos sudor, lágrimas y tiempo en nuestro cuerpo y en nuestra mente. Cada sacrificio que hacemos es pensando a futuro. La gráfica de nuestro desempeño debe ser idealmente exponencial y, si no, al menos mantenerse en el eje del tiempo. No obstante, nuestro descenso del podio no siempre lo refleja.

El cuatro veces campeón mundial de boxeo en la categoría peso gallo, Rubén Olivares, mejor conocido como ‘El Púas’, ganó más de dos millones de dólares durante su trayectoria, pero 30 años después, a inicios de 2017, se encontraba vendiendo sus cinturones y artículos boxísticos en el tianguis de La Lagunilla, en la Ciudad de México.

Como él, existen un sinfín de nombres que exponen que los atletas de alto rendimiento en México no están entrenando en todos los aspectos, sobre todo en el tema de educación financiera. Y es que representar a México involucra una serie de responsabilidades que, en nuestro afán por alcanzar la medalla y la gloria olímpica en nuestra juventud, no llegamos a comprender una vez retirados.

Los ingresos intempestivamente altos cuando somos adolescentes, contratos ilegibles, patrocinios, gastos en bienes depreciables, malas inversiones, falta de planificación, emprendimientos poco evaluados, son factores para los que generalmente los atletas no están entrenando.

Y no por falta de interés, sino por falta de consultores o alguien preparado que nos dé una mano.

La salud de un atleta no debería componerse únicamente de dietas, buena alimentación y ocho horas de sueño entre entrenamientos, sino de una preparación posterior a su retiro, que involucre el manejo de su imagen, de sus finanzas, pero sobre todo de su educación y trayectoria después del retiro.

Lo más difícil de ser atleta es aprender a desaprender. A administrar el oxígeno en años y no en brazadas, distancias o alturas. Emprender en el entendimiento de sus ingresos y egresos, así como en el de sus inversiones a futuro. Y al igual que en el ámbito deportivo, esto también se juega en equipo. 

El primer paso, y sé que no les sonará extraño a mis amigos deportistas, es ponerse un objetivo a largo plazo. Ahora no cada cuatro años como los ciclos olímpicos, sino a 10, 15 o 20. Al igual que en el tiro deportivo, es importante tener claridad en el objetivo antes de jalar el gatillo. Si tienen dudas sobre cómo plantearse estos objetivos, saben como encontrarme.

@ismael.m.hernandez

@ismaelpenta

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