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Ceuístas en el poder
Hace 33 años coincidieron en la simpatía por el movimiento democratizador concitado por la candidatura presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas, pero motivado sobre todo por los afanes de acabar con el régimen priista. En 1985, apenas cursaban el bachillerato, en la UNAM.
Jesús Ramírez Cuevas había ingresado al CCH Naucalpan, donde sus hermanos estaban en el epicentro del colectivo anarquista que —entre sus múltiples actividades— tuvo como órgano de difusión a La Guillotina. Otros punketos en esa época (como Marco Levario Turcott) también escribieron en esas páginas, cuyos editores lograron incluir textos de Carlos Monsiváis, Marta Lamas, Gustavo Hirales o José Woldenberg, quien había estado en el claustro de profesores que fundó —hace 50 años— la ENEP Acatlán.
En 1986, Woldenberg daba clases en el CCH Sur. Y en los albores del Consejo Estudiantil Universitario manifestó sus reservas sobre ese movimiento que tenía entre sus líderes a Imanol Ordorika, Antonio Santos y Carlos Imaz.
Una generación que lleva indeleble la cicatriz de los terremotos de septiembre de 1985. Ramírez Cuevas era completamente lo opuesto a los porrurris que entonces auspiciaba la Rectoría. Los ceuístas saloneaban para informar sobre el Plan Carpizo, convocar a diálogos públicos en defensa de la gratuidad de la educación y finalmente llevar a la huelga, en 1987.
Entre los bachilleres de entonces estuvieron Hugo López-Gatell, pero también Ciro Murayama, Fernando Belauzarán y Ricardo Becerra. Recientemente, el senador Martí Batres —egresado de la Prepa 7— formuló un apretado (pero incompleto) recuento de sus compañeros en aquellas andanzas que incluyeron un intenso activismo en la insurrección cardenista de 1988 y posteriormente, en el Congreso Universitario de 1990.
La mayoría de esos líderes ceuístas participaron en ese congreso, como representantes de sus institutos y facultades. Murayama y Becerra fueron consejeros estudiantiles, por la Facultad de Economía. Pedro Salmerón y Fabricio Mejía Madrid, por la Filosofía y Letras. Claudia Sheinbaum, de Ciencias...
Alejado del activismo, Lorenzo Córdova cursó su licenciatura en la Facultad de Derecho. Primero por Rolando Cordera y después en el IETD, con José Woldenberg, entraría en contacto con Becerra y Murayama. Y de allí, al Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Y de allí al IFE.
Los ceuístas —los históricos, los reformistas y los brigadistas— estaban destinados a rumbos diametralmente opuestos. Unos se quedaron instalados en el activismo. Otros emprendieron carreras académicas.
Al paso de los años, unos están en la Cuarta Transformación. Otros, en los órganos autónomos, como Murayama y Alberto Monroy.
Efectos secundarios
SUSTANCIAS. En el carrusel electoral del 2021, ocurrió el primer debate entre los aspirantes a la gubernatura de Tlaxcala, convocado por la autoridad electoral. Centrado en aspectos de salud y seguridad pública, el encuentro sirvió para comparar las propuestas de las dos aspirantes mejor posicionadas: Anabel Avalos, de la coalición PAN-PRI-PRD y Lorena Cuéllar, de Morena; ambas, exalcaldesas de la capital. La abanderada izquierdista lidera las preferencias del electoral tlaxcalteca, según reveló la encuesta de Mitofsky, con el doble de la intención de voto de su adversaria.
¿RETORNOS? En el servicio público, Luis Miguel Chong Chong pasó por el IMSS, la Secretaría de Hacienda y el GDF. Entre las tecnologías de la información y las ciencias de la salud, optó por lo segundo y se involucró en las iniciativas de Fármacos Especializados y Salud Digna. Los proveedores de los servicios integrales ahora notan su influencia en el ISSSTE, situación que complica la operación interna y la relación con proveedores. Su cercanía con Jens Pedro Lohmann, titular de Administración del ISSSTE, les resulta incómoda.