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Cómo es que China crea su propio mercado
El modelo económico de China impulsado por las exportaciones, que impulsó el rápido crecimiento de su PIB durante las últimas tres décadas, ha estado arrojando rendimientos decrecientes. Pero a medida que la economía china avanza hacia una nueva estrategia basada en impulsar el consumo de los hogares, el desarrollo de su mercado interno ha sido más lento de lo previsto
SHANGHÁI – En los últimos años se ha tornado cada vez más evidente que China ha comenzado a alejarse de su modelo de desarrollo económico impulsado por las exportaciones para adoptar una estrategia de “circulación interna” que hace hincapié en la expansión de la demanda doméstica. Si bien esto pareciera ser un paso natural, crear un mercado doméstico lo suficientemente grande para un país de 1,400 millones de habitantes ha demostrado ser un enfoque más complicado de lo que muchos economistas y analistas anticipaban.
En el transcurso de las últimas décadas, el crecimiento económico de China dependió marcadamente de las exportaciones de manufactura y de la inversión de capital. Entre las décadas de 1990 y de 2010, la exitosa estrategia de promoción de las exportaciones del país facilitó la integración de China en la economía global y alimentó un crecimiento acelerado. Si bien China no abandonó la estrategia de sustitución de las importaciones durante este período, su enfoque “orientado hacia afuera” combinado con las estrategias de “volverse global” y “seducir” para atraer inversión extranjera, fomentar las empresas conjuntas, centrarse en aquellas exportaciones que requieran una gran concentración de mano de obra y amasar enormes reservas de moneda extranjera.
Su tamaño gigantesco le ha permitido a China solidificar su posición como el nodo de manufactura del mundo. Pero su modelo de crecimiento considerablemente exitoso está arrojando retornos cada vez más magros. En los últimos 10 años, China ha experimentado una profunda transformación demográfica similar a las que se vieron anteriormente en Japón y Corea del Sur. De la mano de una tasa de nacimiento en rápido descenso, la generación nacida durante la explosión demográfica de los años 1960 y 1970 -un pilar clave del veloz crecimiento de China desde los años 1980- hoy se está acercando al retiro. Se espera que unos 20 millones de personas abandonen anualmente la fuerza laboral en los próximos 10 años. Los efectos combinados del envejecimiento de la población y la política de un solo hijo (que se abolió en 2016, después de 36 años) han resultado en un incremento de los ahorros de los hogares, lo que ha complicado los esfuerzos de China por impulsar el consumo doméstico.
De manera crucial, el compromiso perdurable con la estrategia de promoción de las exportaciones ha desacelerado el desarrollo del mercado doméstico mucho más de lo esperado. Para mantener la ventaja competitiva del país, el modelo exportador requiere de intervenciones estatales en la fijación de precios, incluidos una renta reducida de la tierra, tipos de cambio favorables y un crecimiento salarial más lento. A pesar de las gigantescas reservas de moneda extranjera de China, el gobierno mantiene su mecanismo cambiario, que beneficia las exportaciones, pero dificulta el crecimiento de un mercado doméstico vibrante.
Una dinámica similar es evidente en la política de tasas de interés de China. Las tasas de interés reales en el país se han mantenido por debajo de la tasa de crecimiento del PIB por mucho tiempo, lo que ha resultado en una mala asignación de capital y en la ausencia de mecanismos de ajuste para equilibrar la inversión y el consumo.
Las tasas salariales también se han visto afectadas por los últimos vestigios de la economía planificada de China. Los esfuerzos del gobierno por lograr un equilibrio entre salarios bajos y precios asequibles son un excelente ejemplo. Si bien la compensación salarial ha aumentado como porcentaje del PIB recién en los últimos años, los salarios promedio se mantienen significativamente más bajos que en la mayoría de los países en un nivel de ingresos comparable. La excesiva intervención del gobierno ha resultado en mercados laborales segmentados y en un sistema de empleo subdesarrollado. En consecuencia, China carece de un mecanismo de ajuste que alinee a los salarios con el ritmo de la productividad y el crecimiento económico.
Por otra parte, el gasto del gobierno desde hace mucho tiempo ha estado sesgado hacia el desarrollo de infraestructura física y formación de capital, y solo se asignan fondos limitados para respaldar a los hogares o expandir los programas de asistencia social. Es por este motivo que las familias chinas mantienen niveles elevados de ahorros preventivos.
Para facilitar una circulación doméstica robusta, China debe alejarse de su modelo centrado en las exportaciones y focalizarse en la promoción de las importaciones. En su carácter de actor global, es crucial mantener una neutralidad estratégica y, al mismo tiempo, girar hacia un modelo de esas características, que requiere del desarrollo continuo del enorme mercado doméstico.
Si bien la promoción de las importaciones es, sin duda, un próximo paso natural para cualquier país que haya logrado un éxito temprano a través de la promoción de las exportaciones, es particularmente crucial para las grandes economías. En el centro de este giro está el reconocimiento de que una economía no puede depender indefinidamente de las exportaciones para impulsar el crecimiento y mejorar los estándares de vida. Al adoptar una estrategia centrada en las importaciones, China podría abordar sus desequilibrios comerciales de larga data y ajustar los mecanismos intervencionistas que han afectado históricamente los tipos de cambio, las tasas de interés y la formación salarial. Alinear el crecimiento salarial con el PIB nominal impulsaría los ingresos de los hogares y estimularía la rápida expansión del sector de servicios de China, que anteriormente se había visto restringido por la estrategia impulsada por las exportaciones de las autoridades.
Asimismo, al promover las importaciones a través de una apreciación de la moneda y reducciones arancelarias, China podría reducir el precio de los bienes de consumo importados e incrementar drásticamente el gasto de los hogares. Aumentar las tasas de interés reales impediría la mala asignación de capital, reduciría el porcentaje de inversión del PIB y le permitiría a la economía reequilibrar la demanda agregada. Más importante, al permitirle al gobierno romper el ciclo de alta inversión y deuda, esta transición liberaría más recursos presupuestarios para satisfacer las necesidades de los ciudadanos y minimizar la pesada carga sobre los hogares que hacen malabares para pagar la atención médica, el cuidado infantil y la educación ahorrando, a la vez, para el retiro.
La promoción de las importaciones es la clave para concretar el potencial de la demanda de consumo doméstico de China. A diferencia de la sustitución de importaciones, esta estrategia no sofoca al sector comercial. Por el contrario, expandir el mercado doméstico y fomentar la circulación interna les permitiría a las empresas chinas centrarse en la innovación tecnológica y desarrollar las habilidades técnicas y los conocimientos requeridos para exportar productos más complejos y de alto valor agregado.
Japón y Corea del Sur ofrecen un ejemplo admonitorio. Si bien Japón pagó un precio alto por demorar su ajuste estratégico, el rápido desarrollo económico de Corea del Sur entre 1987 y 1996 se vio facilitado por ajustes de políticas que alinearon los salarios con el crecimiento de la productividad, impulsando así el consumo doméstico. Pero Corea del Sur no supo aprovechar este impulso antes de que una ola de liberalización financiera alterara su trayectoria económica. Si aprendiera las lecciones de otras economías del este de Asia, China podría evitar un destino similar, reequilibrar su economía y alcanzar un crecimiento sustentable.
El autor
Decano de la Escuela de Economía en la Universidad Fudan, es director del Centro de China para Estudios Económicos, un grupo de expertos con sede en Shanghái.
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