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Criptomonedas: ¿Héroe o villano?
El debate internacional sobre el tema de las criptomonedas o monedas digitales (bitcoins) lleva ya varios años. Recientemente en México surgieron comentarios al respecto, que llevaron a las tres autoridades financieras a emitir un comunicado conjunto. Su mensaje fue: “Los activos virtuales no constituyen una moneda de curso legal en México ni tampoco son divisas bajo el marco legal vigente”. Detallaron que las instituciones financieras no están autorizadas para realizar u ofrecer al público operaciones con ningún tipo de activos virtuales, ni siquiera el manejo de saldos, aunque estuvieran denominados en pesos, a través de esquemas tecnológicos como blockchain. Cualquier falta llevará a sanciones.
El tema es complejo y como todo, tiene ventajas y desventajas. Hay que revisar por lo tanto las principales implicaciones para una discusión informada que lleve a decisiones regulatorias eficientes. Al no ser emitidos por una autoridad central pública (un banco central) o privada (hay varios emisores), no son un activo fiduciario que cuente con un respaldo legal. Por lo tanto, su precio se determina por la demanda y la oferta con un motivo altamente especulativo. Por ello su cotización ha sido muy volátil a lo largo del tiempo.
La Ley Fintech de 2018 permite autorizar a entidades privadas que no sean bancos operar bitcoins como un instrumento de inversión a través de una plataforma digital con sus clientes. Ya hay varias con relativo éxito (BITSO, desde hace siete años).
Las criptomonedas han sido criticadas porque supuestamente favorecen el anonimato y la no trazabilidad. Esto es incorrecto, pues toda la información de la historia transaccional queda registrada en el registro (ledger) de la tecnología del blockchain. Los múltiples actores en la cadena de valor quedan registrados para una verificación en línea por cualquiera. Esto dificulta la actividad criminal, si bien el crimen organizado ha encontrado formas de burlar parcialmente el blockchain, por ejemplo, en el Dark Web.
Los bancos centrales reconocen el desafío que representa para esas instituciones el proceso del dinero digital. Por ello, lo están estudiando cuidadosamente, aunque hay opiniones encontradas. Por ejemplo, China y Estados Unidos favorecen una intervención para que las criptomonedas sean creadas centralmente para una adecuada garantía de su valor y supervisión; los europeos en general no están tan convencidos. México ha expresado extrema cautela. Por otro lado, El Salvador planea adoptar al criptodinero como moneda de curso legal a fines de 2021.
En todo caso, de creación privada o pública, lo fundamental es que contribuyan a una tecnología segura de pagos. Pueden llegar a ser un catalizador para la innovación y la inclusión. Lo fundamental es que su desarrollo y aplicación deben alinearse con el objetivo de la estabilidad financiera que es un bien público para la sociedad.
Un artículo reciente balanceado es el de Carstens (https://www.bis.org/speeches/sp210127.htm). Asimismo, el MIT ofrece sobre el tema varios cursos gratuitos en línea (https://dci.mit.edu/courses).
Twitter: @frubli