Buscar
Opinión

Lectura 3:00 min

Dos realidades

El domingo pasado, a unos metros de distancia, dos segmentos irreconciliables de la sociedad mexicana expresaron su forma de interpretar el proyecto de país con el que se identifican. Los que se concentraron en el Zócalo y aclamaron al presidente saliente y su continuidad próxima, frente a los que en el Ángel de la Independencia clamaron por mantener la República con base en un imperfecto Estado de derecho, pero bajo el reconocimiento de la necesidad de mantener la pluralidad y el acuerdo político como principio básico de una democracia legítima e institucional.

Los primeros, como parte de la reconstrucción del nacionalismo revolucionario ahora en manos de un caudillo transexenal, respaldaron sin  cuestionamiento alguno los argumentos del líder máximo tanto en lo relacionado con la mítica existencia de un sistema de salud superior al de Dinamarca, como en la respuesta incondicional a la reforma judicial y a la satanización de la figura de Norma Piña como cabeza de la Suprema Corte.

Por su parte aquellos que fueron convocados por estudiantes de Derecho y consiguieron el acompañamiento de distintas instituciones educativas, insistieron en la vigencia de la Constitución como actualmente existe, y en la permanencia de un sistema jurídico que requiere mayor profesionalismo y prontitud en los procesos judiciales. Este sector rechaza totalmente la demolición de lo construido y su sustitución por tribunales populares dominados por militantes y no por aquellos que posean una carrera judicial.

Las dos concentraciones perfilan un choque social que tendería a agravarse si el escenario económico se complica como todo indica podría suceder. Cerrar los ojos ante el tema del desencuentro con Estados Unidos y Canadá, o con el problema del endeudamiento y de Pemex y CFE, no hará que la tormenta que se avecina desaparezca por arte de magia.

El objetivo de López Obrador de concluir el sexenio reafirmando su determinación por conseguir el control total del poder político y el económico, no sólo produce una división profunda en la sociedad mexicana, sino que abre la puerta para el retorno al mundo de la historia oficial capaz de falsear la realidad llegando incluso a lo absurdo.

No se trata de dos interpretaciones de una misma realidad. Estamos hablando de dos realidades paralelas, una que es cuestionada en función de datos y hechos verificables, y la otra construida para justificar un régimen que no requiere rendir cuentas ante nadie por ser el único heredero de la verdad y la justicia.

Regresamos al mundo unidimensional donde la disidencia es traición y el caudillo es incuestionable. Es un México revolucionario versión 4T, o sea recargado.

Ezra Shabot Askenazi es Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Nacional Autónoma de México. Analista político y catedrático universitario con 22 años de trayectoria en la UNAM. Como académico ha sido jefe del Departamento de Ciencias Sociales y Jefe de Planeación Académica en la Escuela Nacional de Estudios Profesionales (ENEP) Acatlán.

Únete infórmate descubre

Suscríbete a nuestros
Newsletters

Ve a nuestros Newslettersregístrate aquí

Noticias Recomendadas

Suscríbete