Buscar
Opinión

Lectura 4:00 min

Economía y política mundial

En EU suenan tambores cesaristas por la posibilidad de que llegue a la Presidencia Donald Trump. Está en ascenso el miedo como expresión social y la incapacidad de los liberales de renovarse

En medio de la incertidumbre por muchos factores, esencialmente geopolíticos, la economía mundial ofrece perspectivas positivas, sobre todo por la recuperación de las grandes economías. Sobresale Estados Unidos, que está realizando un aterrizaje suave, mismo que se explica en gran parte por la desinflación reciente debido a la caída de los precios de las materias primas y la energía.

Las tasas de interés en Estados Unidos continúan altas. La Reserva Federal no las bajó en su primera reunión de este año, ya que considera que la actividad económica se expande a un ritmo sólido.

Para los países en desarrollo, el problema macroeconómico determina las dificultades. Hay restricciones de liquidez y el elevado costo de los pagos de intereses desplazan a las inversiones necesarias.

Los países en desarrollo están marcados por los problemas que hacen que la población esté insatisfecha. Falta cobertura aceptable de empleo, educación, salud, seguridad social, transporte, agua.

La experiencia de los países nórdicos es un modelo a seguir. Ofrecen los satisfactores sociales necesarios, lo que hace que los gobiernos sean apoyados. Es importante aclarar que la socialdemocracia no es producto de fórmulas o de teorías utópicas, sino de una experiencia histórica basada en el pragmatismo para ir gradualmente mejorando las instituciones y los servicios públicos. Ello permite la estabilidad para vivir en paz, lejos del mundo de las carencias y la devastación de los deseos humanos, que es el subdesarrollo. Pero, además, sus economías son altamente productivas porque se mueven en contextos tecnológicos y de mercado dinámicos.

Para este año, habrá elecciones en 35 países, Estados Unidos y México, entre otros.

En Estados Unidos suenan tambores cesaristas por la posibilidad de que llegue a la Presidencia Donald Trump. Está en ascenso el miedo como expresión social y la incapacidad de los liberales de renovarse.

Los ejes del liberalismo son la pluralidad, la tolerancia, la propiedad, la privacidad, los contrapesos y la prensa libre. Estos valores necesitan consolidarse para continuar realizando las reformas para sostenerse y avanzar democráticamente.

A partir del triunfo del neoliberalismo y sus aberraciones, dio origen a que resurgiera el populismo que privilegia el desorden y que se autodestruye por la falta de cumplimiento de las promesas de bienestar y progreso.

La aspiración de líderes populistas de derecha, como es el caso de Trump, es revertir procesos históricos como es la globalización, vulnerar la soberanía de los Estados nacionales, parar violentamente la migración que se origina en los países en desarrollo, realizar guerras comerciales. Y lo peor, la aspiración de Trump cuando fue presidente de que su país multiplicara por ocho veces las cabezas atómicas, voluntad de dominio y exterminio, propuesta de catástrofe. Por fortuna fue abortada por el complejo militar industrial. El Secretario de Estado de su gobierno, Rex Tillerson, después de oír a Trump lo definió como “un jodido imbécil” y advirtió que Trump tiene como prioridad su egolatría.

En el Medio Oriente, Trump le agregaría fuego al infierno. Recordemos que como presidente rompió con la Unión Europea y se alineó con Israel y Arabia Saudita contra Irán, un país promotor del terrorismo.

Tamakul Kerman, premio nobel de la paz, dijo: ”No confío en Trump porque no confío en los racistas”.

smota@eleconomista.com.mx

Escritor y licenciado en economía, egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México. De 1984 a 1990 fue embajador de México ante el Reino de Dinamarca, donde se le condecoró con la orden Dannebrog.

Únete infórmate descubre

Suscríbete a nuestros
Newsletters

Ve a nuestros Newslettersregístrate aquí

Últimas noticias

Noticias Recomendadas

Suscríbete