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El ciberacoso, otra plaga en la pandemia
A partir del aislamiento social que ahora estamos viviendo, en muchos hogares ha aumentado el uso del internet: lo cual entraña peligros como el ciberacoso, es decir, la agresión o intimidación efectuada a través de redes sociales, videojuegos o mensajería digital.
Si ya utilizábamos mucho el internet antes de la cuarentena, en este momento se suma que es la forma de sacar adelante asuntos que antes arreglábamos de manera presencial. También estamos más conectados para distraernos o entretener a los hijos ahora que debemos minimizar nuestras actividades fuera de casa.
Hasta el 2019, el Inegi nos dice que se registraron en México 74 millones de personas, de 12 años o más, usuarias de internet. Llama la atención el rápido crecimiento que ha tenido el uso de esta herramienta tecnológica. En el 2017 lo utilizaban poco más de 62 de cada 100. Dos años después, prácticamente 73 de cada 100 personas. Y sigue creciendo.
Entre las personas que utilizan internet, 24 de cada 100 dijeron haber vivido una situación de acoso cibernético en el último año. Uno de cada cuatro. En otras palabras, casi 18 millones de personas han sido objeto de algún tipo de ciberacoso manifestado, por ejemplo, en la difusión de mentiras sobre ellos; publicación de fotografías privadas; envío de mensajes hirientes o amenazas a través de las plataformas de mensajería.
El ciberacoso puede afectar a cualquier persona, no discrimina. Sin embargo, hay que saber que el grupo más afectado ha sido el de las mujeres entre los 12 y los 29 años. Lo cual no quiere decir que no se agreda a los varones, especialmente a los menores de edad.
Mucho, mucho, ojo con los hijos; los vemos frente a una pantalla, pero no sabemos quién está detrás de esa pantalla. Si caras vemos, corazones no sabemos, imagine el riesgo que entraña el contacto con figuras completamente desconocidas. El anonimato de la red propicia muchas fechorías.
Las situaciones de ciberacoso más experimentadas por los usuarios del internet son las insinuaciones o propuestas sexuales y que te busquen con identidades falsas. En tercer lugar se encuentran los mensajes ofensivos, y le siguen la recepción de contenido sexual, las provocaciones para que reaccionen de manera negativa y las llamadas ofensivas.
El drama del ciberacoso puede agravarse porque acecha las 24 horas del día. Internet no duerme. De igual manera, porque hay información que, una vez en la red, es muy difícil de eliminar. Siempre, pero especialmente en estos tiempos, “mucho ojo”, como nos prevenía por allá en los ochentas una famosa campaña publicitaria.