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Opinión

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El debate económico

La economía mexicana es subdesarrollada, en gran medida, por la falta de un sistema de derechos de propiedad bien definidos.

A pesar del pesimismo, además entendible, sobre las perspectivas para lograr la recuperación económica, éste es un buen momento para evaluar los cambios que se han dado en los contendidos, y la naturaleza, del debate económico. Las noticias, en este rubro, son mejores (o bueno, menos peores) que lo que acostumbramos ver en la narrativa cotidiana sobre nuestro entorno.

Un cambio fundamental se ha dado en el tema de la inflación. Apenas hace 12 años, aún se escuchaban voces que veían la estabilidad de precios como un serio obstáculo para lograr el crecimiento, y recomendaban vivir con inflaciones altas para poder acomodar un episodio de expansionismo monetario. Hoy, por contra, nos escandalizamos (y bien deberíamos) de que la inflación se va a disparar de 3 a 5% en este año. La estabilidad y sus beneficios ya no son objeto de debate.

Algo similar ha sucedido con la balanza fiscal. A pesar del debate sobre reformas fiscales, pocos dudan de la necesidad de asegurar un equilibrio fiscal en el largo plazo. Es decir, los déficit de otras épocas (similares a los que ahora viven los vecinos del norte), no figuran como alternativas reales en el debate.

Un tercer cambio fundamental, bastante más reciente que estos dos temas de carácter macroeconómico, tiene que ver con el tema de la competencia.

Sea en energía o en telefonía, sea en educación o en sindicatos, la competencia se empieza a ver como necesaria para recuperar un crecimiento más sostenido, menos inercial. Es literalmente increíble que los progresistas de moda, supuestos enemigos del legado de Adam Smith, ahora abanderen la causa de la competencia, por exactamente las mismas razones que Smith anunciaba: evitar abusos del proceso político para ganar privilegios en un mercado abierto.

Una dimensión del debate económico donde no acabamos de apreciar la importancia del tema es la actual estructura de incentivos. La economía mexicana es subdesarrollada por la falta de un sistema de derechos de propiedad bien definidos. En las palabras de Mancur Olson, nuestro subdesarrollo se debe a que no contamos con instituciones imparciales que velen por hacer cumplir los contratos, que no tenemos derechos de propiedad confiables, que no podemos cosechar todos los beneficios del intercambio, por esto, y por el alto número de costos de transacción que se derivan de la tramitología, del mercado de rentas, de los monopolios.

Por ello, a pesar de los avances en el debate económico, seguimos siendo rehenes de un crecimiento mediocre. El tema clave, insistimos, son los derechos de propiedad.

rsalinas@eleconomista.com.mx

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