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El error de Merkel
A la luz de la invasión Rusa a Ucrania uno observa desconcertado la muy tímida y timorata reacción del gobierno alemán, cuyo nuevo canciller parece estar anestesiado frente a la muy anunciada invasión.
Esta timidez viene del hecho que Alemania tiene un problema importante en cuanto a su dependencia energética con Rusia, quien a través del gasoducto Nordstream 1 le provee el gas que necesita para sus plantas electro generadoras que ayudan a nutrir la industria y la calefacción de millones de hogares.
A pesar de todas las advertencias de los diferentes presidentes estadounidenses y de sus socios europeos la canciller Angela Merkel, a lo largo de 15 años de mandato, no escuchó a nadie, y convirtió a su nación totalmente dependiente del gas, petróleo y carbon rusos para su sobrevivencia energética.
Merkel siguió la construcción de los ductos de abastecimiento de gas ruso Nordstream 2, y como si no fuese suficiente, cometió el pecado capital de cerrar las plantas nucleares que le daban independencia energética. La decisión la tomó para apaciguar a los ecologistas y mantenerse al mando de Alemania sacrificando el interés superior de la nación por su ambición personal.
Además, relanzó la quema de carbón en plantas antiguas y obsoletas convirtiendo a Alemania, que tanto le gusta aleccionar al mundo, en el país más contaminante de la Unión Europea.
Esta dependencia energética llenó de euros las cajas financieras de Putin y le permitió seguir modernizando su arsenal militar.
Merkel nunca cumplió con sus obligaciones como miembro de la OTAN respecto al gasto presupuestar militar, tan es así que el jefe del ejército alemán acaba de anuncia que el ejército está quebrado y sin recursos. El presidente Trump, en su momento, se lo dijo a Merkel con palabras muy poco diplomáticas, pero la canciller no escuchó.
El legado de la canciller es, en ese sentido, desastroso y podría equipararse a una traición a la OTAN y probablemente a la misma patria que ella encabezó durante tantos años .
La crisis de Ucrania pone en evidencia los errores estratégicos profundos de una canciller que hace pocos meses era alabada como una visionaria.
A la luz de la tragedia actual puede ser que la historia recuerde a esta nativa de Alemania del este, como una traidora que favoreció su ambición personal y perdió la independencia energética y militar de su nación, traicionando a sus aliados e incumpliendo sus obligaciones con la OTAN y con los alemanes.