Buscar
Opinión

Lectura 4:00 min

El quinquenio perdido, gracias a la CFE

El gobierno actual no fue el primero en incumplir en transición energética. La Ley de Transición Energética exigía que, para 2018, la participación mínima de energías limpias fuera de 25 por ciento. Pero el gobierno anterior cerró con apenas 23,947 megawatts (MW) de capacidad limpia. Usando el factor de planta solar que la CFE reconoce en sus solicitudes de permisos de generación más recientes, quedó a deber 4,239 MW de capacidad renovable. Ese año, la generación limpia apenas llegó a 21.9% del total.

El nivel de incumplimiento que el gobierno actual enfrenta a su cierre, sin embargo, no tiene precedentes. 23.1% de generación limpia en 2023 no es un avance marginal sino un retroceso brutal. El esfuerzo requerido para la transición es incremental: para 2024, la exigencia ya no era 25%, sino 35. Esto implica que el déficit original de la Administración pasada en generación se ha triplicado. Convertido a capacidad instalada, esta Administración va a terminar debiéndole a la Ley de Transición Energética 17,404 MW –casi el cuádruple que la pasada.

No es un problema de potencial. De 2017 a 2019, México sumó casi 3,000 MW por año de capacidad renovable –prácticamente todo con esfuerzos e inversiones de privados. Con la pura inercia, al cierre de este sexenio hubiera agregado 15,000 MW más. Pero la retórica estatista, las reformas anticompetitivas y la discriminación sistemática de las plantas privadas terminaron por limitar el crecimiento de capacidad de los siguientes años a menos de la mitad: apenas 1,300 MW por año. Entre 2018 y 2024 se habrán sumado un poco más de 9,300 MW privados y poco menos de 200 de CFE.

Este desbalance, de 46 a 1 en adiciones de capacidad limpia, se pone peor desde la perspectiva de generación. Mientras los privados le apostaban al desarrollo de nueva capacidad eólica y fotovoltaica, la CFE apostó el cumplimiento climático mexicano a simplemente “poner a turbinar” al máximo sus hidroeléctricas existentes. Las muy presumidas modernizaciones no han agregado nueva capacidad.

La ocurrencia le había salido sorprendentemente bien por unos años. Apenas en 2022, la CFE presumía que se había consolidado como “el principal aportador de energía limpia a la red con el 35% del total de su energía generada, principalmente por un aumento en la generación hidroeléctrica, que pasó de 34.2 [terawatts-hora, o TWh] en el 2021 a 35.1 TWh en el 2022 (2.6%) el mejor de los últimos años.” De todos modos era insuficiente. El rezago en generación limpia nacional era tangible. Pero no tan terrible como ahora.

Sin embargo, el año pasado las preocupaciones de los analistas que advertían que la estrategia era insostenible finalmente se materializaron. La generación acumulada de las hidroeléctricas de CFE en 2023 colapsó a 20,603 TWh. Esto es 33% menos que lo que las mismas hidroeléctricas generaron en 2018 —antes de que la CFE iniciara el presumido rescate. En parte por la sequía, y en parte por el abuso de la “turbinación”, los embalses mexicanos se están quedando sin agua. De acuerdo con datos recientes de Conagua, las 210 principales presas de México están a menos del 50% de su capacidad. La apuesta hidro de la CFE se está desfondando. No hay mucha esperanza de cambio de en el corto plazo.

Por el estado actual de nuestra democracia, no estoy muy seguro que se le vaya a exigir mucho a la próxima presidenta en materia energética. Pero ojalá que al menos hayamos llegado al punto de rechazar la turbinación forzada de viejas hidroeléctricas como la principal estrategia de transición energética. Se necesita nueva capacidad: los 17,000 MW que esta Administración quedó a deber, más lo que se acumule.

@pzarater

Únete infórmate descubre

Suscríbete a nuestros
Newsletters

Ve a nuestros Newslettersregístrate aquí

Noticias Recomendadas

Suscríbete