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El relevo generacional en nuestras tierras
En los últimos años, México ha enfrentado un cambio demográfico significativo en áreas rurales, debido principalmente a la disminución de la tasa de fecundidad, el aumento en la esperanza de vida y la migración.
Según el Consejo Nacional de Población (Conapo), la esperanza de vida en 2008 era de 75.1 años y se espera que en 2050 alcance los 82 años. En 2005, había 21 adultos mayores de 60 años por cada 100 niños, y se prevé que esta relación aumentará a 88 adultos por cada 100 niños en 2032 y se duplicará a 167 adultos mayores por cada 100 niños para 2051. En las zonas rurales, el envejecimiento ha sido más pronunciado debido a la migración de los jóvenes en edad productiva. En el campo, la situación es alarmante. Quienes aquí trabajan tienen en promedio 54.6 años, y casi el 60% tienen más de 50 años.
La propiedad de la tierra está en manos de adultos con una edad promedio de 54.3 años, que son del 60%, mientras que los productores que rentan tierra son relativamente más jóvenes, con un promedio de 48 años y que representan aproximadamente el 46% de esta población.
Con estos datos, podemos inferir que la dinámica productiva del campo está, en estos momentos, enfrentando un desafío crítico: el 57% de los responsables de unidades económicas rurales con actividad agrícola predominante son mayores de 50 años. Por ello, en una década, esta población estará por concluir su etapa productiva sin tener claridad en el relevo generacional.
Una de las razones de esto es la baja escolaridad entre los productores rurales, lo cual es un obstáculo significativo para el desarrollo de capacidades técnicas y productivas. El 21% de los productores no tienen ningún tipo de escolaridad, y el 57% solo tienen algún grado de educación primaria, mientras que solo el 9% de los responsables han recibido algún tipo de capacitación o asistencia técnica.
Para enfrentar estos desafíos, será crucial adoptar soluciones tecnológicas y sostenibles que aumenten la eficiencia y rentabilidad de las actividades agrícolas, al mismo tiempo que sean atractivas para un grupo poblacional joven que vea la agricultura como una oportunidad innovadora para salir adelante.
El acceso a esquemas de financiamiento es un aspecto crucial para impulsar la tecnificación en el campo. Los productores deben tener acceso a recursos financieros que les permitan invertir en tecnologías avanzadas y mejorar sus procesos productivos. Las políticas públicas deben jugar un papel central en facilitar este acceso, promoviendo programas de financiamiento y apoyo técnico que beneficien tanto a los productores jóvenes como a los mayores.
Una de las principales soluciones es la tecnificación del riego mediante sistemas de riego por goteo, el monitoreo y dosificación, que no solo optimizan el uso del agua, sino que también incrementan la productividad de los cultivos. Sin duda, todo este proceso tecnológico es atractivo para promover el relevo generacional en el campo.
La tecnificación del campo tiene el potencial de transformar la agricultura en un modelo de negocio más innovador, rentable y sostenible. Esto ya beneficia a los productores actuales, pero también existe la oportunidad de atraer a los jóvenes al sector agrícola, ofreciéndoles oportunidades de empleo y desarrollo. La capacitación y la transferencia de conocimiento son fundamentales para que los productores adopten estas nuevas tecnologías.
El envejecimiento de los productores es un problema crítico a nivel mundial. La necesidad de producir alimentos para una población mundial que se espera alcance los 10,000 millones en 2050 requerirá un aumento del 70% en la producción, lo cual se convierte en uno de los grandes desafíos. La incorporación de tecnología digital y automatización en el campo puede y debería incrementar la producción al mismo tiempo que atrae a las nuevas generaciones, mitigando el éxodo rural hacia las grandes ciudades. Y la consolidación mediante adquisiciones de grandes grupos de operaciones familiares puede ser una solución viable, con inversiones de fondos privados en este sector. Para enfrentar estos desafíos, es fundamental que gobierno e iniciativa privada trabajen de la mano. Se debe incentivar la incorporación de jóvenes productores que garanticen un relevo generacional eficiente, mejorando el nivel de vida en las zonas rurales, la producción agropecuaria y la gestión y conservación de los recursos. Así se garantizará la seguridad alimentaria y el desarrollo rural a largo plazo.
*Senior VP Americas, Orbia Precision Agriculture (Netafim)