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Opinión

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El salario mínimo: ¿regreso al pasado?

Probablemente de lo poco rescatable del gobierno de López Obrador sean sus reformas laborales, no sólo el aumento al salario mínimo, sino el aumento en las vacaciones, el control del outsourcing, el aumento en el reparto de utilidades y las reformas legales para democratizar la vida sindical y acabar con los contratos de protección.

Durante los últimos 35 años, desde 1982 hasta 2018, el salario mínimo perdió más de 60% de su capacidad de compra, fue una política premeditada para, según los secretarios de hacienda, aumentar la competitividad del país y atraer inversiones extranjeras.

Se decía que aumentar el salario mínimo provocaría inflación que nulificaría los aumentos, lo cual es falso, como ha quedado demostrado en este sexenio en que el salario mínimo ha aumentado en términos reales 80% y no se ha provocado inflación. La que tenemos actualmente es producto de la guerra entre Rusia y Ucrania y no por el aumento a los mínimos. Hace unos meses, en una plática con el expresidente Fox, comentó que uno de sus grandes errores fue haberles creído a los funcionarios de hacienda que al aumentar el salario se dispararía la inflación.

Aun con los aumentos, el salario mínimo sigue siendo insuficiente para sacar a la gente de la pobreza, el salario debería ser 50% mayor al actual para garantizar la compra de dos canastas básicas que es lo mínimo que requiere una familia. La gente agradece los programas sociales, pero sabe que es a través de su trabajo como va a salir de la pobreza.

El aumento al salario mínimo no puede condicionarse al aumento de la productividad, como se propone en el documento “Hacia un Plan de Gobierno 2024-2030” del Frente Amplio Opositor: “Se necesita una política laboral concertada, basada en el diálogo social, que mejore las remuneraciones y las condiciones laborales en consonancia con el aumento de la productividad”.

El aumento de los salarios contractuales debe estar ligado al aumento de la productividad, el aumento al salario mínimo no, es un asunto de justicia social que va más allá de la productividad. Un salario mínimo suficiente es un derecho que tienen los trabajadores y una obligación que deben tener las empresas de pagarlo.

México es uno de los países en el mundo en donde el ingreso nacional se distribuye en forma más inequitativa, mientras en los países desarrollados el capital recibe menos del 30% del ingreso nacional y el trabajo el 70%, en nuestro país es al revés, el trabajo recibe el 40% y el capital el 60 por ciento. En nuestro país están, la banca, aeropuertos, tiendas de autoservicio y otros sectores en donde más ganan en el mundo. Somos un país muy atractivo para los inversionistas, a pesar de la corrupción y la inseguridad, por los altos rendimientos de las empresas, a costa de los salarios de los trabajadores.

Aumentar el salario mínimo debe ser uno de los compromisos principales del próximo gobierno. Los programas sociales de apoyo a la gente que vive en pobreza son necesarios, pero la única forma de sacar a la gente de la pobreza es con un salario suficiente y vigilando que se aplique realmente en todo el país.

El principal problema de México es la pobreza y la desigualdad, algo se avanzó en este sexenio, pero los resultados son insuficientes, no podemos regresar al pasado, las reformas laborales, para dar mejores condiciones de vida a los trabajadores, deben no sólo continuar, sino debemos ir más adelante, sobre todo en el aumento a los salarios.

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Ciudadano interesado en las soluciones para el país y la Ciudad de México. Político mexicano, ha sido diputado federal (1988-1991), senador (2000-2006) y jefe delegacional de Miguel Hidalgo (2009-2012)

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