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El serodiagnóstico: la necesaria detección de anticuerpos para el control del Covid-19
Definir el momento propicio para relajar las medidas de distanciamiento es el gran reclamo social que enfrentan las autoridades de salud en muchos países —en Estados Unidos el descontento ha escalado incluso a niveles de desobediencia civil—. Entre los investigadores y profesionales de las ciencias médicas han surgido controversias en las que unos apoyan el aislamiento como una medida indispensable de salud pública y otros lo califican como un error que ha prolongado inútilmente la epidemia, al evitar la adquisición de la llamada inmunidad de rebaño en la población. Desde luego que la sociedad en general es la más confundida porque la literatura médica especializada está fuera del alcance de la mayoría y la información asequible, la de los noticiarios y la prensa escrita, es a menudo contradictoria, carente de sustento científico y objetividad, y no permite formarse un criterio razonable de decisión personal.
En el caso de México, un señalamiento que reiteradamente se ha hecho a las autoridades sanitarias es la insuficiente capacidad instalada y de expertos para realizar las pruebas diagnósticas, por lo que la información de la magnitud estimada sobre las infecciones no diagnosticadas se ha asentado como una mera especulación que no tiene credibilidad. En mi opinión, a nivel mundial se ha reaccionado tardíamente en este sentido, tal como lo refiere un artículo de la revista Science publicado el 24 de abril de 2020. Por ejemplo, en Alemania, donde el abordaje de la pandemia se supone muy acertado, apenas se han iniciado pruebas serológicas para detectar anticuerpos. En Heinsberg, una población de 12,500 habitantes ubicada en una región fuertemente atacada por el Covid-19, de una muestra de 500 sujetos, 70 presentaron anticuerpos en el suero, es decir un 14 por ciento. En otro estudio serológico referido en el mismo artículo, llevado a cabo en 3,300 habitantes del condado de Santa Clara, California, en Estados Unidos, solo se detectaron anticuerpos en 50 personas, lo que significa el 1.5% de la muestra, mientras que en otro ensayo en Massachusetts, de 200 transeúntes escogidos al azar, 63 mostraron anticuerpos, lo que representa el 31.5 por ciento.
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Estos ensayos son muy dispersos y escasos para hacer generalizaciones, mas revelan la utilidad de las pruebas serológicas, ya que en los segmentos de población estudiados la presencia de anticuerpos va del 1.5% al 30% y deja claro que la infección se ha desarrollado en muchas personas que no fueron detectadas porque resultaron asintomáticas o presentaron signos clínicos leves que pasaron inadvertidos. La adopción del serodiagnóstico en grandes grupos de población es la manera más sencilla para cuantificar, con mucha mayor precisión que la simple especulación, cuál es la verdadera dimensión de las infecciones no diagnosticadas, obteniendo así datos epidemiológicos confiables en cuanto a la morbilidad y mortalidad del Covid-19; sobre todo, es la mejor herramienta para ofrecer una aproximación de los segmentos de población que han adquirido inmunidad y así dar mayor sustento a las decisiones referentes al distanciamiento social. La OMS ha recomendado a México contar con mayor capacidad para las pruebas de detección del Covid-19, y es en este contexto en el que resulta muy oportuno establecer el programa de serodiagnóstico como una acción prioritaria.
Con el estado actual del conocimiento de la microbiología, ante la sospecha de una epidemia de origen viral el primer paso a seguir en los laboratorios de diagnóstico del país afectado radica en el aislamiento y la identificación del virus mediante la inoculación de material infeccioso en cultivos celulares. Los virus son parásitos obligados que solo se reproducen en células vivas, por ello todo laboratorio de virología debe contar con facilidades para el cultivo de tejidos. La detección del crecimiento viral en los cultivos celulares se realiza evaluando los cambios microscópicos producidos por el virus en las células del cultivo celular. Una vez que se tiene la evidencia de que se logró aislar el virus, se procede a su identificación morfológica con el microscopio electrónico de transmisión. En el caso de los coronavirus, la envoltura viral consta de espículas de proteínas que le confieren el aspecto de una corona de espinas, de ahí el nombre de esta familia de organismos. Es fácil deducir que el aislamiento y la identificación virales requieren de equipo de laboratorio sofisticado y costoso, y de virólogos y técnicos de laboratorio calificados.
Evidentemente, el aislamiento y la identificación viral ya se efectuaron en el Covid-19, designando al agente como SARS-CoV-2. El conjunto de este proceso constituye el primer paso para desarrollar tanto las pruebas de identificación molecular para la detección del virus en pacientes como la fuente de obtención de los antígenos para proceder a las pruebas serológicas de detección de anticuerpos que indican si el sistema inmune de una persona ha entrado en contacto con el virus.
La prueba diagnóstica de identificación molecular se denomina reacción en cadena de transcriptasa reversa polimerasa (RT-PCR). Su finalidad es detectar el virus en un paciente infectado. Se trata de un test que exige tanto equipo y reactivos especializados como profesionales médicos capacitados en las técnicas de biología molecular, por lo que se realiza en instalaciones hospitalarias que cuentan con un departamento de infectología de alto nivel. A partir de los aislamientos virales se obtienen los antígenos que son las proteínas que incitan en un individuo inmunológicamente normal la elaboración de anticuerpos, y son precisamente estos anticuerpos los que se detectan en la sangre de las personas sometidas a prueba.
Existen kits de diagnóstico serológico de distribución comercial que suelen usarse para las pruebas a las que nos referimos anteriormente. Cuentan con una especificidad mayor al 90% y su costo es mucho menor que el de la identificación molecular a través de RT-PCR, además de que su ejecución e interpretación requieren de menor especialización, por ende las puede realizar cualquier técnico competente en laboratorio clínico.
Huelga decir que el serodiagnóstico debe ser la prueba de elección para realizar evaluaciones en grandes poblaciones en las que se desea conocer el número de individuos que ha entrado en contacto con el Covid-19. Es imprescindible que las autoridades sanitarias de México promuevan el serodiagnóstico, ya que constituye el primer paso para explorar cuáles son los niveles de anticuerpos que confieren inmunidad y eventualmente determinar cuánto dura dicha inmunidad.
Cuando se disponga de vacunas, medir el nivel de anticuerpos será la forma de conocer la potencia de las mismas y así seleccionar las más convenientes; también será un paso indispensable para evaluar si existen variantes genéticas del virus que requieran de vacunas específicas, escenario probable porque los coronavirus presentan polimorfismo del gene S1, lo que los hace antigénicamente diferentes –por ejemplo, el coronavirus que produce una enfermedad respiratoria muy contagiosa en la gallina doméstica, ha requerido de la elaboración de vacunas específicas al conocerse que los anticuerpos que protegen contra un serotipo viral no protegen contra otro.
En conclusión, la certidumbre es la mejor aliada para enfrentar una pandemia de la magnitud del Covid-19. No hay razón para declinar o postergar el uso de herramientas accesibles que son de gran ayuda para delinear con mayor precisión la dimensión del problema y tomar decisiones basadas en evidencia y no en conjeturas.
* Leopoldo Paasch Martínez es médico veterinario zootecnista por la Universidad Nacional Autónoma de México y doctor en Filosofía en el área de Patología Comparada por la Universidad George Washington de Washington, D.C., Estados Unidos. Ha sido director de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, secretario administrativo y candidato a rector de la propia UNAM, donde es profesor titular “C” e imparte en licenciatura y posgrado las asignaturas Patología General, Patología Aviar y Enfermedades Metabólicas de las Aves. Sus áreas de especialización son patología aviar, patología comparada y políticas públicas pecuarias. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores.
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