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Opinión

Lectura 7:00 min

Está en chino

O sea...

Reproduzco aquí dos diálogos entre chilangos, grabados en mi iPhone de manera subrepticia, porque usted no está para saberlo, ni yo para contarlo, pero me la paso recopilando frases, frasecitas y frasezotas, dimes y decires, formas de hablar, por aquí y por allá sin cesar.

Mi idea es ir creando un gran corpus del habla común y corriente de la Ciudad de México, que complemente El libro de las palabrotas (2007), El Chingonario (2010), ¡Ah, qué chida es la Ch! (2011), El chilangonario (2012), el próximo Mexiconario y algunos otros y que después se puedan convertir en una fuente de conocimiento del habla y al serlo, en un reflejo antropológico de los tiempos que estamos viviendo. En ese sentido, me considero lingüista de profesión y de vocación.

Dos diálogos

Los diálogos que aquí encontrará son completamente disímbolos: el primero se da entre dos hombres de treinta y tantos años, en un vagón de la línea 3 del Metro —dirección Indios Verdes-Universidad— una mañana de noviembre; y el segundo, entre dos mujeres veinteañeras, en una cafetería más que conocida que empieza con Star- y termina con -bucks, en la zona de Interlomas —cerca de la época navideña.

Le sugiero, querido lector, que los lea detenidamente y encuentre las diferencias:

1) —O sea de que tu señora se fue, ¿verdad, Jovany?

—Sí, sí se fue compadre. De favor me lo pidió y así nomás, me dijo que estaba enamorada de otro, de uno de uno de la fábrica donde trabaja y, o sea de que yo le dije que no podía ser, que no se fuera, pero ella dijo que ya no me quería y pus ya ni qué.

—Ay, compadre, y o sea de que se siente regacho ¿no?

—Sí. O sea de que le van dando a uno lo que viene siendo unos tipo entuertos en la panza y se le quita el hambre y no puede dormir en toda la noche... vuelta y vuelta y nada.

—O sea de que está de la chingada. Me imagino, ya no sé ni qué decirle, compadre.

—Ps, ¿cómo no? O sea de por lo mismo de que uno no sabe ni por qué lo dejan a uno, ¿no?

—Ps, sí. O sea de que así es la vida, ¿no? Se enamoran diotro y ps vale madre. Pero no se preocupe compadre, va a pasar.

—No, ps sí me preocupo, o sea de que los niños y eso.

—Ps sí compadre, pero se va ella a arrepentir. Ya ni piense, mejor vamos por unos tragos.

—Ps sí compadre, o sea de que qué más nos queda.

2) —O sea, ¿cóóómo, weiiii? ¿Qué pasó?

—Sí, weiiii, así tal cual. Fede me llegó y yo así, de ¡pffff!, ¿seriously?

—O sea, ¡qué raro, weiii! Ni al caso, ¿qué le pasa?

—Sí, cero que ver. De pronto me dice que le súper lato y así y yo de: “O sea, ¿cóóómo?”.

—Y, ¿qué pedo? O sea, ¿qué le dijiste?

—Ps, nada; obvio que no, que nada que ver nosotros dos, que él es onda hípster y así, y yo para nada, y que mejor seamos amigos y así, o sea, buena onda y ya, o sea, equis.

—O sea, no te late pa’ nada. ¡Qué sad!

—O sea sí ¡qué sad! Pero me late cero, weiii.

Encuentre las diferencias

¿Qué opina? ¿Cuál cree que es la diferencia? ¿Qué distingue a un segmento sociocultural de otro? ¿Podríamos decir que uno habla mejor? Pues los lingüistas creemos que no, que es justamente lo contrario, que nada los distingue, que todos los hablantes estamos unidos por la necesidad de comunicación pero que, a la vez, estamos constreñidos a nuestra carencia de léxico y, por lo tanto, usamos muletillas para adornar nuestro discurso, y éstas a veces se repiten tanto que suena hasta cacofónico, pero así es.

Es también interesante hacer notar que, muchas veces, las palabras o frases usadas por los hablantes cultos no son tan cultas, ni las populares tan populares.

Por eso, a partir de ahora presten oídos y sean más tolerantes con las palabras y los hablantes, o sea, ¡sean más cool! ¿No, compadres?

Desde el palco

El niño y el muro —(1965) Dir. Ismael Rodríguez—

Esta película cuenta la historia de Dieter, un niño que vive en la parte Occidental de Berlín durante la construcción del muro. A su alrededor la gente padece la separación de Alemania, algunos pierden su casa; amigos y familiares han quedado del otro lado; pero Dieter —Nino del Arco— sólo tiene un sueño: comprar una pelota de futbol. Gracias a su carisma, consigue el balón; sin embargo, no tiene con quién jugar y en uno de sus intentos por divertirse, por accidente, la bola cae al otro lado del muro, en la parte Oriental. Dieter hace de todo por recuperarla y en uno de sus esfuerzos descubre que su tesoro ahora lo tiene una niña, Martha —Inma de Santis—. Dieter trata de convencerla para que le devuelva su pelota y en el trayecto por conseguirla se hacen compañía.

Esta película se realizó en 1964 en los exteriores de España y Berlín, fue la única cinta que el director mexicano Ismael coescribió y dirigió en el extranjero. Con ella ganó el premio Carabela de Plata a mejor película de habla hispana en el Festival Cinematográfico de España, la Copa de Plata, por Mejor película y dirección en el Festival Cinematográfico del Mar de Plata en Buenos Aires, Argentina, y en México, la Diosa de Plata por Mejor dirección.

Ni Pedro, ni charros, ni canciones rancheras

En aquella época, el trabajo de Ismael ya era ampliamente visto y conocido en Europa, pero a él siempre le interesó explorar otros caminos, por lo que después de la muerte de Pedro Infante, viajó a España para la preproducción de su próxima película. Para entonces, tenía un proyecto en puerta: realizar un documental sobre Pedro Infante, pero el reto era difícil y no encontraba la manera de contar la vida de quien se había convertido en una leyenda. En eso estaba cuando Fernando de Fuentes lo invitó a unirse a la dirección de El niño y el muro, fue así que aceptó el reto y adaptó la historia junto a Pedro Herrero. El guión terminó con estilo mexicano y español.

Los actores eran de todas las nacionalidades y los niños tenían que ser la clave para que la cinta fuera verosímil. Pero el director, que ya había trabajado con niños —recordemos a la Tucita— se sintió capaz de lograrlo. Su profesionalismo era tal que en su afán por dirigir al niño, accidentalmente se tropezó y se rompió un brazo. Dirigió toda la película con el brazo enyesado. Él mismo lo reveló: “Todo en la película fue insólito, desde el telefonazo de De Fuentes en Madrid hasta que, hecha en coproducción con España, pero con un tema alemán y un director mexicano, me dieran los españoles el premio a la mejor película en español”.

El drama de la separación

Cuando se realizó la película, la medidas políticas alemanas se encontraban latentes y las personas apenas se resignaban al nuevo estilo de vida. Su aparición marcó por supuesto un interés y una protesta sobre este hecho. Para algunos no dejó de ser moralista y contestataria en cuanto a ideología política entre las dos alemanias de aquel tiempo. Sin embargo, la historia de Dieter y las que acontecen alrededor de él sirvieron para contraponer el punto de vista sobre el muro que durante 28 años separó a una nación.

El niño y el muro fue parte de una serie de películas que mostraron las condiciones de vida durante la época, pero su perspectiva fue simple e inocente, pues se centró en los sentimientos de las personas que sobrellevaron estas medidas. Más allá de una intención contestataria, fue una película emotiva.

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