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Opinión

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Inflación y crisis financieras

Hay que reconocer que a corto plazo deberá elegirse la política monetaria para estabilizar la inflación, el producto y los precios de los activos.

El consenso reciente sobre los beneficios para la estabilidad económica de mediano plazo del régimen de política monetaria, basado en un objetivo de inflación, está siendo revisado. Después de la crisis financiera y la gran recesión asociada, surge una literatura revisionista que atribuye la crisis a la implementación ortodoxa de este régimen porque no presta atención a la estabilidad financiera. Una contribución importante a esta literatura es la conferencia reciente de Sir Mervyn King, gobernador saliente del Banco de Inglaterra en la London School of Economics.

La conducción de la política monetaria con un objetivo de inflación es hija intelectual del consenso neokeynesiano sobre el funcionamiento de la economía, en donde los precios no son flexibles a corto plazo. La inflación alta y variable daña a la economía, altera los precios relativos de bienes y servicios y genera uso ineficiente de los recursos escasos de la economía, capital y trabajo.

Esto también permite, al menos en el corto plazo, que la política monetaria pueda ser usada como instrumento de estabilización. Por ejemplo, pueden estabilizar la demanda agregada de la economía alrededor de la trayectoria de equilibrio del producto mediante el control de la tasa de interés nominal. La reducción de esta tasa reduce la tasa de interés real y atrae hacia el presente demanda a costa de la demanda futura, y viceversa. Esto reduce el impacto de dichos choques sobre los precios y el producto de la economía.

Los choques negativos de oferta que reducen la producción e incrementan los precios de algunos productos presionan a la alza transitoriamente la tasa de inflación. El poder de la política monetaria para estabilizar la economía en este caso es limitado, el incremento de la tasa de interés, en principio, reducirá la presión inflacionaria pero, dada la inflexibilidad de precios, genera un costo innecesario de producto.

El objetivo principal del régimen de meta de inflación es la estabilidad de las expectativas de inflación de mediano plazo. Cuando esto ocurre, la política monetaria puede estabilizar la economía sin incurrir en graves costos de pérdida de producto -como ocurrió en la Gran Depresión de los 20- o de alta inflación y producto -como ocurrió en la stagflation de los 70 del siglo pasado-. La estabilidad de las expectativas de inflación elimina factores de la inestabilidad económica que son la espiral de precios y salarios generada por choques de oferta y las trampas deflacionistas.

Según King, el régimen, los primeros 20 años del objetivo de inflación en Inglaterra, produjo 15 años de estabilidad -la llamada gran moderación de la inestabilidad macroeconómica-, cayó la inflación, bajó su volatilidad y su persistencia o inercia. Pero no pudo evitar la crisis financiera y los graves daños a la economía de los últimos cinco anos. El problema viene de la falta de atención a la estabilidad financiera. Una versión ortodoxa de este enfoque predica que el único objetivo de la política monetaria debe ser la inflación. Los eventos de los mercados financieros y los precios de los activos financieros no son relevantes o lo son sólo cuando afectan la inflación; sin embargo, como demuestra la crisis reciente, es posible que la estabilidad macroeconómica, expresada por una inflación baja y un crecimiento del producto estable, coexista en el corto plazo con un sector financiero peligrosamente inestable.

rfeliz@eleconomista.com.mx

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