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Opinión

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La solución chipriota

En un momento donde se necesita una menor restricción crediticia, las cosas se podrán peor; ?el BCE deberá contrarrestar estos efectos negativos.

Pobre Chipre, su grave crisis económica y financiera muestra cuán lejos está la eurozona de una Federación, con moneda, política fiscal y supervisión común. La intermediación financiera comienza a reactivarse gradualmente, después de casi dos semanas de paro forzoso, mientras la Troika, la Comisión Europea, el BCE, el FMI y el gobierno de Chipre negociaron el rescate financiero del país. Para evitar una corrida bancaria se han puesto en marcha, por primera vez en la eurozona, controles de capital, una especie de corralito argentino que limita la convertibilidad de los depósitos bancarios en euros. Los individuos sólo pueden retirar €300 diarios de sus cuentas bancarias, las empresas mucho más, pero las operaciones importantes requieren autorización del gobierno.

El gobierno de Chipre y la Troika perdieron valioso tiempo tratando de salvar el modelo de desarrollo del país basado en la banca offshore, especialmente las dos principales instituciones: el Banco de Chipre y Laiki. La idea fue gravar los depósitos de todos los bancos, incluyendo los menores a €100.000, que están garantizados en todos los países de la eurozona desde el 2008. Propuesta muy peligrosa porque mina la credibilidad del seguro de depósitos no sólo en Chipre, sino en toda la eurozona. En una economía moderna, los bancos intermedian, son instituciones frágiles vulnerables a corridas. Su buena operación requiere además de buena regulación, acceso a líneas de crédito de emergencia de un prestamista de última instancia o banco central y/o de seguros de depósitos. Afortunadamente, esta propuesta fue desechada, y el BCE forzó la búsqueda de una solución al advertir al gobierno que suspendería el lunes 25 de marzo la línea de crédito que mantenía a flote al Banco Laiki y a todo el sistema financiero de Chipre. Sin el apoyo del BCE, Chipre no tenía otra opción que declarar default.

La solución propuesta adopta el enfoque de liquidación/reestructuración de bancos de la Comisión Federal de Seguros de Depósitos norteamericana (FDIC) y la aportación de la Troika por €10,000 millones, que se pagaran durante 12 años, después de una década de periodo de gracia, con una tasa de interés de 2.5 por ciento. No se utilizarán recursos fiscales ni fondos del préstamo de la eurozona en la reestructura de estos bancos. Laiki será dividido en un banco bueno y otro malo. En el bueno quedan los activos de buena calidad, los depósitos garantizados y la línea de crédito de emergencia del BCE por €9,000 millones. Este banco será fusionado con el Banco de Chipre. En el banco malo queda los activos de menor calidad y los depósitos no asegurados (€4,800 millones). El banco malo será liquidado, y es casi seguro que los accionistas, todos los tenedores de bonos, y de depósitos no asegurados, perderán el total de su inversión. El Banco de Chipre será reestructurado y recapitalizado hasta los estándares europeos (9% de capital) mediante la conversión forzosa a capital de todos los bonos y parte de los depósitos no asegurados. Los accionistas y tenedores de bonos perderán casi todo y los de depósitos no garantizados alrededor de 60% del valor nominal de los depósitos. Chipre tendrá que seguir un agresivo programa de consolidación fiscal, deberá transformar un déficit público de 7% del PIB en un superávit primario de 4% en el 2018, necesario para la sostenibilidad de la deuda pública.

Chipre vivirá una depresión al perder una parte importante de la economía. Seguramente los bancos y depositantes de los otros países de la periferia se harán más adversos al riesgo. El BCE deberá contrarrestar estos efectos negativos mediante una política monetaria más expansiva en los próximos meses.

rfeliz@eleconomista.com.mx

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