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Las fintech y la Inclusión Financiera Nacional
Los números en materia de inclusión financiera nunca han sido buenos para la economía mexicana, el tema es que tampoco ha mejorado recientemente. De acuerdo con la encuesta del INEGI más reciente, en algunos aspectos, incluso se registraron retrocesos entre 2018 y 2021, presumiblemente como resultado de la pandemia. Por ejemplo, menos mujeres tuvieron acceso a un producto financiero durante ese periodo, por lo que la brecha de género se ha ampliado, el 56.4% de los hombres cuentan con algún producto financiero, frente al 42.6% de las mujeres. El número de cuentas de ahorro también disminuyó en el periodo, así como el de las personas que tienen un seguro. El crédito formal se incrementó, pero marginalmente, en su mayoría ligado al de nómina. Más personas cuentan con un algún producto financiero, pero el aumento es marginal, de hecho, las cuentas de ahorro, cheques y depósitos a plazos fijos se mantuvieron prácticamente sin cambio.
En realidad, se mantiene la tendencia histórica de baja penetración que es explicada por un sistema financiero estable, pero que presta poco, cobra altas comisiones y cuyos elevados márgenes de las instituciones bancarias generan pocos incentivos para ir por clientes de menos ingresos y más riesgo. Es el sistema poscrisis de 1994, con alta concentración, bancos sistémicos con doble regulación y donde el sector financiero privado se concibe más como un riesgo potencial, que se debe controlar, que un instrumento para generar crecimiento. De hecho, la manera en la que se manejó el tema bancario poscrisis alejó a millones del sistema financiero, porque resultaron con deudas impagables, que destruyeron su capacidad crediticia para siempre. El comparativo internacional no le favorece al país, el porcentaje de personas adultas con una cuenta bancaria es menor al 50%, cuando en Brasil y en Chile es más del 60 por ciento.
Por otro lado, aunque el efectivo continúa como el sistema preferido de pago, la encuesta muestra importantes incrementos durante estos tres años en las transacciones digitales. Más de la mitad de las personas con una cuenta la consulta o realiza pagos desde su celular, mientras que el uso de sucursales disminuyó entre 2018 y 2021. Es evidente que las fintech están en una buena posición para contribuir a cerrar la brecha digital, lo que es necesario para atender la necesidad de ahorro y crédito de millones de personas no atendidas o sub atendidas por el sistema financiero tradicional. Las mujeres, por ejemplo.
En México ya se ha avanzado en una ley que regula parte de sus operaciones (a la que le falta un reglamento, por cierto), la Condusef apoya a usuarios con quejas, además de que cada vez más fondos de riesgo invierten en ellas. Las nuevas prácticas producto de la pandemia y el hecho de que el 90% de los adultos tengan un celular y el 90% de los mismos sea inteligente, sienta las bases para que exploten los servicios de operaciones financieras en el país. En México operan alrededor de 500 compañías, con una tasa de crecimiento anual de 14%, algunas de ellas ya también tienen negocios en Sudamérica, mientras que las brasileñas, colombianas y argentinas también tienen presencia en el país. Muchas de ellas ha sido una opción de financiamiento de miles de empresas y proyectos que no podían encontrar oportunidades de financiamiento.
Los bancos tradicionales van a ofrecer cada vez más vías de acceso electrónicas, eso es positivo, pero solo el desarrollo de un sector fintech sano, con ciberseguridad, con menores costos, enfocado a mercados emergentes y productos innovadores, bien regulado y supervisado, puede acelerar la urgente necesidad de ofrecer soluciones de pago, crédito y ahorro a empresas e individuos. Eso requiere que desde la autoridad se establezcan buenos procesos de autorización y acompañamiento en el inicio de operaciones. Eso de verdad puede democratizar la banca y contribuir a reducir brechas de desigualdad de género, regionales y de nivel de ingresos.
Twitter: @vidallerenas