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México, del G20 a la cumbre de las lavadoras chinas
Bukele ha decidido que la popularidad es una ley metaconstitucional.
Nayib Bukele convirtió a su gerente financiera en presidenta de El Salvador. Claudia Juana Rodríguez de Guevara tiene estudios en “licenciatura en Administración” con título de “contable”. El viernes pasado asumió la presidencia para que Bukele fabrique una campaña publicitaria lo suficientemente performativa para que los salvadoreños olviden el mandato de la Constitución: no permite la reelección en gestiones consecutivas.
La Organización de Estados Americanos (OEA) no dice absolutamente nada. No ha emitido un solo comunicado sobre el tema. Estados Unidos defiende al guatemalteco Bernardo Arévalo con mucha más claridad que México, pero no dice nada sobre Bukele. Tampoco México.
Por el contrario, el regiomontano Samuel García emuló a Bukele a través de shows en redes sociales intentando surtir un golpe en contra de la ley de Nuevo León. Si para Bukele la popularidad es una ley supranacional, para Samuel García las redes sociales también son metaconstitucionales. La oclocracia es más digna que la ley, nos podría decir el dueto Bukele-García.
“El vicepresidente de la República es un conspirador a sueldo”. La frase la dijo por primera ocasión en 1968 el ex presidente de Ecuador, José María Velasco Ibarra. Han pasado 55 años y al parecer no ha perdido vigencia. El presidente Daniel Noboa, quien ganó la presidencia por su juventud y esperanza por mejorar la seguridad de los ecuatorianos, sacó del país a su vicepresidenta Verónica Abad debido a problemas personales. Particularmente por su alianza con el correísmo, escenario que Abad no toleró.
Noboa tuvo la ocurrencia de justificar la salida de Abad del país a través de la guerra contra el terrorismo en Israel. Verónica Abad fue enviada para conciliar espacios de paz entre Israel y Hamás.
En México no cantamos mal las rancheras. AMLO decidió enviar a la secretaria de Relaciones Exteriores a China y a Corea del Sur para comprar “enseres, electrodomésticos y artículos de primera necesidad” para damnificados del huracán Otis.
La Secretaría de Relaciones Exteriores ha sido convertida por el presidente mexicano en una especie de taller de reparación. Repara gobernadores para convertirlos en embajadores y compran licuadoras baratas en lugar de adquirirlas a la empresa mexicana Mabe.
El deterioro de la política exterior mexicana lo acentúa, hoy, el nulo compromiso de AMLO frente a la invasión rusa a Ucrania y la doble tragedia en Israel y la Franja de Gaza.
¿De qué sirve contar con embajadas mexicanas en China y Corea del Sur si AMLO envía a la secretaria Alicia Bárcena a hacer lo que un funcionario de tercer nivel jerárquico podría hacer?
México ha dejado atrás su interés por el G20, prefiere la cumbre de las lavadoras.
Twitter: @faustopretelin