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Opinión

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Prensa, periodistas y noticias

Foto: Shutterstock

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Ser periodista ya no es como antes. Es cada vez más peligroso. Porque además del miedo, hoy incluye también la incertidumbre. El volver a replantearse la vocación. Encontrar razones para seguir trabajando y hallar nuevas formas de valentía y efectividad, ya que, junto al temor de perder la vida, sin la seguridad de que alguna vez aparezcan los responsables, hay que lidiar con el anti periodístico hecho de que la prensa también se ha convertido en noticia. No sólo porque actualmente los periodistas son objeto de los análisis más injustos y las críticas más públicas, sino porque sus notas y reportajes, a menudo son acusados de ser culpables de catástrofes que no son suyas y corren el peligro de no aparecer en sus secciones habituales sino a ocho columnas en la nota roja.

Cuentan los historiadores, hablando del origen y el transcurrir de la prensa en México, que una de las primeras noticias que se difundió en nuestro país llegó en una hoja volante. Fue de carácter internacional y daba cuenta de un terremoto en Guatemala, devastador evento que ocurrió en noviembre de 1541 y, aunque circuló en México hasta mayo 1542, alertó, horrorizó y conmovió a la población como cualquier desgracia de última hora. Su título, esclarecedor y transcrito aquí de manera textual decía: “Relación del espantable terremoto que agora nuevamente ha acontecido en las Yndias en una ciudad llamada Guatimala. Cosa de grande admiración y de grande ejemplo para que todos nos enmendemos de nuestros pecados y estemos apercibidos para quando Dios fuere servido nos ha de llamar.” (Como bien puede apreciar usted lector querido, no sólo informaba, sino también editorializaba, dando una opinión y aconsejando a los lectores sobre su comportamiento).

Después apareció, y mucha fama tuvo, una de las primeras publicaciones cotidianas impresas en nuestro país: “El Mercurio Volante”, editada por el muy ilustrado —y amigo favorito de Sor Juana— Carlos de Sigüenza y Góngora. Tan asombroso medio de difusión tuvo, además, una utilidad práctica ya que hablaban de descubrimientos, noticias científicas, recordaciones históricas, fiestas, remedios y anunciaban productos y servicios. En sus páginas, como después en las Gacetas, era posible encontrar una columna sobre acontecimientos de aquella actualidad, la historia de la época, un ensayo de origen local o importado sobre cualquier tema, desde astronomía hasta el cultivo de las zanahorias, y también información sobre  hechos de armas, muertes o crónicas de las pompas fúnebres de monarcas españoles, junto con acontecimientos que directa o indirectamente debían comunicarse a las Colonias americanas, como parte integrante de los dominios de los Reyes Católicos. (Temas tan” interesantes” como la “Relación historiada de las exequias funerales de la Majestad del Rey Felipe II Nuestro Señor, hechas por el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición de la Nueva España”, por ejemplo). Fue así como, en los territorios conquistados, apegándose al modelo de la Gaceta de Madrid, aparecieron, en orden cronológico, la Gazeta de México (1722), la Gazeta de Guatemala (1729), la Gazeta de Lima (1743), la Gazeta de la Habana (1764), la Gaceta de Santa Fe de Bogotá (1785), y las Primicias de la Cultura de Quito (1792).

Fue el sacerdote Juan Ignacio Castorena Ursúa y Goyeneche, quien fundó en México, el 1 de enero de 1722, el primer periódico de América Latina: “Gazeta de México” y “Noticias de Nueva España”, una edición mensual que contaba con secciones dedicadas a las diferentes regiones del virreinato, novedades comerciales, sociales y religiosas y que siempre estuvo vigilada y censurada por el gobierno virreinal y la Inquisición (disculpe usted, estimado lector, quise decir “el Santo Oficio”).

Sin embargo, llegaría la época en que aparecerían otros periódicos y otros escritores de valía. Después de aparecido el número 153,  correspondiente al periodo del 30 de diciembre de 1809, el 2 de enero de 1810, este medio de comunicación cambió su nombre por el de “Gazeta del Gobierno de México”; intentó reiniciar la secuencia de sus ejemplares y paginación, pero pronto desapareció, cuando el periodismo se convirtió en un factor importante para la lucha por la Independencia y Miguel Hidalgo, de manera clandestina, fundó y editó “El Despertador Americano”, uno de los muchos diarios que ayudarían a transmitir las ideas de su movimiento libertario, y cuando Morelos consignó la libertad de expresión como un derecho inalienable en “Los Sentimientos de la Nación”.

Desde entonces y hasta hoy, miles de impresos, cientos de periódicos, programas de radio y televisión, plataformas de internet y páginas web han aparecido y desaparecido. También muchos periodistas.

El Comité de Protección de Periodistas, a través de su representante en México, ha dicho que entre 1992 y 2019 fueron asesinados 120 integrantes de la prensa, y que nuestro país, actualmente, resulta el más mortífero para los periodistas. Y faltan todavía los números de este año. De este mes.

No queremos lamentar la falta de uno más.

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