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Saliendo a trumpadas
Nadie podía suponer que la salida del experimento de gran expansión monetaria que se impuso por parte de los bancos centrales desarrollados después de la gran crisis del 2008 fuera fácil. Dicho proceso de salida aún está en alguna etapa inicial y hay fuertes rechinidos. Una buena parte de éstos es, sin duda, provocada por la postura del gobierno norteamericano
Sólo por recapitular. Después de la crisis del 2008, los bancos centrales en el mundo, liderados y anticipados por la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) decidieron aplicar una política monetaria de ultrarelajación para amortiguar el golpe de la crisis y estimular una recuperación acelerada.
La fórmula consistió primero en reducir al mínimo las tasas de interés de corto plazo y después en reducir toda la curva de tasas (para todos los plazos) a través de fuertes recompras de bonos.
Ya sabemos lo que estas medidas provocaron en los mercados: un golpe serio a los retornos del ahorrador pasivo y un importante impulso a la revaluación de toda clase de activos de riesgo que recibieron el beneficio del exceso de liquidez y el apetito por rendimientos por parte de los inversionistas globales.
Desde el 2013, las autoridades en la Fed anunciaron el retiro de dichos estímulos. El simple anuncio provocó un ajuste fuerte en los mercados.
Sin embargo, se mantuvo la dirección y, al día de hoy la Fed ha subido las tasas y comenzó desde el otoño pasado la reducción de las recompras de bonos que hacía en el mercado. Todo esto gracias a los resultados favorables en términos de empleo y de crecimiento positivo logrados. Hasta aquí bien.
La gradualidad de la Fed parecía no dañar la valuación de muchos activos, pero esta salida, como decíamos, no debía ser tan feliz. El gobierno del presidente Trump en Estados Unidos cambió sin duda el terreno.
Lo está haciendo de varias maneras: por una parte, creó condiciones de tipo fiscal que implican un renovado estímulo al crecimiento.
Estos estímulos (baja de impuestos, mayor inversión) requieren de un déficit público mayor por un tiempo. Simplemente la ecuación de mayores requerimientos de recursos del gobierno y la ausencia de su principal comprador —la Fed— implica una presión sobre las tasas.
A ésta añada la postura proteccionista que hemos visto entrar en acción durante este año y que está resultando en presión sobre algunos precios de bienes básicos como el acero, el aluminio, el cobre y la madera, etcétera.
Más la postura beligerante en Medio Oriente, cuyo último episodio es el retiro del acuerdo con Irán. Gracias a esta postura, además de los metales, los precios de la energía han empujado fuerte al alza y el precio del petróleo ya se ubica en un nivel máximo de los últimos tres años y medio (70 dólares por barril).
Podíamos intuir que la época de dinero barato no sería perenne. Pero esta salida no está resultando fácil. En otras regiones como Europa hay un crecimiento aún raquítico y un banco central que no se anima aún a quitar estímulos. Esto hace que la diferencia de las tasas de interés entre Estados Unidos y Alemania, por ejemplo, supere los 2 puntos porcentuales.
Presión de tasas y un dólar revaluado es lo que se ve ahora y este fenómeno reciente ha impactado adversamente a muchos mercados emergentes. Las monedas de Brasil, Turquía, México, etcétera se han devaluado fuertemente contra el dólar y el precio de los bonos de dichos países tiene una pérdida importante en cuestión de semanas.
Lo peor es que no se visualiza una reversa. Dos cosas podrían pasar: una es que los bancos centrales capitulen y decidan subir sus tasas de interés a pesar de lo flojo de su recuperación, algo difícil de pensar aún. La otra es que el crecimiento en Estados Unidos decepcione, algo que con este gobierno es difícil de asumir también.
Ni hablar, las cosas se han puesto difíciles. El proceso de normalización monetaria ha comenzado a generar rechinidos en muchos mercados. En México, después de cierto tiempo vemos que las acciones del gobierno norteamericano están teniendo repercusiones en nuestras variables y nos faltan las elecciones.
*Rodolfo Campuzano Meza es director de Estrategia y Gestión de Portafolios de Invex. Cualquier pregunta o comentario puede ser enviado al correo:
Twitter: @invexbanco