Buscar
Opinión

Lectura 3:00 min

Sexy fiscal

En tema tributario, el privilegio de unos siempre equivale a la pérdida de otros: Ruth Richardon, ministro de Finanzas, Nueva Zelanda (1990-1993).

El Secretario de Hacienda se equivocó en el calificativo para caracterizar la nueva propuesta de reforma hacendaria del PRI. Más que sexy, es wishy-washy. O quizás, una ensalada mixta de confusiones. La idea más criticable de disminuir impuestos realmente no es el problema de fondo. De hecho, consideramos superior dejar la tasa de impuesto al consumo en 12%, siempre y cuando se cumplan tres condiciones. Primera: hacerla completamente uniforme, sin caer en el temor político de gravar alimentos y medicinas o proponer soluciones a medias como una canasta básica exenta. Segunda: proponer mecanismos de compensación a los sectores de la población que resulten más golpeados por el impacto inicial de la propuesta, pero que sean creíbles, que causen un impacto favorable de opinión, digamos, a los primeros seis deciles de la población económica, en vez del truco de deducción de un 3 por ciento. Tercera: que la tasa seleccionada calcule un ingreso demostrable igual, hasta un poco menor del que se obtiene en la actualidad.

Recordemos, tanto a los sexys como a las autoridades actuales, que si bien la tasa cero en los alimentos y medicinas es vista como una causa noble, de justicia social, la realidad es muy diferente. El que más gasta en los alimentos y en las medicinas es el que más tiene -por lo cual el beneficio de la exención tiene mayor impacto redistributivo en los deciles económicos de mayores ingresos-, !a costa de los que menos tienen! El cálculo ya conocido implica no algo sexy, sino salvaje: por peso erogado de subsidio en tasa cero a los que menos tienen, se requieren 4 pesos de subsidio a los que sí pueden pagar.

Hemos insistido en varias ocasiones que un impuesto negativo por medio del gasto podría neutralizar en forma creíble y constatable el impacto de una sola vez que tendría el aumento al precio de alimentos y de medicinas, derivado de una unificación del impuesto al consumo. La propuesta tricolor, articulada por el senador Beltrones, debería resaltar las formidables (e injustas) complicaciones que se generaron a partir de los cambios fiscales en este sexenio. La Ley del IETU, tan prometedora para hacer la transición a un régimen de impuesto único o flat tax, resultó ser otro mecanismo de recaudación, a lo cual, por cierto, tanto individuos como empresas ya aprendieron a darle la vuelta.

Insistimos: tanto senadores como autoridades, en vez de usar calificativos o pensar en ensaladas mixtas, deben recordar que lo recaudado tiene un retorno y eso significa rendir cuentas al ciudadano sobre el gasto de recursos que son del ciudadano.

rsalinas@eleconomista.com.mx

Únete infórmate descubre

Suscríbete a nuestros
Newsletters

Ve a nuestros Newslettersregístrate aquí

Noticias Recomendadas

Suscríbete