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¿Tendremos un G-19?
El Grupo de los 20 (G20) agrupa a los veinte países con las economías más grandes del mundo. Desde hace décadas el G20 ha tratado de coordinar una serie de políticas públicas, en áreas económicas, fisales, comerciales y, más recientemente, de medio ambiente. El anfitrión y organizador de los trabajos va rotando de manera anual (México tuvo ese rol en el 2012), de modo que este año las actividades están en manos de Indonesia.
El G20 ha sido criticado por su falta de legitimidad y transparencia, y ciertamente muchos de sus procedimientos podrían mejorarse para reflejar de mejor modo el estado actual del mundo. Pero lo que está fuera de toda duda es que la coordinación de acciones por parte de estos países puede tener grandes efectos en el mundo, simple y sencillamente porque esas naciones tienen un peso específico muy grande.
El tema viene a colación debido a que Rusia es parte del G20, y su participación en dicho foro ha sido también tocada por la invasión a Ucrania, ya que Estados Unidos ha propuesto que Rusia sea excluído del G20. De hecho, ya en 2017 Rusia fue removido del entonces G8 –ahora G7 – precisamente por la anexión de Crimea.
No es claro que efectivamente Rusia vaya a ser expulsado de este grupo tan fácilmente; Vladimir Putin ha confirmado su intención de asistir a la reunión de líderes, en Bali, en a finales del año, y China se ha opuesto firmemente a cualquier movimiento en ese sentido.
Pero Estados Unidos ciertamente continuará con la presión: Janet Yellen, secretaria del Tesoro de Estados Unidos, señaló que si Rusia no sale del grupo, entonces Estados Unidos boicoteará las reuniones en donde estén presentes los funcionarios rusos.
¿Cuál es la lógica de esta intención? ¿Por qué no se pide, en todo caso, que también se expulse a Rusia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) o de cualquier otro foro internacional al que el país pertenece, como es la APEC? Podríamos especular que el 20 tiene un lugar especial porque los países miembros acumulan el 90% del PIB del mundo, tres cuartas partes del comercio mundial y dos terceras partes de la población del planeta.
Es decir, en congruencia con la estrategia que Washington ha aplicado desde la invasión, se ha privilegiado el tema económico por encima de otras vías. La intención es generar el mayor daño posible a la economía rusa, de modo que el costo de continuar con la guerra sea demasiado alto de pagar.
Podemos también leer otros dos mensajes importantes: por un lado, en seguimiento a las represalias que ya han tomado muchos países occidentales (eliminar a Rusia del sistema de pagos internacionales, congelar activos rusos y retirar el estatus de nación mas favorecida, con lo cual se podría discriminar, en términos arancelarios, a los bienes rusos que aún se comercian en el mundo, etc), expulsar a Rusia del G20 implicaría “desconectar” a dicho país de los beneficios que puede ofrecer la globalización y la integración comercial del mundo. Esto cuestiona abiertamente el entendido que ha existido por muchos años de que todos los países del mundo deben beneficiarse de la globalización, independientemente de su sistema de gobierno o de su posición ante ciertos temas.
La segunda reflexión, desde una perspectiva más amplia, es el precedente que estas medidas tendrán. Aún cuando se termine el conflicto militar, podemos esperar que las represalias económicas permancerán por mucho tiempo, y el regreso de Rusia al escenario nternacional es totalmente incierto.
*El autor es académico de la Universidad Panamericana; previo a eso, desarrolló una carrera de 20 años en el gobierno federal en temas de negociaciones comerciales internacionales.
Twitter: @JCBakerMX